/ miércoles 6 de mayo de 2020

Tabasco político | Disciplinémonos, aunque sea por esta vez

Si nos no ponemos las pilas, los tabasqueños, y avecindados aquí, en lo que resta de esta semana y de la que viene, los tabasqueños, y avecindados aquí, Tabasco se va a convertir en una zona de guerra -delo usted por hecho- muertos por todos lados.

Los hospitales y todos los que están arriesgando su vida y las de sus familias en la lucha desigual contra la pandemia del coronavirus van a resultar derrotados.

De nada habrá servido el enorme sacrificio realizado hasta ahora por esos valerosos, entregados y fieles combatientes.

Son unos cuantos días los que restan del combate para ganar la última batalla de la guerra que nos tiene en la incertidumbre, o, mejor dicho, con el amén en la boca, para salir triunfador, como en otras muchas ocasiones.

La solución es mucho más sencilla de lo que parece, para poder vencer al peligroso y letal enemigo que anda haciendo destrozos por toda la entidad. Simple y sencillamente: quedarse en casa. Así de fácil.

Es el arma más poderosa que tenemos al alcance de nuestras manos, para derrotarlo, para aniquilarlo.

Para que volvamos a retomar con calma el paso de nuestras vidas.

No nos queda otro camino. Es el único sendero para salir airosos de la lucha contra el Covid-19.

De lo contrario, van a ser falta carrosas para enterrar a nuestros seres queridos, amados.

Aunque sea por esta única ocasión hagamos casos a los llamados de nuestras autoridades sanitarias.

Después de todo, no es mucho pedir, cuando lo que está en juego, es nuestra propia existencia.

Hagámoslo, nos seamos testarudos, tercos, amachados, tozudos. Seamos condescendientes, obedientes a las medidas que han venido puntualmente haciendo nuestras autoridades gubernamentales.

Y a los que, por una u otra causa, les es imposible quedarse en casa, tomen todas las precauciones para evitar ser contaminados o pasar a ser una estadística más, como muchos otros, que ya no están ni estarán jamás con nosotros.

Insisto, si la solución final está en nuestras manos, para qué exponerse, para qué arriesgarse, para qué poner en peligro en nuestras vidas, si el remedio depende absolutamente de nuestra voluntad, de nosotros, de nadie más.

Estamos muy a tiempo de evitar una tragedia local.

Mejor convirtámonos en fuentes de primera mano de la historia nacional de lo que como pueblo hicimos para salir avante en estas horas tan cruciales.

#QuedemonosEnCasa


“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”

(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)


La Ley de Movilidad para el Estado de Tabasco cita en su artículo 121: Para los efectos de esta ley se considerará servicio de transporte privado aquel que se realiza de manera accesoria y complementaria, en forma exclusiva y en razón de la relación directa que exista entre los beneficiarios y quien lo preste, debido a la actividad o servicio de quién lo proporciona, pero sin que medie el pago de una contraprestación por el servicio; relacionadas directamente ya sea con el cumplimiento de su objeto social o con la realización de actividades comerciales, sean éstas de carácter transitorio o permanente, que no se oferten al público en general y siempre que se cuente con el permiso otorgado por la Secretaría conforme a las disposiciones de esta Ley.

Y el artículo 122 de la misma ley, explica claramente cada una de las modalidades del servicio de transporte privado.

Es tan nítido el contenido de los artículos que resulta inexplicable la confusión del secretario de Movilidad, Narciso Oropeza Andrade, que confundió a la magnesia con la gimnasia.

Más allá de la evidente descoordinación con la mandamás de la Policía Estatal de Caminos (PEC), Julissa Riveroll Ochoa, “ChichoOropeza, ayer no informó sino desinformó.

El caso es que confundió a propios y extraños, pero principalmente a los automovilistas particulares.

La que resultó toda una dama fue Riveroll Ochoa, pues tuvo para hacerlo trizas.

Si nos no ponemos las pilas, los tabasqueños, y avecindados aquí, en lo que resta de esta semana y de la que viene, los tabasqueños, y avecindados aquí, Tabasco se va a convertir en una zona de guerra -delo usted por hecho- muertos por todos lados.

Los hospitales y todos los que están arriesgando su vida y las de sus familias en la lucha desigual contra la pandemia del coronavirus van a resultar derrotados.

De nada habrá servido el enorme sacrificio realizado hasta ahora por esos valerosos, entregados y fieles combatientes.

Son unos cuantos días los que restan del combate para ganar la última batalla de la guerra que nos tiene en la incertidumbre, o, mejor dicho, con el amén en la boca, para salir triunfador, como en otras muchas ocasiones.

La solución es mucho más sencilla de lo que parece, para poder vencer al peligroso y letal enemigo que anda haciendo destrozos por toda la entidad. Simple y sencillamente: quedarse en casa. Así de fácil.

Es el arma más poderosa que tenemos al alcance de nuestras manos, para derrotarlo, para aniquilarlo.

Para que volvamos a retomar con calma el paso de nuestras vidas.

No nos queda otro camino. Es el único sendero para salir airosos de la lucha contra el Covid-19.

De lo contrario, van a ser falta carrosas para enterrar a nuestros seres queridos, amados.

Aunque sea por esta única ocasión hagamos casos a los llamados de nuestras autoridades sanitarias.

Después de todo, no es mucho pedir, cuando lo que está en juego, es nuestra propia existencia.

Hagámoslo, nos seamos testarudos, tercos, amachados, tozudos. Seamos condescendientes, obedientes a las medidas que han venido puntualmente haciendo nuestras autoridades gubernamentales.

Y a los que, por una u otra causa, les es imposible quedarse en casa, tomen todas las precauciones para evitar ser contaminados o pasar a ser una estadística más, como muchos otros, que ya no están ni estarán jamás con nosotros.

Insisto, si la solución final está en nuestras manos, para qué exponerse, para qué arriesgarse, para qué poner en peligro en nuestras vidas, si el remedio depende absolutamente de nuestra voluntad, de nosotros, de nadie más.

Estamos muy a tiempo de evitar una tragedia local.

Mejor convirtámonos en fuentes de primera mano de la historia nacional de lo que como pueblo hicimos para salir avante en estas horas tan cruciales.

#QuedemonosEnCasa


“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”

(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)


La Ley de Movilidad para el Estado de Tabasco cita en su artículo 121: Para los efectos de esta ley se considerará servicio de transporte privado aquel que se realiza de manera accesoria y complementaria, en forma exclusiva y en razón de la relación directa que exista entre los beneficiarios y quien lo preste, debido a la actividad o servicio de quién lo proporciona, pero sin que medie el pago de una contraprestación por el servicio; relacionadas directamente ya sea con el cumplimiento de su objeto social o con la realización de actividades comerciales, sean éstas de carácter transitorio o permanente, que no se oferten al público en general y siempre que se cuente con el permiso otorgado por la Secretaría conforme a las disposiciones de esta Ley.

Y el artículo 122 de la misma ley, explica claramente cada una de las modalidades del servicio de transporte privado.

Es tan nítido el contenido de los artículos que resulta inexplicable la confusión del secretario de Movilidad, Narciso Oropeza Andrade, que confundió a la magnesia con la gimnasia.

Más allá de la evidente descoordinación con la mandamás de la Policía Estatal de Caminos (PEC), Julissa Riveroll Ochoa, “ChichoOropeza, ayer no informó sino desinformó.

El caso es que confundió a propios y extraños, pero principalmente a los automovilistas particulares.

La que resultó toda una dama fue Riveroll Ochoa, pues tuvo para hacerlo trizas.