/ lunes 9 de marzo de 2020

Tabasco político | No se le ve: ¡principio ni fin!

Ni designando a Superman en la secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), se acabaría con el terrible y temible flagelo de la inseguridad pública, y desde luego con sus consecuencias devastadoras en la economía y en el entorno de las familias tabasqueñas, y avecindadas aquí.

El problema de la inseguridad pública en Tabasco y con toda seguridad también en las demás entidades del país, es el de que las instituciones encargadas de prevenir, procurar y de la impartición de la justicia están penetradas, cooptadas y corrompidas por el crimen organizado, capitalmente los cuerpos policiales y ministeriales.

Dentro y fuera de la SSPC y de la propia fiscalía del estado es un secreto a voces.

Todo mundo lo sabe, menos en las altas esferas.

Para acabarla de amolar, son mal pagados y maltratados. Ganan literalmente una miseria, con todo y las demás prestaciones de ley, a excepción de los altos mandos, tal y como ocurre en toda la estructura burocrática gubernamental.

Lo que los lleva a ser presa fácil de las grandes organizaciones criminales, y hasta de las medianas y chicas.

Con lo que oficialmente devengan, con trabajo y les da para comer. Y si tienen casa chica, tantito peor la situación.

Por ello resulta imposible pensar en que el combate a la delincuencia vaya a tener éxitos en el corto, mediano y largo plazo.

Así estuvieran Superman, Batman y demás héroes al frente de las autoridades.

A todo esto, agréguele que los gruesos de sus integrantes no están capacitados ni debidamente armados para enfrentar a los enemigos del orden.

Todo esto provoca que las estrategias y tácticas puestas en marcha para combatir la exponencial inseguridad pública no hayan dado, hasta ahora, los resultados esperados.

Todos, pero toditos, han rotundamente fracasado.

Hoy por hoy, la asfixiante y desesperante inseguridad pública, es el principal talón de Aquiles de esta administración.

Como lo prueba que las ejecuciones no paren, no hayan amainado, al contrario, hay días en que se disparan, como ocurrió la pasada semana. En la que hasta el ex alcalde y uno de los más fuertes prospectos a liderar el PRD, haya sido baleado, me refiero obviamente, al ex diputado federal, Héctor Peralta Grappin, que milagrosamente respira, vive.

Definitivamente, nadie está salvo.

La muerte nos sigue acechando, a toda hora.

Y si bien es cierto, que no es un problema nuevo, la verdad, es que el gobierno de Adán Augusto López Hernández no le ha encontrado la cuadratura al círculo, tal y como sucedió en el desastroso mandato de Arturo Núñez Jiménez.

Los datos duros no mienten.

La realidad está ahí, a pesar de los intentos que hacen por manipularla, por difuminarla…

Siendo además una de las causas sustanciales del desencanto de la población hacia el gobierno de Morena o, mejor dicho, hacia el inquilino de la Quinta Grijalva y, por ende, hacia el mismísimo Andrés Manuel López Obrador.

Y del rechazo popular que recogió en su reciente gira.

En este tema como en muchos otros, continuamos igual o peor que antes.

Lo grave es que no tienen para cuando acabar.


“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”

(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)


Si las mujeres no se ponen las pilas, y se unen para luchar en contra de las cadenas de injusticias que cotidianamente padecen, nadie lo va a hacer.

De la fuerza que muestren en su justa lucha por sus derechos constitucionales, y que se lo han ganado a pulso, va a ser el tamaño de la respuesta del gobierno.

Nadie va a regalarle absolutamente nada.

Por ello, la importancia del paro laboral del día hoy y de la marcha de ayer.

Es un buen arranque para conseguir todo lo que se han propuesto para dignificar y revalorar su papel dentro de la sociedad machista en la que injustamente se les han condenado por siglos a vivir de rodillas.

Ojalá y lo logren, ya que, como seres humanos, merecen una mejor suerte, como todos los demás ciudadanos del orbe.

