Una noche del año 1934 en la que llovía a cántaros como mal presagio de lo que acontecería, los relámpagos dejaban entrever la silueta de ocho hombres que llevan un cuerpo dentro de una hamaca; su paso firme y veloz pareciera que se escondían de alguien.
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La llegada de las huestes del Sagitario Rojo a Mecatepec puso nerviosos a todos los pobladores que corrieron a esconder todas las representaciones de sus santos, pues su régimen político quería suprimir la religión; los moradores decidieron sacar a escondidas a un Cristo crucificado esculpido en madera de cedro al que llamaban el Señor de la Salud.
Al desprender el Cristo de la ermita donde estaba colocado, solo quedó plasmada la silueta en la pared y fue eso lo que encontraron las tropas de Garrido, quienes furiosos por este hecho decidieron inmediatamente destruir la iglesia que se había erigido en su honor. Cuentan que la pared donde estaba el Cristo de la salud la derribaron con un disparo de cañón.
Para transportarlo, los lugareños armaron una hamaca con dos palos largos y una sábana; su objetivo era salir del estado de Tabasco, aunque el camino fuera inseguro y tuvieran que recorrer muchos kilómetros, ellos querían evitar que los enviados del gobierno lo destruyeran.
Nadie sabe a cierta ciencia como llegó el Señor de la Salud a este lugar, pues a finales del siglo XVII muchas comunidades cambiaron su asentamiento por los constantes ataques de piratas ingleses, por lo que el pueblo de Mecatepec se movilizó tierra adentro del municipio de Huimanguillo; lo que sí conocen muy bien es de los milagros que ha obrado a la comunidad, los cuales han traspasado fronteras, tan es así que peregrinos del vecino pueblo de Cosoleacaque llegaban en romería hasta Mecatepec con la finalidad de conjurar las frecuentes epidemias que asolaban las costas del Golfo de México.
Durante mucho tiempo anduvo a salto de mata por diversos lugares, a veces escondido en el monte, otras tantas de pueblo en pueblo, hasta que llega a Ixtahuatlán del Sureste, donde permaneció un buen tiempo; al seguir la persecución lo trasladaron al pueblo de Moloacán; sin embargo, a mediados de 1934 lo llevaron a la parroquia de San José en Puerto México, que hoy es la ciudad de Coatzacoalcos en el estado de Veracruz.
Estaba por culminar el periodo presidencial de Plutarco Elías Calles y por consiguiente la esperanza de que también terminara la persecución religiosa. Todo parecía indicar que el Cristo se quedaría en Coatzacoalcos porque los perseguidores no se resignaban a desaparecer. Pero tal vez, movidos por los lazos de amistad, así como la fe comunal entre Cosoleacaque y Mecatepec, es que los pobladores que huían del anticlericaismo tabasqueño deciden llevar al Cristo de la Salud a Cosoleacaque, Veracruz.
Después de casi cuatro años de aquella apresurada salida de Mecatepec, el Señor de la Salud llega a Cosoleacaque, Veracruz, el 26 de julio de 1938 fue recibido por el presbítero Pedro Olivera, justo cuando el azote de la persecución se había extinguido en el estado de Tabasco.
A pesar de las penurias que por mucho tiempo pasó, el Señor de la Salud no tuvo mayores daños, solo le repararon la cabellera, el dedo medio de la mano derecha y el talón del pie izquierdo, pues a pesar de que estuvo escondido en muchos lugares, ni la tierra o la humedad lo deterioraron.
Cuentan que se han encontrado las huellas de los pies del señor de la Salud debajo de su imagen, como si se quisiera regresar a su lugar en Mecatepec.
