/ viernes 8 de octubre de 2021

ARTILUGIOS: Se cayó el sistema

En un mundo donde la tecnología y las redes sociales se han apoderado de la humanidad, pasar siete horas sin ellas es una catástrofe mundial

El pasado lunes, el mundo entero se puso de cabeza ante la caída de las plataformas digitales más poderosas a nivel mundial: Facebook, Whatsapp e Instagram estuvieron fuera de línea por más de siete horas, causando angustia y confusión entre sus usuarios.

Lee más: Una actualización provocó la caída de Face, Whats e Insta

Al respecto, el escritor y dramaturgo Vicente Gómez nos habla del impacto que la falla en dichas plataformas tuvo entre los individuos, dado su arraigo actual en cada actividad.

Foto: Cortesía | AFP

Lo que sucede cuando algo se arraiga de tal manera en el individuo - ¿debo decir también “individua”? - que, al perderlo, se cae el mundo. Su mundo.

También lee: WhatsApp, Telegram o Signal: ¿quién es quién en las apps de mensajería?

Algo así ocurrió el pasado lunes cuando las redes sociales WhatsApp, Facebook e Instagram desaparecieron por casi 7 horas. Siete horas donde el público dejó de enviar mensajes, de recibirlos, de saber lo que Facebook o Instagram decían de una cosa o de la otra, de un personaje o de otro. Alguien quiso hacerse el interesante diciendo que encontró la paz. La paz no está en redes, dirían Les luthieres, La Paz está en Bolivia.


Bromas aparte, ¿cómo recibió la caída de estas redes el lector? Beneplácito, ingenuidad, perversión, paranoia, lujuria, abominación. Lo cierto es que, por casi siete horas, la humanidad regresó a los dorados tiempos donde las redes no existían, donde no dependíamos de un teléfono móvil que des/ordenase nuestras vidas. Cuando teníamos que hablar, forzosamente con quien estuviera al lado. Algunos dijeron que volvieron a leer, supongo que la lectura quedó incompleta al volver el sistema.

Sigue leyendo: ¡Al fin! Regresaron Facebook, Whatsapp e Instagram

Recuerde el lector la película Dr. Cable (1996) en español, donde Jim Carrey es un instalador de cable que se adhiere a sus víctimas, es decir, a todos los que instala el servicio de cable. Matthew Broderick cae en la trampa para encontrarse de repente en las garras del tipo del cable que dirige su vida, sus relaciones, su agenda, su trabajo. Jim Carrey, con sus exageradas dotes de actuación que en la cinta La máscara (1994) resultaron muy graciosas, en esta cinta desmantela un caso que es verdaderamente aterrador. Lo relevante de esta cinta es que, en algún momento, el cable desaparece, se evade, se esfuma, se revierte. El individuo promedio se queda petrificado ante la pantalla del televisor donde solo se ve el puntito blanco. Desolado se vuelve a la mesita junto a él donde encuentra un libro - Moby Dick para más señas - lo toma y se pone a leerlo.

Te sugerimos leer: Caída de Fb, Insta y whatsapp desata ola de memes en Twitter

(El lema del Consejo Nacional de la Publicidad, siempre errático, dijo en algún momento: Apaga la tele, enciende un libro. Sobre esto habrá un artilugio, no lo duden).

Otros se dieron a la tarea de replicar, retrucar, imponer la idea que la caída del sistema era una amenaza de hackers, esos jovencitos o adultos jóvenes que buscan sabotear la economía, la sociedad, la búsqueda de la libertad. Todo eso que vemos, o vimos, en las películas ochenteras como Juegos de guerra (1983) parece que ocurrió el lunes pasado.

Foto: Cortesía | Reuters

Mark Zuckerberg ofreció una explicación que nadie creyó. Es culpa nuestra, no hay conspiración que valga. Hay quien culpó al gobierno de sus países, los hay que adujeron al inicio del Apocalipsis, algunos más hablaban ya de la llegada extraterrestre. Nadie sabe, bien a bien, qué ocurrió. El caso es que los usuarios, esos mismos que forjan su vida alrededor de su teléfono móvil, tomaron el fenómeno como un aliciente para confiar en los programadores o dueños de las redes.

