/ viernes 19 de agosto de 2022

Sin Remitente | Ambulantaje, misma historia en Centro

No hay gobierno en Centro que no haya intentado acabar con el ambulantaje para ganarse el reconocimiento de la gente o simplemente porque hay que hacerlo sin proponer alternativas viables.

El gobierno que encabeza Yolanda Osuna Huerta no es la excepción: emprendió una campaña para quitar a los ambulantes de las inmediaciones del Centro y de la colonia Nueva Imagen en particular, mientras en el resto del municipio no pasa nada.

El problema es que los ambulantes del Centro tienen razón en no aceptar el viejo mercado provisional: ese lugar parece un cementerio y los pocos que venden, venden poco.

Hasta hoy, no hemos conocido ninguna campaña efectiva para que la población se desplace hasta el viejo mercado provisional y los comerciantes puedan vender lo suficientemente para sostener a sus familias.

Y es lógico: si la gente encuentra todo a la mano en el mercado Pino Suárez y en el tianguis Taracena, ¿a qué irán a otro lugar mucho más lejano?

En Nueva Imagen, la crisis económica que se ha venido agudizando aunado a la falta de oportunidades de empleo, ha convertido las lateras de la calle Samarkanda en un espacio para el comercio informal, en especial de lugares que ofrecen una diversidad de comida y que a diario atraen la atención de decenas de comensales.

Si usted ha transitado por el lugar, se dará cuenta que por la amplitud de la avenida, los ambulantes no representan realmente un riesgo ni para los automovilistas ni para la población.

En los hechos, el gobierno municipal está más interesado en cuidar la imagen del lugar que en apoyar a las familias que llevaba años vendiendo jugos, tamalitos, tacos, tortas, entre otras cosas.

La manera en la que se pretende resolver el ambulantaje en Centro sigue la misma lógica de los anteriores gobiernos priistas: acorralar a los ambulantes sin ofrecerles una propuesta atractiva para seguir ganándose la vida honradamente.

Antes que el garrote con el cliente, al gobierno municipal le hace falta sensibilidad social para entender que ninguno de los ambulantes que está en la calle vendiendo lo hace por placer, sino por necesidad para ganar el sustento diario para sobrevivir.

No hay gobierno en Centro que no haya intentado acabar con el ambulantaje para ganarse el reconocimiento de la gente o simplemente porque hay que hacerlo sin proponer alternativas viables.

El gobierno que encabeza Yolanda Osuna Huerta no es la excepción: emprendió una campaña para quitar a los ambulantes de las inmediaciones del Centro y de la colonia Nueva Imagen en particular, mientras en el resto del municipio no pasa nada.

El problema es que los ambulantes del Centro tienen razón en no aceptar el viejo mercado provisional: ese lugar parece un cementerio y los pocos que venden, venden poco.

Hasta hoy, no hemos conocido ninguna campaña efectiva para que la población se desplace hasta el viejo mercado provisional y los comerciantes puedan vender lo suficientemente para sostener a sus familias.

Y es lógico: si la gente encuentra todo a la mano en el mercado Pino Suárez y en el tianguis Taracena, ¿a qué irán a otro lugar mucho más lejano?

En Nueva Imagen, la crisis económica que se ha venido agudizando aunado a la falta de oportunidades de empleo, ha convertido las lateras de la calle Samarkanda en un espacio para el comercio informal, en especial de lugares que ofrecen una diversidad de comida y que a diario atraen la atención de decenas de comensales.

Si usted ha transitado por el lugar, se dará cuenta que por la amplitud de la avenida, los ambulantes no representan realmente un riesgo ni para los automovilistas ni para la población.

En los hechos, el gobierno municipal está más interesado en cuidar la imagen del lugar que en apoyar a las familias que llevaba años vendiendo jugos, tamalitos, tacos, tortas, entre otras cosas.

La manera en la que se pretende resolver el ambulantaje en Centro sigue la misma lógica de los anteriores gobiernos priistas: acorralar a los ambulantes sin ofrecerles una propuesta atractiva para seguir ganándose la vida honradamente.

Antes que el garrote con el cliente, al gobierno municipal le hace falta sensibilidad social para entender que ninguno de los ambulantes que está en la calle vendiendo lo hace por placer, sino por necesidad para ganar el sustento diario para sobrevivir.