/ lunes 9 de diciembre de 2019

Tabasco Político | Ajustes obligados

Si el gobernador Adán Augusto López Hernández mide a sus funcionarios por su competitividad, eficacia y eficiencia, va a cambiar a más de la mitad de su gabinete.

Si en cambio los evalúa por recomendaciones, afectos y compromisos políticos, no solo seguiremos tirando a la basura los cientos de miles de pesos que nos cuestan cada uno de ello, sino que los graves problemas que padecemos seguirán agudizándose, como son la consabida inseguridad pública, el desempleo, la falta de inversión privada y pública, la mala calidad de los servicios del sector salud, etcétera, etcétera.

Desde luego, que los relevos no nada más tienen que darse en la mayoría de las secretarías, también en las demás dependencias gubernamentales que, para nuestra mala suerte, no han estado a la altura de las difíciles y complicadas circunstancias políticas, sociales y económicas, por las que desde hace tiempo atravesamos, y que en esta administración se han agravado.

Lo cierto es, que no podemos continuar manteniendo a una bola de servidores públicos con los nefastos resultados de hasta ahora.

Sería ridículo, ignominioso, contraproducente, suicida.

Si es que, en efecto, se tiene la firme voluntad, el compromiso y sobre todo el propósito central de sacar a Tabasco de la debacle en la que nos encontramos por diversos factores.

De no darse los relevos que la población está ansiosamente esperando, la decepción seguirá creciendo a paso veloz, tal y como viene ocurriendo desde hace meses.

No hay de otra: o se aplican las medidas pertinentes, para que esto tome otra ruta menos catastrófica que la de ahora o, la situación seguirá empeorando.

Pondrán decir misa y todo lo que quieran desde el gobierno, están en todo su derecho, pero la realidad, es que han quedado mucho a deber. A ello se debe fundamentalmente, que la percepción de los gobernados sea adversa.

Están muy por debajo de las expectativas que levantaron antes, durante y después del arrollador triunfo morenista obtenido en las urnas el primero de julio del año pasado.

Lo mismo sucedió cuando ganó sobradamente Arturo Núñez Jiménez, al año de su anárquico gobierno ya tenía a los ciudadanos en contra, aunque en proporción menor a la que tiene ahora Adán Augusto López Hernández.

El deterioro de esta administración ante la opinión pública ha sido más rápido, sorprendente.

Y cómo no, si la terrible inseguridad pública y el galopante desempleo no ceden ningún milímetro, ningún ápice. Son los dos fenómenos de los que más se quejan los tabasqueños, y avecindados aquí.

Los que literalmente, los traen asoleados.

Si el mandatario Adán Augusto López Hernández quiere recomponer los escenarios negativos que tenemos hoy, tendrá que cambiar a más de un funcionario de primer y segundo y tercero nivel, pues de seguir con los mismos personajes grisáceos, va derechito al matadero.

Los saldos negros de su gobierno son ilustrativos, evidentes, emblemáticos.

No hay argumentos sólidos para que continúen en sus encomiendas.

Por supuesto, que también ha habido aciertos, pero son contados, escasos.

“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI” (LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)

Anteayer durante su gira por tierras tabasqueñas, Andrés Manuel López Obrador me recordó cuando arribaban a la entidad, los ex presidentes priistas y panistas.

Al igual que él, durante sus visitas por acá, prometían “las perlas y las vírgenes”, y al final no sucedía nada.

Hasta ahora, el apoyo del paisano no se ha visto, no se ha sentido, ya que, si bien es cierto, que la decisión de que se construya la refinería en Paraíso, ha impactado económicamente en este municipio, los 16 restantes siguen esperando su respaldo, como también el gobierno estatal.

Como quien dice: “puro jarabe de perico”.

Nada más falta que, del erario, estemos pagando algunas facturas de la Federación o, mejor dicho, del presidente de la República.

Sería verdaderamente el colmo.

Si el gobernador Adán Augusto López Hernández mide a sus funcionarios por su competitividad, eficacia y eficiencia, va a cambiar a más de la mitad de su gabinete.

Si en cambio los evalúa por recomendaciones, afectos y compromisos políticos, no solo seguiremos tirando a la basura los cientos de miles de pesos que nos cuestan cada uno de ello, sino que los graves problemas que padecemos seguirán agudizándose, como son la consabida inseguridad pública, el desempleo, la falta de inversión privada y pública, la mala calidad de los servicios del sector salud, etcétera, etcétera.

Desde luego, que los relevos no nada más tienen que darse en la mayoría de las secretarías, también en las demás dependencias gubernamentales que, para nuestra mala suerte, no han estado a la altura de las difíciles y complicadas circunstancias políticas, sociales y económicas, por las que desde hace tiempo atravesamos, y que en esta administración se han agravado.

Lo cierto es, que no podemos continuar manteniendo a una bola de servidores públicos con los nefastos resultados de hasta ahora.

Sería ridículo, ignominioso, contraproducente, suicida.

Si es que, en efecto, se tiene la firme voluntad, el compromiso y sobre todo el propósito central de sacar a Tabasco de la debacle en la que nos encontramos por diversos factores.

De no darse los relevos que la población está ansiosamente esperando, la decepción seguirá creciendo a paso veloz, tal y como viene ocurriendo desde hace meses.

No hay de otra: o se aplican las medidas pertinentes, para que esto tome otra ruta menos catastrófica que la de ahora o, la situación seguirá empeorando.

Pondrán decir misa y todo lo que quieran desde el gobierno, están en todo su derecho, pero la realidad, es que han quedado mucho a deber. A ello se debe fundamentalmente, que la percepción de los gobernados sea adversa.

Están muy por debajo de las expectativas que levantaron antes, durante y después del arrollador triunfo morenista obtenido en las urnas el primero de julio del año pasado.

Lo mismo sucedió cuando ganó sobradamente Arturo Núñez Jiménez, al año de su anárquico gobierno ya tenía a los ciudadanos en contra, aunque en proporción menor a la que tiene ahora Adán Augusto López Hernández.

El deterioro de esta administración ante la opinión pública ha sido más rápido, sorprendente.

Y cómo no, si la terrible inseguridad pública y el galopante desempleo no ceden ningún milímetro, ningún ápice. Son los dos fenómenos de los que más se quejan los tabasqueños, y avecindados aquí.

Los que literalmente, los traen asoleados.

Si el mandatario Adán Augusto López Hernández quiere recomponer los escenarios negativos que tenemos hoy, tendrá que cambiar a más de un funcionario de primer y segundo y tercero nivel, pues de seguir con los mismos personajes grisáceos, va derechito al matadero.

Los saldos negros de su gobierno son ilustrativos, evidentes, emblemáticos.

No hay argumentos sólidos para que continúen en sus encomiendas.

Por supuesto, que también ha habido aciertos, pero son contados, escasos.

“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI” (LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)

Anteayer durante su gira por tierras tabasqueñas, Andrés Manuel López Obrador me recordó cuando arribaban a la entidad, los ex presidentes priistas y panistas.

Al igual que él, durante sus visitas por acá, prometían “las perlas y las vírgenes”, y al final no sucedía nada.

Hasta ahora, el apoyo del paisano no se ha visto, no se ha sentido, ya que, si bien es cierto, que la decisión de que se construya la refinería en Paraíso, ha impactado económicamente en este municipio, los 16 restantes siguen esperando su respaldo, como también el gobierno estatal.

Como quien dice: “puro jarabe de perico”.

Nada más falta que, del erario, estemos pagando algunas facturas de la Federación o, mejor dicho, del presidente de la República.

Sería verdaderamente el colmo.