/ sábado 14 de diciembre de 2019

Tabasco político | Ojalá, y no resulte una decepción más

Desde que perversa e infamemente tramaron la aprensión de Juan Cano Torres y sus principales colaboradores, desde la secretaría de Gobierno, en el mandato de Andrés Rafael Granier Melo, Tabasco, perdió la paz y tranquilidad que tuvo hasta el gobierno de Manuel Andrade Díaz.

De entonces a la fecha han desfilado por la ex secretaría de Seguridad Pública (SSP), ahora denominada, secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), militares y civiles, y ninguno cumplió con las expectativas que levantaron sus nombramientos.

Literalmente: ¡¡fracasaron!!

Los delitos del fuero común y del fuero federal se dispararon a niveles nunca vistos.

El caso es que unos y otros, fueron avasallados por la delincuencia organizada y no. Los generales Francisco Fernández Solís (a quien intentaron matar), Alberto Espinoza Ramírez y Héctor Sánchez Gutiérrez culparon de su derrota al entonces poderosísimo encargado de la política interna, Humberto Domingo Mayans Canabal.

Justificación, cierta en parte, que de ninguna manera borra las incompetencias e ineficacias demostradas por los mandos militares.

Sergio López Uribe, llevado de la mano a la SSP, por Mayans Canabal, fue el que al final del sexenio granierista, metió un poco de orden.

Que se perdió completamente con la llegada desafortunada de Audomaro Martínez Zapata. Y que tomó dimensiones desconocidas con los que lo relevaron.

Me refiero a los también militares: Sergio Ricardo Martínez Cruz y Miguel Ángel Matamoros.

Sin dejar de mencionar, al civil Jorge Alberto Aguirre Carbajal, quien por razones inexplicables se mantuvo seis meses en el gobierno de Adán Augusto López Hernández.

Inexplicables, porque sus resultados fueron atroces, ignominiosos. Tanto con Núñez Jiménez como con López Hernández.

Ante la presión popular, fue relevado por Ángel Mario Balcázar Martínez, que, a casi cinco meses de su designación, fue sustituido -anteayer- por Hernández Bermúdez Requena.

Que al igual que los titulares del TSJ y de la FG, Enrique Priego Oropeza y Jaime Lastra Bastar, llega avalado por propios y extraños.

Fue director Operativo de la policía en el trienio de Manuel Gurria Ordóñez cuando Lastra Bastar fue el mandamás. También director General del CRESET y operador destacado de la logística de los ex mandatarios Roberto Madrazo Pintado y Manuel Andrade Díaz.

Toda una “chucha cuerera”.

Institucional, profesional, efectivo, eficaz, duro y conocedor del bajo mundo.

Su designación causó una muy buena impresión en la sociedad civil y política de la entidad.

Cierto, son otros tiempos, otras circunstancias y condiciones sociales, económicas y políticas, empero, hay plena confianza en él.

Ojalá y no decepcione, como sus antecesores, y cumpla a carta cabal el respaldo de los gobernados, de lo contrario, Dios nos agarre confesados.

Desde que perversa e infamemente tramaron la aprensión de Juan Cano Torres y sus principales colaboradores, desde la secretaría de Gobierno, en el mandato de Andrés Rafael Granier Melo, Tabasco, perdió la paz y tranquilidad que tuvo hasta el gobierno de Manuel Andrade Díaz.

De entonces a la fecha han desfilado por la ex secretaría de Seguridad Pública (SSP), ahora denominada, secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), militares y civiles, y ninguno cumplió con las expectativas que levantaron sus nombramientos.

Literalmente: ¡¡fracasaron!!

Los delitos del fuero común y del fuero federal se dispararon a niveles nunca vistos.

El caso es que unos y otros, fueron avasallados por la delincuencia organizada y no. Los generales Francisco Fernández Solís (a quien intentaron matar), Alberto Espinoza Ramírez y Héctor Sánchez Gutiérrez culparon de su derrota al entonces poderosísimo encargado de la política interna, Humberto Domingo Mayans Canabal.

Justificación, cierta en parte, que de ninguna manera borra las incompetencias e ineficacias demostradas por los mandos militares.

Sergio López Uribe, llevado de la mano a la SSP, por Mayans Canabal, fue el que al final del sexenio granierista, metió un poco de orden.

Que se perdió completamente con la llegada desafortunada de Audomaro Martínez Zapata. Y que tomó dimensiones desconocidas con los que lo relevaron.

Me refiero a los también militares: Sergio Ricardo Martínez Cruz y Miguel Ángel Matamoros.

Sin dejar de mencionar, al civil Jorge Alberto Aguirre Carbajal, quien por razones inexplicables se mantuvo seis meses en el gobierno de Adán Augusto López Hernández.

Inexplicables, porque sus resultados fueron atroces, ignominiosos. Tanto con Núñez Jiménez como con López Hernández.

Ante la presión popular, fue relevado por Ángel Mario Balcázar Martínez, que, a casi cinco meses de su designación, fue sustituido -anteayer- por Hernández Bermúdez Requena.

Que al igual que los titulares del TSJ y de la FG, Enrique Priego Oropeza y Jaime Lastra Bastar, llega avalado por propios y extraños.

Fue director Operativo de la policía en el trienio de Manuel Gurria Ordóñez cuando Lastra Bastar fue el mandamás. También director General del CRESET y operador destacado de la logística de los ex mandatarios Roberto Madrazo Pintado y Manuel Andrade Díaz.

Toda una “chucha cuerera”.

Institucional, profesional, efectivo, eficaz, duro y conocedor del bajo mundo.

Su designación causó una muy buena impresión en la sociedad civil y política de la entidad.

Cierto, son otros tiempos, otras circunstancias y condiciones sociales, económicas y políticas, empero, hay plena confianza en él.

Ojalá y no decepcione, como sus antecesores, y cumpla a carta cabal el respaldo de los gobernados, de lo contrario, Dios nos agarre confesados.