/ miércoles 11 de diciembre de 2019

Tabasco político | “No se hagan bolas”

Ahora sí, que parafraseando al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, en el tema de la sucesión de la rectoría de la UJAT, el gobernador Adán Augusto López Hernández es el que va a decidir quién de los aspirantes es el que va a relevar a José Manuel Piña Gutiérrez en la máxima casa de estudios.

Siempre ha sido así, y no veo el por qué ahora vaya a ser la excepción de la regla.

Ningún rector ha llegado sin el visto bueno del inquilino de la Quinta Grijalva, incluido el propio José Manuel Piña Gutiérrez.

Que la hábil y sagaz ex rectora Candita Victoria Gil Jiménez haya aprovechado magistralmente los burdos errores del ex presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), Rodolfo Campos Montejo, para incidir en la unción del entonces ex secretario Administrativo de la UJAT, no significa que lo haya impuesto.

Quien al final de cuenta decidió su elección fue el ex mandatario Andrés Rafael Granier Melo, que inteligentemente optó porque el favor se lo debieran a él y no a su ex poderoso secretario de Gobierno, Humberto Domingo Mayans Canabal, quien junto con el ex magistrado resultaron los grandes perdedores.

La dinámica va a ser la misma de siempre: Adán Augusto López Hernández va a palomear y el rector va a operar, a través del Consejo Universitario y de la Junta de Gobierno el arribo del elegido.

Lo demás son leyendas urbanas: que, si Candita Victoria Gil Jiménez tiene todavía el control de la UJAT, para empoderar a uno de sus incondicionales, que se va a hacer lo que diga la comunidad universitaria, que Andrés Manuel López Obrador ya tiene candidato en la persona de Miriam Carolina Martínez López.

Y cientos de entelequias y barbaridades más.

Es más, el asunto de la rectoría, está resuelto. Que la miopía política de algunos evite verlo, es otra cosa.

El cambio en rectoría pasa por las manos del gobernador, como todos los nombramientos que se dan en su administración.

Lo mismo ocurre en la Fiscalía, en el TSJ, en el IEPCT, en el TET, en la JUCOPO, etcétera, etcétera.

La constitución federal y local podrán decir muchas cosas bonitas, como la famosísima separación de Poderes y otras lindezas más, pero en los hechos, se hace lo que ordena el gobernador en turno, y en este caso, Adán Augusto López Hernández.


“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”

(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)


Está comprobadísimo: que lo que mal empieza, mal termina.

Ahí está el caso del Comité Organizador de Feria 2019 que, hasta el día de hoy, no ha rendido cuentas no solo de los 20 millones de pesos que le dio el gobierno, sino de un solo peso de las ganancias o pérdidas.

Y lo peor, que todo mundo se tira la bolita.

Finanzas se hace como que la virgen le habla. La coordinación Ejecutiva General de la Gubernatura también. Y el Comité Organizador de Feria, ni se diga.

Ninguna de estas entidades ha dado una respuesta clara, a través del Instituto Tabasqueño de Transparencia y Acceso a la Información Pública (ITAIP), en donde una y otra vez, he solicitado que rinda cuentas de los dineros de los contribuyentes.

Todos se hacen “pejelagartos”.

Ahora sí, que parafraseando al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, en el tema de la sucesión de la rectoría de la UJAT, el gobernador Adán Augusto López Hernández es el que va a decidir quién de los aspirantes es el que va a relevar a José Manuel Piña Gutiérrez en la máxima casa de estudios.

Siempre ha sido así, y no veo el por qué ahora vaya a ser la excepción de la regla.

Ningún rector ha llegado sin el visto bueno del inquilino de la Quinta Grijalva, incluido el propio José Manuel Piña Gutiérrez.

Que la hábil y sagaz ex rectora Candita Victoria Gil Jiménez haya aprovechado magistralmente los burdos errores del ex presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), Rodolfo Campos Montejo, para incidir en la unción del entonces ex secretario Administrativo de la UJAT, no significa que lo haya impuesto.

Quien al final de cuenta decidió su elección fue el ex mandatario Andrés Rafael Granier Melo, que inteligentemente optó porque el favor se lo debieran a él y no a su ex poderoso secretario de Gobierno, Humberto Domingo Mayans Canabal, quien junto con el ex magistrado resultaron los grandes perdedores.

La dinámica va a ser la misma de siempre: Adán Augusto López Hernández va a palomear y el rector va a operar, a través del Consejo Universitario y de la Junta de Gobierno el arribo del elegido.

Lo demás son leyendas urbanas: que, si Candita Victoria Gil Jiménez tiene todavía el control de la UJAT, para empoderar a uno de sus incondicionales, que se va a hacer lo que diga la comunidad universitaria, que Andrés Manuel López Obrador ya tiene candidato en la persona de Miriam Carolina Martínez López.

Y cientos de entelequias y barbaridades más.

Es más, el asunto de la rectoría, está resuelto. Que la miopía política de algunos evite verlo, es otra cosa.

El cambio en rectoría pasa por las manos del gobernador, como todos los nombramientos que se dan en su administración.

Lo mismo ocurre en la Fiscalía, en el TSJ, en el IEPCT, en el TET, en la JUCOPO, etcétera, etcétera.

La constitución federal y local podrán decir muchas cosas bonitas, como la famosísima separación de Poderes y otras lindezas más, pero en los hechos, se hace lo que ordena el gobernador en turno, y en este caso, Adán Augusto López Hernández.


“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”

(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)


Está comprobadísimo: que lo que mal empieza, mal termina.

Ahí está el caso del Comité Organizador de Feria 2019 que, hasta el día de hoy, no ha rendido cuentas no solo de los 20 millones de pesos que le dio el gobierno, sino de un solo peso de las ganancias o pérdidas.

Y lo peor, que todo mundo se tira la bolita.

Finanzas se hace como que la virgen le habla. La coordinación Ejecutiva General de la Gubernatura también. Y el Comité Organizador de Feria, ni se diga.

Ninguna de estas entidades ha dado una respuesta clara, a través del Instituto Tabasqueño de Transparencia y Acceso a la Información Pública (ITAIP), en donde una y otra vez, he solicitado que rinda cuentas de los dineros de los contribuyentes.

Todos se hacen “pejelagartos”.