Síguenos en Facebook: @elheraldodetab y en Twitter: @heraldodetab

He aquí un dato curioso De acuerdo con la agencia Bloomberg , la riqueza del dueño de Facebook, Mark Zuckerberg, se redujo en más de 7 mil millones de dólares tan solo este día, lo que representa 143 mil 850 millones de pesos. Por este motivo, el patrimonio del dueño de Facebook se redujo a 120 mil 900 millones de dólares, y quedó por debajo de Bill Gates en el quinto lugar del índice Bloomberg Billionaires. Finalmente, no quedó en la miseria el señor Zuckerberg.

Lo impresionante son estos números que van más allá de la aceptación de la riqueza. En un país como el nuestro donde hay más de setenta millones de pobres, pensar que un señor pierde dinero por la caída del sistema, por la falla en los servidores, por alguna argucia que aun no han descubierto, parece más una cinta de ciencia ficción que un caso narratológico. Desmenucemos el caso.

También lee: Acciones de Facebook recuperan valor después de falla masiva

La cifra es verdaderamente alta. Al usar estas redes no solo invertimos horas de nuestra vida sino realizamos un desliz en nuestros cerebros. Nos encaminamos directamente a una generación que no va a pensar. Que solo admitirá en su cerebro lo que contenga imágenes - formas, colores, figuras, destellos - la letra, por estar en blanco y negro, no se tomará en cuenta. Recuerdo un alumno en una clase de Apreciación cinematográfica que no ponía atención a la cinta porque estaba en blanco y negro, y eso no es moderno. Otro más, un director de bibliotecas dijo que eso era demasiado anticuado, descartando del espectro del conocimiento a Chaplin, Buster Keaton, el gordo y el flaco así como muchas cintas que se ofrecen como las primeras en emocionar al público conformando el binomio cine/espectador.

Foto: Cortesía | Informador

Nuestras madres nos decían que no viéramos tan de cerca la pantalla del televisor porque destruía la vista. Hoy pegamos los ojos lo más posible al móvil probablemente para proteger lo que está en nuestra pantalla o lo hacemos porque ya nuestra vista se cansó. O porque hay un secreto que solo nosotros sabemos y no queremos revelarlo. Pasamos más horas en el teléfono, ante los desaguisados de las redes que ante otros indicios de mayor interés. El móvil se volvió el artefacto más importante en nuestras vidas. No podemos vivir sin él ni sin su contenido. Ahí viene a caer todo. Fotos, notas, recuerdos, videos, información, contactos.

Recuerdo los viejos tiempos. Tenías guardados en la memoria, en algún lugar recóndito del cerebelo, más de 100 teléfonos. Los que no eran de uso cotidiano permanecían en el directorio personal. Nadie se sabe de memoria un número el día de hoy. ¿Para qué? La memoria la tiene el teléfono, la mía es para guardar otras cosas. ¿Cómo qué? Nadie sabe decirme. Los jóvenes de la generación de cristal dicen solamente “pues algo, eso que me interesa”. ¿Cómo qué? La generación mía - a la que llaman Baby boomers, como si fuera ropa interior femenina, la que usaron las abuelitas o tías de principios del siglo pasado - tampoco es más brillante. “Ahí veo lo que me gusta”. ¿Cómo qué? “Pues eso, lo que me gusta”. Puedo seguir en ese tono.

Si atisbamos las plays lists de cualquiera de esos jovenzuelos, encontraremos billones de mala música. Solo algunos cuantos se ufanan que ellos tienen música de nivel y señalan a José José o a Mecano que, sin ser de mal gusto tampoco son lo mejorcito. Al caer las redes sociales encontramos que el mundo pareció caerse igualmente. O ese breve espacio del mundo en el que guardamos esa foto, esa canción, ese poema que pasará como nuestro legado mental, nuestro almacén viral donde viven los recuerdos que nadie nos dijo que guardáramos. Nadie dijo que no lo hiciéramos, eso es verdad.