Ni designando a Superman en la secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), se acabaría con el terrible y temible flagelo de la inseguridad pública, y desde luego con sus consecuencias devastadoras en la economía y en el entorno de las familias tabasqueñas, y avecindadas aquí.

El problema de la inseguridad pública en Tabasco y con toda seguridad también en las demás entidades del país, es el de que las instituciones encargadas de prevenir, procurar y de la impartición de la justicia están penetradas, cooptadas y corrompidas por el crimen organizado, capitalmente los cuerpos policiales y ministeriales.

Dentro y fuera de la SSPC y de la propia fiscalía del estado es un secreto a voces.

Todo mundo lo sabe, menos en las altas esferas.

Para acabarla de amolar, son mal pagados y maltratados. Ganan literalmente una miseria, con todo y las demás prestaciones de ley, a excepción de los altos mandos, tal y como ocurre en toda la estructura burocrática gubernamental.

Lo que los lleva a ser presa fácil de las grandes organizaciones criminales, y hasta de las medianas y chicas.

Con lo que oficialmente devengan, con trabajo y les da para comer. Y si tienen casa chica, tantito peor la situación.

Por ello resulta imposible pensar en que el combate a la delincuencia vaya a tener éxitos en el corto, mediano y largo plazo.

Así estuvieran Superman, Batman y demás héroes al frente de las autoridades.

A todo esto, agréguele que los gruesos de sus integrantes no están capacitados ni debidamente armados para enfrentar a los enemigos del orden.

Todo esto provoca que las estrategias y tácticas puestas en marcha para combatir la exponencial inseguridad pública no hayan dado, hasta ahora, los resultados esperados.

Todos, pero toditos, han rotundamente fracasado.

Hoy por hoy, la asfixiante y desesperante inseguridad pública, es el principal talón de Aquiles de esta administración.

Como lo prueba que las ejecuciones no paren, no hayan amainado, al contrario, hay días en que se disparan, como ocurrió la pasada semana. En la que hasta el ex alcalde y uno de los más fuertes prospectos a liderar el PRD, haya sido baleado, me refiero obviamente, al ex diputado federal, Héctor Peralta Grappin, que milagrosamente respira, vive.

Definitivamente, nadie está salvo.

La muerte nos sigue acechando, a toda hora.

Y si bien es cierto, que no es un problema nuevo, la verdad, es que el gobierno de Adán Augusto López Hernández no le ha encontrado la cuadratura al círculo, tal y como sucedió en el desastroso mandato de Arturo Núñez Jiménez.

Los datos duros no mienten.

La realidad está ahí, a pesar de los intentos que hacen por manipularla, por difuminarla…

Siendo además una de las causas sustanciales del desencanto de la población hacia el gobierno de Morena o, mejor dicho, hacia el inquilino de la Quinta Grijalva y, por ende, hacia el mismísimo Andrés Manuel López Obrador.

Y del rechazo popular que recogió en su reciente gira.

En este tema como en muchos otros, continuamos igual o peor que antes.

Lo grave es que no tienen para cuando acabar.


“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”

(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)


Si las mujeres no se ponen las pilas, y se unen para luchar en contra de las cadenas de injusticias que cotidianamente padecen, nadie lo va a hacer.

De la fuerza que muestren en su justa lucha por sus derechos constitucionales, y que se lo han ganado a pulso, va a ser el tamaño de la respuesta del gobierno.

Nadie va a regalarle absolutamente nada.

Por ello, la importancia del paro laboral del día hoy y de la marcha de ayer.

Es un buen arranque para conseguir todo lo que se han propuesto para dignificar y revalorar su papel dentro de la sociedad machista en la que injustamente se les han condenado por siglos a vivir de rodillas.

Ojalá y lo logren, ya que, como seres humanos, merecen una mejor suerte, como todos los demás ciudadanos del orbe.