El hipo en los perros es, al igual que en los humanos, un evento fisiológico que no tiene, en principio, ninguna relevancia clínica. Tan solo cuando no remite podemos pensar en que hay alguna patología asociada.
El hipo normal, más habitual en cachorros, no le supone al perro ninguna molestia y cesará espontáneamente en cuestión de minutos. Pero si se repite con frecuencia no está de más que sigamos algunas pautas para controlarlo.
LAS CAUSAS
En general, la causa desencadenante del hipo no suele revestir gravedad y desaparece tan rápido como se ha presentado. Entre las más comunes encontramos las siguientes, más frecuentes en los perros más jóvenes o nerviosos:
- Comer o beber con excesiva rapidez.
- Trastornos digestivos.
- Nerviosismo o emociones intensas tanto positivas como negativas.
-
SOLUCIONES PARA REMEDIARLO
El hipo ocasional remite por sí mismo de forma espontánea, sin necesidad de que tengamos que intervenir. Pero si observamos que nuestro perro tiene hipo cada vez que come o bebe rápido, sí podemos tomar medidas para evitarlo en lo posible. Lo mismo sucede si su hipo se debe a una intensa emoción.
En cambio, en los casos en los que haya algún trastorno digestivo o cualquier otra patología, como las que afectan al sistema nervioso, es normal que notemos otros síntomas. Si es la situación de nuestro perro hay que ponerlo en conocimiento del veterinario. Será este profesional quien diagnostique la causa, paso imprescindible para iniciar un tratamiento.
Por otra parte, si la ansiedad por la comida se mantiene, también debemos acudir a la clínica para descartar problemas de salud que cursen con el incremento del apetito o un fallo en la alimentación que le estamos proporcionando a nuestro perro.