¿Quién es Vicente Gómez Montero?

El escritor y locutor Vicente Gómez Montero, nació en 1964. Cultiva la palabra en ambas vertientes. Funda en 1998 la compañía de teatro Celestino Gorostiza, A.C., montando obras de reconocidos autores universales.

Vicente Gómez Montero, escritor y dramaturgo. Foto: Cortesía | Editorial Inspira Profundo

Premios:

  • Guiones de radio convocado por RTC, en 1984; premio Celestino Gorostiza de teatro convocado por INBA e ISSTE, en 1987; mención honorífica en guiones de radio del concurso Margarita Xirgú, convocado por REE, en 1987, y, en 1988 gana el concurso de cuentos convocado por Editorial Usumacinta.
  • Premio estatal de periodismo, José Ma. Bastar Sasso, referente a periodismo cultural en 1998. Ganador en 2004, del premio Celestino Gorostiza de teatro convocado por INBA, Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte del Estado de Tabasco y Universidad Juárez Autónoma de Tabasco con la obra El otro hijo.
  • Libros publicados Las puertas del infierno, relatos, 1996; Cuentos con las vocales, cuentos infantiles, 1999; Eroticón Plus, vv.aa., 2000 y Para un ambiente sin hombre, vv.aa. 2001. Además del libro de ensayos José Gorostiza, La palabra infinita, coedición Fondo Editorial Tierra Adentro y UJAT, vv.aa. 2001 y Antología de Teatro Infantil, publicada por EDIMUSA e ISSTE, donde presenta la obra de teatro El aprendiz del diablo, vv.aa. 1987.
  • Publica su libro de teatro Los órganos milagrosos por la Universidad Juárez Presenta la obra Así que pasen 500 años, de su autoría, dentro del marco del Festival Cultural CEIBA Tabasco 2004.
  • El 1 de septiembre de 2005 estrenó su obra El reposo del ogro, en el Teatro esperanza Iris. Su novela La enfermedad de la rosa se presentó en junio del 2006 dentro de las festividades de la Ciudad de Villahermosa. Publica en 2010, El cargador de juguetes, editorial GUESA. El IVEC (Instituto Veracruzano de Cultura) publica su libro de obras teatrales, Cuando las hadas se volvieron locas en 2011. Ganador en el año 2010 de la Muestra Estatal de Teatro con la obra de su autoría, Las lámparas no son estrellas sobre la vida de Esperanza Iris.
  • En el año 2011 presenta su obra La fortaleza de los nombres olvidados, en el teatro Esperanza Iris, dentro de la Temporada de Teatro organizada por el Instituto Estatal de Cultura. En 2012, estrena El triunfo de la mujer, basada en textos de tres dramaturgos mexicanos, dentro de las celebraciones de la Muestra Estatal de Teatro.
  • Estrena en abril de ese año, su obra La canción de Salo, divertimento musical para actores, café, guitarra, canciones y público interesado en el auditorio del Centro Cultural Villahermosa. Presenta en el auditorio de la UVM, la Pastorela Virreinal de Miguel Sabido en diciembre de 2013. En 2014 funda el grupo de teatro “Tras los rostros”, con jóvenes de distintos niveles universitarios, monta con ellos 6 obras de teatro de diversos autores. Además, dirige la obra de teatro de Octavio Paz, La hija de Rappaccini, inaugurando temporada en el Centro Cultural Villahermosa, diciembre de 2014.
  • Recibe en 2015 apoyo para proyectos culturales, otorgado por el IEC para realizar la dramaturgia de su obra de teatro Los otros 43.
  • Publica en 2015, La pandilla de la musa en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Publica en 2016, El príncipe y los sortilegios, Gobierno del Estado de Tabasco. En 2017, El árbol de los siete demonios, Ediciones de pasto verde y con Ediciones IP, El error de Titivillus, ambos libros de teatro.

