Las aguas encantadas de Huimanguillo

En la entrada principal de una comunidad cercana a la cabecera municipal, se erige una enigmática y milenaria ceiba. Nació ahí muchos años antes de que ese lugar fuera colonizado por algunas familias que se asentaron a sus costados. Con el paso del tiempo llegaron más pobladores y habiendo grandes extensiones de tierras decidieron ocupar solo una pequeña porción para construir sus casas.

Lee más: La invocación ocurrida en Huimanguillo

Fuera de ese lugar en lo más recóndito de la ranchería se encuentra todavía hoy en día entre la maleza un mantón de agua muy parecido a una laguna de aguas cristalinas, que atraviesa páramos solitarios. Por momento se le ve quieta y en ocasiones se ven grandes ondas, como si algo se moviera debajo de la superficie, el silencio imperante en ese lugar provoca que se escuche el burbujeo del agua como cuando algo se zambulle, pero lo más desconcertante es lo que no se ve, lo invisible al ojo humano.

Al igual que la Estigia del inframundo griego, estas aguas habían reclamado la vida de muchas personas por eso nunca la gente solía bañarse ellas. Se pensaba que nada más al meter los pies, el agua los arrastraría al fondo y ya no saldrían jamás, porque antes de ahogarse serían devorados por lo que en ella habitaba.

Cansados por el temor que entre las mujeres y niños imperaba, tres hombres decidieron demostrar que todo era un simple cuento de la gente y que nada extraordinario pasaba en ese lugar, así que llenaron los morrales con comida y algunos elementos religiosos para vencer a todo lo malo que pudieran encontrarse; emprendieron la marcha acompañados por dos perros extremadamente bravos.

Habían pasado siete días desde la aparición del barco fantasma y desde la visita de muchos curiosos por ese lugar no se hicieron esperar Foto: Cortesía | Pixabay

Cansado por el camino recorrido se apostaron a la orilla de aquel cuerpo de agua en espera de que algo extraordinario sucediera; pero el primer día no ocurrió nada fuera de lo normal. Al siguiente día durante su espera los sorprendió la lluvia, que sin ser intensa los empapó, mientras que los perros buscaban guarecerse debajo de la largas y anchas hojas del platanar, fuera de eso no pasó absolutamente nada, así que regresaron a sus casas convencidos de que en aquel lugar no ocurría nada extraño.

- Mañana ya no los acompañaré, voy aprovechar el tiempo para terminar de sembrar mi maíz y limpiar mi terreno, yo no creo que esa laguna tenga algo malo o pasen cosas fuera de lo normal comentó uno de los hombres.

-Está bien, iremos nosotros solos- dijo uno de ellos.

Al siguiente día durante su espera los sorprendió la lluvia Foto: Cortesía | Pixabay

Al siguiente día el hombre que había dicho no ir estaba listo esperando a sus dos compañeros, cuando le preguntaron que le había hecho cambiar de opinión, solo contestó:

-No lo sé.

Para cuando se dispusieron a ir eran las seis de la mañana, así que llegaron un poco más temprano que los días anteriores, el ladrido de los perros los alertó de la presencia de algo y quedaron estupefactos cuando vieron la vieja y lamosa proa de un gran barco de madera, parecía que llevaba muchos años hundido, los tres hombres se preguntaban cómo es que no lo habían visto antes, imaginaron que en el fondo de la laguna debían de yacer un tesoro o los cuerpos de los tripulantes de la embarcación.

Corrieron a sus casas con la noticia de lo que habían visto, por fin se develaba el misterio de aquel lugar, pero faltaría aun algo más incomprensible para la mente humana.

Con el paso del tiempo llegaron más pobladores y habiendo grandes extensiones de tierras decidieron ocupar solo una pequeña porción para construir sus casas. Foto: Cortesía | Pixabay

Pronto se corrió el rumor entre los lugareños del barco fantasma que habitaba en aquellas aguas, que a veces se podía ver y muchas veces era imposible su avistamiento. Al mismo tiempo que ocurría algo inexplicable cuando se secaba completamente, pero donde estaba el barco seguía con agua, esto sorprendía a los lugareños pues jamás habían visto algo así.

Habían pasado siete días desde la aparición del barco fantasma y desde la visita de muchos curiosos por ese lugar no se hicieron esperar, cuando un hombre de edad avanzada que estaba cerca de la laguna, en busca de leña para hacer fuego y poder cocinar sus alimentos diarios, vio a lo lejos el dorso de lo que parecía ser una mujer que se encontraba sentada en la cubierta del barco fantasma, no pudo ver la cara por lo lejos que se encontraba de él, pero quedó atónito y paralizado cuando vio que sus piernas eran como la cola de un enorme pez.

Todavía hasta nuestros tiempos hay quienes dicen haber visto a este ser, aunque sin el canto que caracteriza a estas criaturas, según la mitología. Cuenta los pescadores de la zona que nunca se puede sacar pescados de aquel lugar, a menos que se le pidiera permiso a aquella criatura y que ellas se los conceda.