/ miércoles 1 de abril de 2020

Tabasco político | Logró su propósito perverso

El ex diputado federal Gerardo Priego Tapia está en todo su derecho de expresar públicamente todo lo que piense y quiera, así haya dicho puras barbaridades.

Después de todo, no es el único actor político que declara puras trivialidades y nimiedades.

Ustedes cotidianamente pueden constatarlo en los diferentes medios de comunicación incluidos los digitales.

Siempre se ha caracterizado por su discurso contestatario, refractario, vulgar, peleonero, exhibicionista e insustancial.

Muy parecido al del paisano Andrés Manuel López Obrador que, como el panista, “ve moro con tranchetes” por todos lados. Ambos se pelean hasta con su propia sombra.

Les fascina y encanta la calumnia, la diatriba, la descalificación. Es la especialidad de ambos, aunque el tepetitico tiene en ello: ¡doctorado!

Gerardo Priego Tapia podrá decir misa y todo lo que quiera. Su problema como el de la mayoría de los políticos es que no tienen ninguna credibilidad.

Su biografía política está llena de incongruencias, traiciones, contradicciones e inmoralidades, ya que, actúa más con las vísceras que con el cerebro.

Por ello, en lo personal no me sorprendió ni extrañó el contenido del video que subió a las redes sociales en el que descalifica a todo el mundo, capitalmente a los tabasqueños.

Siempre ha actuado así.

Equivocadamente le dieron de nueva cuenta una importancia que no venía al caso, logrando su propósito.

La estrategia mediática y política le funcionó a la perfección. Cayeron en sus redes.

Si no lo hubieran pelado, nada, absolutamente nada, habría pasado. No que se dejaron llevar por sus emociones y se fueron en la carreta. Los atrapó en su juego.

¿Ganó? Claro que sí.

Consiguió su objetivo: su video circuló y generó la polémica que él afanosa y deliberadamente buscó.

Obtuvo notoriedad, como en los viejos tiempos.

Siguió inteligentemente los mismos pasos que magistralmente utiliza Andrés Manuel López Obrador para llamar la atención de propios y extraños y para desviar a los ciudadanos de los problemas graves.

Ese es su gran mérito, su gran éxito.


“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”

(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)


Seguimos en fase 2 a causa del COVID-19, aunque ahora extremando las anteriores medidas sanitarias, principalmente la relacionada con no salir de casa, al menos, que sea necesario, casi casi de muerte, de lo contrario, mejor quédese en su casa, guárdese ahí.

Si bien es cierto, que localmente no se han disparado exponencialmente los contaminados por el COVID-19, no significa de ninguna manera, que ya ganamos la batalla, que ya la libramos.

Lo peor está por llegar.

La dolorosa experiencia que descarnadamente están padeciendo varios países es nuestra mejor conseja, si es que no queremos vivir lo que miles de gentes están sufriendo, a todo lo largo y ancho del planeta.

Seamos responsables como nunca jamás lo habíamos sido, si no nos va a llevar el carajo.

Y más cuando todo sabemos y estamos conscientes de que nuestro sistema de salud está resquebrajado, débil. No de ahora, si no desde hace muchos años.

Literalmente: ¡¡en terapia intensiva!!

Así que, para buscarle, “tres pies al gato”.

El ex diputado federal Gerardo Priego Tapia está en todo su derecho de expresar públicamente todo lo que piense y quiera, así haya dicho puras barbaridades.

Después de todo, no es el único actor político que declara puras trivialidades y nimiedades.

Ustedes cotidianamente pueden constatarlo en los diferentes medios de comunicación incluidos los digitales.

Siempre se ha caracterizado por su discurso contestatario, refractario, vulgar, peleonero, exhibicionista e insustancial.

Muy parecido al del paisano Andrés Manuel López Obrador que, como el panista, “ve moro con tranchetes” por todos lados. Ambos se pelean hasta con su propia sombra.

Les fascina y encanta la calumnia, la diatriba, la descalificación. Es la especialidad de ambos, aunque el tepetitico tiene en ello: ¡doctorado!

Gerardo Priego Tapia podrá decir misa y todo lo que quiera. Su problema como el de la mayoría de los políticos es que no tienen ninguna credibilidad.

Su biografía política está llena de incongruencias, traiciones, contradicciones e inmoralidades, ya que, actúa más con las vísceras que con el cerebro.

Por ello, en lo personal no me sorprendió ni extrañó el contenido del video que subió a las redes sociales en el que descalifica a todo el mundo, capitalmente a los tabasqueños.

Siempre ha actuado así.

Equivocadamente le dieron de nueva cuenta una importancia que no venía al caso, logrando su propósito.

La estrategia mediática y política le funcionó a la perfección. Cayeron en sus redes.

Si no lo hubieran pelado, nada, absolutamente nada, habría pasado. No que se dejaron llevar por sus emociones y se fueron en la carreta. Los atrapó en su juego.

¿Ganó? Claro que sí.

Consiguió su objetivo: su video circuló y generó la polémica que él afanosa y deliberadamente buscó.

Obtuvo notoriedad, como en los viejos tiempos.

Siguió inteligentemente los mismos pasos que magistralmente utiliza Andrés Manuel López Obrador para llamar la atención de propios y extraños y para desviar a los ciudadanos de los problemas graves.

Ese es su gran mérito, su gran éxito.


“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”

(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)


Seguimos en fase 2 a causa del COVID-19, aunque ahora extremando las anteriores medidas sanitarias, principalmente la relacionada con no salir de casa, al menos, que sea necesario, casi casi de muerte, de lo contrario, mejor quédese en su casa, guárdese ahí.

Si bien es cierto, que localmente no se han disparado exponencialmente los contaminados por el COVID-19, no significa de ninguna manera, que ya ganamos la batalla, que ya la libramos.

Lo peor está por llegar.

La dolorosa experiencia que descarnadamente están padeciendo varios países es nuestra mejor conseja, si es que no queremos vivir lo que miles de gentes están sufriendo, a todo lo largo y ancho del planeta.

Seamos responsables como nunca jamás lo habíamos sido, si no nos va a llevar el carajo.

Y más cuando todo sabemos y estamos conscientes de que nuestro sistema de salud está resquebrajado, débil. No de ahora, si no desde hace muchos años.

Literalmente: ¡¡en terapia intensiva!!

Así que, para buscarle, “tres pies al gato”.