El pasado lunes, el mundo entero se puso de cabeza ante la caída de las plataformas digitales más poderosas a nivel mundial: Facebook, Whatsapp e Instagram estuvieron fuera de línea por más de siete horas, causando angustia y confusión entre sus usuarios.

Lee más: Una actualización provocó la caída de Face, Whats e Insta

Al respecto, el escritor y dramaturgo Vicente Gómez nos habla del impacto que la falla en dichas plataformas tuvo entre los individuos, dado su arraigo actual en cada actividad.

Foto: Cortesía | AFP

Lo que sucede cuando algo se arraiga de tal manera en el individuo - ¿debo decir también “individua”? - que, al perderlo, se cae el mundo. Su mundo.

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Algo así ocurrió el pasado lunes cuando las redes sociales WhatsApp, Facebook e Instagram desaparecieron por casi 7 horas. Siete horas donde el público dejó de enviar mensajes, de recibirlos, de saber lo que Facebook o Instagram decían de una cosa o de la otra, de un personaje o de otro. Alguien quiso hacerse el interesante diciendo que encontró la paz. La paz no está en redes, dirían Les luthieres, La Paz está en Bolivia.


Bromas aparte, ¿cómo recibió la caída de estas redes el lector? Beneplácito, ingenuidad, perversión, paranoia, lujuria, abominación. Lo cierto es que, por casi siete horas, la humanidad regresó a los dorados tiempos donde las redes no existían, donde no dependíamos de un teléfono móvil que des/ordenase nuestras vidas. Cuando teníamos que hablar, forzosamente con quien estuviera al lado. Algunos dijeron que volvieron a leer, supongo que la lectura quedó incompleta al volver el sistema.

Sigue leyendo: ¡Al fin! Regresaron Facebook, Whatsapp e Instagram

Recuerde el lector la película Dr. Cable (1996) en español, donde Jim Carrey es un instalador de cable que se adhiere a sus víctimas, es decir, a todos los que instala el servicio de cable. Matthew Broderick cae en la trampa para encontrarse de repente en las garras del tipo del cable que dirige su vida, sus relaciones, su agenda, su trabajo. Jim Carrey, con sus exageradas dotes de actuación que en la cinta La máscara (1994) resultaron muy graciosas, en esta cinta desmantela un caso que es verdaderamente aterrador. Lo relevante de esta cinta es que, en algún momento, el cable desaparece, se evade, se esfuma, se revierte. El individuo promedio se queda petrificado ante la pantalla del televisor donde solo se ve el puntito blanco. Desolado se vuelve a la mesita junto a él donde encuentra un libro - Moby Dick para más señas - lo toma y se pone a leerlo.

Te sugerimos leer: Caída de Fb, Insta y whatsapp desata ola de memes en Twitter

(El lema del Consejo Nacional de la Publicidad, siempre errático, dijo en algún momento: Apaga la tele, enciende un libro. Sobre esto habrá un artilugio, no lo duden).

Otros se dieron a la tarea de replicar, retrucar, imponer la idea que la caída del sistema era una amenaza de hackers, esos jovencitos o adultos jóvenes que buscan sabotear la economía, la sociedad, la búsqueda de la libertad. Todo eso que vemos, o vimos, en las películas ochenteras como Juegos de guerra (1983) parece que ocurrió el lunes pasado.

Foto: Cortesía | Reuters

Mark Zuckerberg ofreció una explicación que nadie creyó. Es culpa nuestra, no hay conspiración que valga. Hay quien culpó al gobierno de sus países, los hay que adujeron al inicio del Apocalipsis, algunos más hablaban ya de la llegada extraterrestre. Nadie sabe, bien a bien, qué ocurrió. El caso es que los usuarios, esos mismos que forjan su vida alrededor de su teléfono móvil, tomaron el fenómeno como un aliciente para confiar en los programadores o dueños de las redes.

