/ miércoles 25 de marzo de 2020

Tabasco político | Es hora de cerrar filas

Si no queremos vivir el tremendo dolor que produce la pérdida de seres queridos, como lo están sufriendo miles de familias en algunos países del mundo como Italia, España, Francia, incluido el país más poderoso del planeta, y me refiero a Estados Unidos de Norteamérica, estamos obligados, por nuestro bien, a seguir al pie de la letra, las instrucciones de nuestras autoridades sanitarias.

Son las únicas, con toda y las evidentes carencias del sector salud de México, y, por ende, local, preparadas técnica, científica, clínica y psicológicamente para aminorar los efectos desastrosos y trágico que produce.

Lo que se viene padeciendo en esos lugares por el letal COVID-19 en esas latitudes es apocalíptico, dantesco.

Como ciudadanos y como probables víctimas, y más si nos exponemos innecesaria e irresponsablemente por no hacer caso de las recomendaciones que han estado haciendo desde hace días, y concretamente desde el sábado, en que el gobernador Adán Augusto López Hernández “tomó al toro por los cuernos”, debemos ser los primeros en hacer conciencia de la gravedad de lo que ya nos está ocurriendo.

El COVID-19 nos alcanzó, y la secretaria de Salud es la principal responsable de hacerle frente, como lo está haciendo, para combatirlo, para destruir su gran poder destructivo, pero sin la colaboración de nosotros no va a lograrlo.

Si no cooperamos decididamente, si no nos entregamos a hacer la parte que nos corresponde, la institución encargada de la salud de los tabasqueños, y avecindados aquí, va a ser brutalmente rebasada, con consecuencias funestas.

Hay que cerrar filas en torno a nuestras autoridades. No nos queda de otra.

No es hora de mezquindades, mediocridades, venganzas, fobias y filias.

No ganamos nada y si perdemos mucho.

Ya habrá tiempo para ello.

Al contrario, como profesionales de la comunicación, tenemos que ayudar, desde nuestra modesta trinchera, a combatir el Covid-19.

Y una de la forma de hacerlo es colaborar a reproducir profusamente las medidas que exponga la dependencia de salud para evitar que el Covid-19 termine por arruinarnos, por destruirnos.

Y otra manera es no reproducir todo lo que circula en redes sociales, sin antes no confirmarlo, sin antes no comprobar su veracidad, su autenticidad.

Lo que está en juego es muchísimo.

Ni más ni menos que el futuro y destino de nuestras familias.

De cómo lo enfrentemos, de cómo lo combatamos, depende el tamaño del daño que nos va a dejar en todos los aspectos de la vida.

Después de esto, definitivamente, ya no seremos los mismos.


“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”

(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)


Cómo no va uno a sospechar del titular de la Profeco, Pedro Orlando Aldecoa Calzada, si los comerciantes grandes, medianos y chicos, y en especial los súper y la central de Abasto, todos los días incrementa los precios de los productos que exponen para vender al público, si por ningún lado, se ve actuando a esta dependencia o, mejor dicho, elefante blanco.

Lo que hoy se compra a un precio, mañana ya cuesta más caro.

¡Carajo! Haga su chamba, deje el confort de sus oficinas y salga a ponerle un alto hasta aquí a estos desalmados e indolentes comerciantes.

Desquite, aunque sea por primera vez en su vida, los que inmerecida e injustamente devengan por no hacer absolutamente nada.

Cumpla con su trabajo, cumpla con sus obligaciones, recuerde que para eso le pagamos.

Y más ahora que miles de hogares se las están viendo negra.

Por cierto, ayer mi entrañable amigo Carlos Garrido Gular, cumplió dos meses de muerto. Dos meses de haber sido abatido, asesinado.

Si no queremos vivir el tremendo dolor que produce la pérdida de seres queridos, como lo están sufriendo miles de familias en algunos países del mundo como Italia, España, Francia, incluido el país más poderoso del planeta, y me refiero a Estados Unidos de Norteamérica, estamos obligados, por nuestro bien, a seguir al pie de la letra, las instrucciones de nuestras autoridades sanitarias.

Son las únicas, con toda y las evidentes carencias del sector salud de México, y, por ende, local, preparadas técnica, científica, clínica y psicológicamente para aminorar los efectos desastrosos y trágico que produce.

Lo que se viene padeciendo en esos lugares por el letal COVID-19 en esas latitudes es apocalíptico, dantesco.

Como ciudadanos y como probables víctimas, y más si nos exponemos innecesaria e irresponsablemente por no hacer caso de las recomendaciones que han estado haciendo desde hace días, y concretamente desde el sábado, en que el gobernador Adán Augusto López Hernández “tomó al toro por los cuernos”, debemos ser los primeros en hacer conciencia de la gravedad de lo que ya nos está ocurriendo.

El COVID-19 nos alcanzó, y la secretaria de Salud es la principal responsable de hacerle frente, como lo está haciendo, para combatirlo, para destruir su gran poder destructivo, pero sin la colaboración de nosotros no va a lograrlo.

Si no cooperamos decididamente, si no nos entregamos a hacer la parte que nos corresponde, la institución encargada de la salud de los tabasqueños, y avecindados aquí, va a ser brutalmente rebasada, con consecuencias funestas.

Hay que cerrar filas en torno a nuestras autoridades. No nos queda de otra.

No es hora de mezquindades, mediocridades, venganzas, fobias y filias.

No ganamos nada y si perdemos mucho.

Ya habrá tiempo para ello.

Al contrario, como profesionales de la comunicación, tenemos que ayudar, desde nuestra modesta trinchera, a combatir el Covid-19.

Y una de la forma de hacerlo es colaborar a reproducir profusamente las medidas que exponga la dependencia de salud para evitar que el Covid-19 termine por arruinarnos, por destruirnos.

Y otra manera es no reproducir todo lo que circula en redes sociales, sin antes no confirmarlo, sin antes no comprobar su veracidad, su autenticidad.

Lo que está en juego es muchísimo.

Ni más ni menos que el futuro y destino de nuestras familias.

De cómo lo enfrentemos, de cómo lo combatamos, depende el tamaño del daño que nos va a dejar en todos los aspectos de la vida.

Después de esto, definitivamente, ya no seremos los mismos.


“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”

(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)


Cómo no va uno a sospechar del titular de la Profeco, Pedro Orlando Aldecoa Calzada, si los comerciantes grandes, medianos y chicos, y en especial los súper y la central de Abasto, todos los días incrementa los precios de los productos que exponen para vender al público, si por ningún lado, se ve actuando a esta dependencia o, mejor dicho, elefante blanco.

Lo que hoy se compra a un precio, mañana ya cuesta más caro.

¡Carajo! Haga su chamba, deje el confort de sus oficinas y salga a ponerle un alto hasta aquí a estos desalmados e indolentes comerciantes.

Desquite, aunque sea por primera vez en su vida, los que inmerecida e injustamente devengan por no hacer absolutamente nada.

Cumpla con su trabajo, cumpla con sus obligaciones, recuerde que para eso le pagamos.

Y más ahora que miles de hogares se las están viendo negra.

Por cierto, ayer mi entrañable amigo Carlos Garrido Gular, cumplió dos meses de muerto. Dos meses de haber sido abatido, asesinado.