La emisión pasada de El Atelier contó con la presencia de la artista plástica Leonella Yovanka quien contó que empezó en el mundo del arte desde que era niña, pues siempre le interesó pintar y dibujar.
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“Tengo una formación autodidacta, desde niña dibujaba y fui perfeccionando, ya ahora es que sí he tomado algunos cursos y he aprendido, sobre todo por la inquietud de conocer ciertas técnicas” dijo.
También contó sobre el taller “Piel de luna” el cuál fue muy significativo ya que fue la primera vez que impartió un taller, ya que tenía la idea de que una persona no necesita tener un conocimiento previo de dibujo para poder dibujar.
“La gente cree que dibujar es una cuestión creativa cuando en realidad es una técnica que puedes perfeccionar siempre y cualquiera lo puede hacer, entonces yo a las personas desde cero las ponía frente a un espejo y a través de la simetría del rostro, les explicaba esas leyes que existen en el rostro y a través de un espejo ellos iban midiendo su propia cara y hacían un autorretrato.
Dijo que le interesó mucho el tema de cómo es qué el ser humano genera ideas, lo cual comparó con dibujar, ya que existen procesos para llegar a ello. “Hay procesos que uno puede establecer y generar ideas”.
De igual forma estuvo en el programa el narrador oral profesional Gibrahm Delfín quien contó que tanto su abuelo como su abuela lo criaron contándole historias, además de que su abuelo ejercía el oficio de ser cuentero.
“Me acuerdo que estaba yo en la primaria, secundaria con 10 o 12 años y encontré en algún texto de los hermanos Grimm el cuento del “pájaro dorado” y le dije `mira es el que tú me cuentas, ¿aquí lo leíste o lo leíste en algún cuento de los hermanos Grimm?´ y me dijo ´ni sé quien son esos´, me contó que cuando era joven había un viejito que le contaba cuentos” dijo.
Mencionó que tenía varios recuerdos con su abuelo, entre ellos escucharlo contar cuentos mientras estaban en su hamaca, lo que le despertó el interés por ser un cuentacuentos. Dijo que aprendió diversas técnicas de narración que le enseñó su abuelo para darle mayor énfasis a la historia.
“Estudió quimico farmacobiologo pero no la ejerzo, ojalá los científicos fueran más artistas y los artistas le metieran más ciencia al arte, los cuentos tienen su nomenclatura, tienen su composición, tiene su código como la genética, entonces yo encuentro muchas cosas similares. En algún momento la ciencia y el arte fueron la misma cosa pero el ser humano se encargó de dividirlas” Mencionó.
Contó que también llega a los Cendis a contarle cuentos a los niños, ya que hay una preocupación por la nueva generación que desde muy temprana edad tuvo que vivir la pandemia.
Sin embargo, mencionó que a través de los cuentos buscan reforzar la grupalidad, a que no estén tan alejados los niños que crecieron en ese ambiente, lejos de sus seres queridos, por lo que refuerzan su personalidad poniéndolos a cantar juntos, a interactuar con otros niños.
Así mismo, ambos contaron su más reciente proyecto en conjunto, el cuál se trata de un libro llamado “Una cenicienta choca”, el cuál se basa en el arquetipo de las diversas historias de la Cenicienta de una mujer subyugada ya sea por su familia, la esclavitud por diferentes cosas y hay un joven, benefactor o donante, que en este caso es un ser mágico muy particular conoicido por los tabasqueños.
Entonces Gibrahm decidió crear una versión tabasqueña, ya que hace algunos años escribió una escaleta para presentar escénicamente el cuento, el cual fue estrenado en Villahermosa, el cual le gustó mucho a la gente.
“Yovanka me dijo un día que siempre había querido ilustrar un cuento infantil, entonces cómo ella sabe que yo la admiro mucho como artista dije, ahora es cuando”. Dijo, por lo que decidió proponerle que ella ilustrara su cuento.
El libro será presentado el 2 de julio en la casa de los cuentos, casa Alebrijes Centro Cultural, ubicada en la calle Hidalgo número 204 donde estará a la venta, además de que ahí se realizan eventos los sábados.
Leonella mencionó que algo que rescata el cuento es la esencia tabasqueña, la cual también está reflejada en la ilustración, en los detalles, en el lenguaje del cuento, lo cual resulta muy entretenido para los tabasqueños.
Gibrahm dijo que lo bueno de los cuentos tradicionales es que en su estructura son universales, pero adquieren “la piel de quien lo cuenta, la raíz del lugar donde se narra” mencionó.
“Está escrito en choco ahí suena a tamborileros, chico che, sabe a pozol, trate de no hacerlo tan particular, sino que la gente de fuera puedan disfrutarlo, los cuentos se tratan de compartir. Cuando yo voy a fuera a contar cuentos, le llevo un pedacito de Tabasco a mis amigos de los otros estados” mencionó.
Leonella mencionó que cuando ella era niña se fijaba en cada detalle de los libros ilustrados, lo cual le parece muy interesante, por eso quiso hacer todas las ilustraciones muy detallistas, ya que tienen muchas líneas.