Síguenos en Facebook: @elheraldodetab y en Twitter: @heraldodetab

He aquí un dato curioso De acuerdo con la agencia Bloomberg , la riqueza del dueño de Facebook, Mark Zuckerberg, se redujo en más de 7 mil millones de dólares tan solo este día, lo que representa 143 mil 850 millones de pesos. Por este motivo, el patrimonio del dueño de Facebook se redujo a 120 mil 900 millones de dólares, y quedó por debajo de Bill Gates en el quinto lugar del índice Bloomberg Billionaires. Finalmente, no quedó en la miseria el señor Zuckerberg.

Lo impresionante son estos números que van más allá de la aceptación de la riqueza. En un país como el nuestro donde hay más de setenta millones de pobres, pensar que un señor pierde dinero por la caída del sistema, por la falla en los servidores, por alguna argucia que aun no han descubierto, parece más una cinta de ciencia ficción que un caso narratológico. Desmenucemos el caso.

También lee: Acciones de Facebook recuperan valor después de falla masiva

La cifra es verdaderamente alta. Al usar estas redes no solo invertimos horas de nuestra vida sino realizamos un desliz en nuestros cerebros. Nos encaminamos directamente a una generación que no va a pensar. Que solo admitirá en su cerebro lo que contenga imágenes - formas, colores, figuras, destellos - la letra, por estar en blanco y negro, no se tomará en cuenta. Recuerdo un alumno en una clase de Apreciación cinematográfica que no ponía atención a la cinta porque estaba en blanco y negro, y eso no es moderno. Otro más, un director de bibliotecas dijo que eso era demasiado anticuado, descartando del espectro del conocimiento a Chaplin, Buster Keaton, el gordo y el flaco así como muchas cintas que se ofrecen como las primeras en emocionar al público conformando el binomio cine/espectador.

Foto: Cortesía | Informador

Nuestras madres nos decían que no viéramos tan de cerca la pantalla del televisor porque destruía la vista. Hoy pegamos los ojos lo más posible al móvil probablemente para proteger lo que está en nuestra pantalla o lo hacemos porque ya nuestra vista se cansó. O porque hay un secreto que solo nosotros sabemos y no queremos revelarlo. Pasamos más horas en el teléfono, ante los desaguisados de las redes que ante otros indicios de mayor interés. El móvil se volvió el artefacto más importante en nuestras vidas. No podemos vivir sin él ni sin su contenido. Ahí viene a caer todo. Fotos, notas, recuerdos, videos, información, contactos.

Recuerdo los viejos tiempos. Tenías guardados en la memoria, en algún lugar recóndito del cerebelo, más de 100 teléfonos. Los que no eran de uso cotidiano permanecían en el directorio personal. Nadie se sabe de memoria un número el día de hoy. ¿Para qué? La memoria la tiene el teléfono, la mía es para guardar otras cosas. ¿Cómo qué? Nadie sabe decirme. Los jóvenes de la generación de cristal dicen solamente “pues algo, eso que me interesa”. ¿Cómo qué? La generación mía - a la que llaman Baby boomers, como si fuera ropa interior femenina, la que usaron las abuelitas o tías de principios del siglo pasado - tampoco es más brillante. “Ahí veo lo que me gusta”. ¿Cómo qué? “Pues eso, lo que me gusta”. Puedo seguir en ese tono.

Si atisbamos las plays lists de cualquiera de esos jovenzuelos, encontraremos billones de mala música. Solo algunos cuantos se ufanan que ellos tienen música de nivel y señalan a José José o a Mecano que, sin ser de mal gusto tampoco son lo mejorcito. Al caer las redes sociales encontramos que el mundo pareció caerse igualmente. O ese breve espacio del mundo en el que guardamos esa foto, esa canción, ese poema que pasará como nuestro legado mental, nuestro almacén viral donde viven los recuerdos que nadie nos dijo que guardáramos. Nadie dijo que no lo hiciéramos, eso es verdad.

