“El duelo es algo bueno, es la forma de ir a través de las transiciones de la vida” Rick Warren.
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Desde que la pandemia de Covid-19 se instaló en nuestras vidas, las sillas vacías en la mesa han ido en aumento, y es que la muerte siempre llega sin avisar, dejando un enorme vacío y muchas preguntas en aquellos que se quedan sin respuestas.
“Uno no puede ir por la vida sin dolor. Lo que podemos hacer es elegir el dolor que la vida nos presenta” Bernie S. Siegel.
El afrontar la pérdida de un ser querido es un camino rocoso que solo puede ser transitado en compañía, a través de la red de apoyo que representan los amigos y familiares, pero también de herramientas y profesionales que ayuden a resignificar la idea que se tiene de la muerte.
¿Qué es la tanatología?
Es en este sentido, la tanatología se define como el estudio de la vida que incluye a la muerte, busca proporcionar ayuda profesional a aquellos que han sufrido una pérdida, pero también a aquellos que se encuentran atravesando una enfermedad en etapa terminal y necesitan transitar su propia muerte.
“La muerte no existe, la gente sólo muere cuando la olvidan, si puedes recordarme siempre estaré contigo”. Isabel Allende, escritora chilena.
Se considera una ciencia desde los años 50 y aunque no sustituye una terapia psicológica, se utiliza de manera interdisciplinaria junto con otras estrategias para establecer una relación más significativa con la vida, aceptando que nadie en el mundo está exento a la muerte.
En el caso de los enfermos terminales, lo que la tanatología busca, es orientar al enfermo a aceptar su propia realidad, ayudarlo a resolver cualquier circunstancia que pudiera quedar inconclusa y ofrecerle una partida digna.
Las fases del duelo
Aunque varía dependiendo los especialistas, se consideran 5 etapas básicas que se transitan ante la pérdida de un ser querido, este proceso no es lineal ni tiene un orden específico, ya que algunas personas pueden sentir todos o solo dos o tres, dependiendo el caso.
Y aunque no tiene un orden en específico, la realidad es que si tiene un principio y un final establecido, el primer paso es la negación, el momento en que la persona no concibe la pérdida y busca como mecanismo de defensa alejarse de cualquier cosa que le sugiera que ha perdido a su ser querido.
Otro de los sentimientos recurrentes es la ira o culpa, se puede estar enojado con las circunstancias, con Dios, con los médicos en caso de enfermedad, aunque también se puede estar enojado con el mismo muerto por haberse ido, pese a que esto no estaba en sus manos.
Lo mismo sucede con la culpa, se puede sentir culpa por no haber hecho lo suficiente, por no haber estado con la persona fallecida en el momento de su muerte o por haberlo dejado ir, en caso de que la muerte fuera en un accidente.
Otra de las etapas es la negociación, se busca negociar con la vida, con Dios, muchas veces la gente cree que si empieza a ser buena desde ese momento mágicamente la vida le devolverá a sus seres queridos o al menos hará que ya no sucedan cosas trágicas en su vida, sin embargo, la vida solo ES, tal y como tiene que ser, no como quisiéramos que fuera.
Una de las fases más difíciles es la depresión, etapa en la que muchas personas se instalan y se quedan por años, no hay más que explicar, es el sentimiento de profundo vacío, de melancolía, de añoranza enfermiza que no deja ver a los dolientes las presencias, sino que los ciega para solo fijarse en las ausencias. “La vida no puede edificarse con ladrillos que ya no están”.
Sin embargo, hay una última etapa, no negociable, no intercambiable, la aceptación. En esta etapa el doliente entiende lo que pasó, lo asimila y aunque no está de acuerdo con eso, entiende que no está en sus manos hacer algo para cambiarlo. Comienza a retomar sus hábitos, su vida comienza a estabilizarse, y es entonces ahí cuando comienza a darle un nuevo significado al hecho de estar vivo.
¿Cómo resignificar una pérdida?
Aunque para cada quien afrontar una pérdida es un muro que tiene que derribar solo, la realidad es que todos los especialistas consideran que es necesario contar con una red de apoyo que ayude a contener las emociones, sobre todo en aquellas personas con diagnóstico clínicio con tendencia al suicidio.
Hablar del tema las veces suficientes como para ver el suceso desde diferentes ángulos y no desde la victimización ni la culpa, ayuda a entender que en la vida si hay algo certero, es que todos estamos destinados a morir, nadie nos dió un contrato al nacer que dijera que éramos inmunes a la muerte, ni se firmó ningún papel que nos prometiera que dicha muerte sería hasta la vejez, la vida simplemente es.
Resignificar los recuerdos es necesario, agradecer por los momentos, dejar ir los recuerdos malos y sobre todo no contener el llanto, las lágrimas son un analgésico natural, si se contienen se atoran y solo dejan un bloqueo emocional que tarda más en sanar.
Y finalmente, buscar ayuda profesional en caso de ser necesario.