¿Quién es Vicente Gómez Montero?

El escritor y locutor Vicente Gómez Montero, nació en 1964. Cultiva la palabra en ambas vertientes. Funda en 1998 la compañía de teatro Celestino Gorostiza, A.C., montando obras de reconocidos autores universales.

Vicente Gómez Montero, escritor y dramaturgo. Foto: Cortesía | Editorial Inspira Profundo

Premios:

  • Guiones de radio convocado por RTC, en 1984; premio Celestino Gorostiza de teatro convocado por INBA e ISSTE, en 1987; mención honorífica en guiones de radio del concurso Margarita Xirgú, convocado por REE, en 1987, y, en 1988 gana el concurso de cuentos convocado por Editorial Usumacinta.
  • Premio estatal de periodismo, José Ma. Bastar Sasso, referente a periodismo cultural en 1998. Ganador en 2004, del premio Celestino Gorostiza de teatro convocado por INBA, Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte del Estado de Tabasco y Universidad Juárez Autónoma de Tabasco con la obra El otro hijo.
  • Libros publicados Las puertas del infierno, relatos, 1996; Cuentos con las vocales, cuentos infantiles, 1999; Eroticón Plus, vv.aa., 2000 y Para un ambiente sin hombre, vv.aa. 2001. Además del libro de ensayos José Gorostiza, La palabra infinita, coedición Fondo Editorial Tierra Adentro y UJAT, vv.aa. 2001 y Antología de Teatro Infantil, publicada por EDIMUSA e ISSTE, donde presenta la obra de teatro El aprendiz del diablo, vv.aa. 1987.
  • Publica su libro de teatro Los órganos milagrosos por la Universidad Juárez Presenta la obra Así que pasen 500 años, de su autoría, dentro del marco del Festival Cultural CEIBA Tabasco 2004.
  • El 1 de septiembre de 2005 estrenó su obra El reposo del ogro, en el Teatro esperanza Iris. Su novela La enfermedad de la rosa se presentó en junio del 2006 dentro de las festividades de la Ciudad de Villahermosa. Publica en 2010, El cargador de juguetes, editorial GUESA. El IVEC (Instituto Veracruzano de Cultura) publica su libro de obras teatrales, Cuando las hadas se volvieron locas en 2011. Ganador en el año 2010 de la Muestra Estatal de Teatro con la obra de su autoría, Las lámparas no son estrellas sobre la vida de Esperanza Iris.
  • En el año 2011 presenta su obra La fortaleza de los nombres olvidados, en el teatro Esperanza Iris, dentro de la Temporada de Teatro organizada por el Instituto Estatal de Cultura. En 2012, estrena El triunfo de la mujer, basada en textos de tres dramaturgos mexicanos, dentro de las celebraciones de la Muestra Estatal de Teatro.
  • Estrena en abril de ese año, su obra La canción de Salo, divertimento musical para actores, café, guitarra, canciones y público interesado en el auditorio del Centro Cultural Villahermosa. Presenta en el auditorio de la UVM, la Pastorela Virreinal de Miguel Sabido en diciembre de 2013. En 2014 funda el grupo de teatro “Tras los rostros”, con jóvenes de distintos niveles universitarios, monta con ellos 6 obras de teatro de diversos autores. Además, dirige la obra de teatro de Octavio Paz, La hija de Rappaccini, inaugurando temporada en el Centro Cultural Villahermosa, diciembre de 2014.
  • Recibe en 2015 apoyo para proyectos culturales, otorgado por el IEC para realizar la dramaturgia de su obra de teatro Los otros 43.
  • Publica en 2015, La pandilla de la musa en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Publica en 2016, El príncipe y los sortilegios, Gobierno del Estado de Tabasco. En 2017, El árbol de los siete demonios, Ediciones de pasto verde y con Ediciones IP, El error de Titivillus, ambos libros de teatro.

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