/ miércoles 5 de diciembre de 2018

Si no hay respuestas contundentes, la decepción va a ser mayor

Me temo que el gobernador electo Adán Augusto López Hernández no va a tener los tiempos políticos y sociales que tuvo el mandatario Arturo Núñez Jiménez.

Las expectativas de la población ahora son mayores que en el 2012.

Y dos son los factores políticos que influyen en esas enormes expectativas que tienen los tabasqueños, y avecindados aquí.

La llegada a la presidencia de la República de Andrés Manuel López Obrador y el arrollador triunfo de su correligionario y amigo López Hernández el pasado 1 de julio, en donde barrió en las urnas a sus adversarios.

Ganó con más de 600 mil votos. Mientras que sus contrincantes más “competitivos” (léase: Georgina Trujillo Zentella y Gerardo Gaudiano Rovirosa) no pintaron.

La fémina no obtuvo, ni 120 mil boletas a su favor -según el último recorte del PREP-. Y el ex alcalde de Centro no alcanzó ni 200 mil votos.

Literalmente, el candidato a la gubernatura de Morena, ganó “con las manos en la cintura”.

Sin despeinarse, como decimos coloquialmente.

“El bono democrático” que tiene Adán Augusto es superior al que conquistó el actual gobernador cuando derrotó al PRI, empero, los problemas ahora son exponencialmente más graves que los que dejó Andrés Rafael Granier Melo al final de su sexenio y, por ende, la presión política, social y económica de los sectores va a ser más grande que las existentes, a pesar de que va a tener más márgenes de maniobras nacional y estatal.

Si el gobierno que entrará en funciones el 1 de enero de 2019 no da respuestas contundentes en materia de seguridad pública, salud, educación y financieramente, tal y como está ansiosamente esperando la sociedad, la decepción de los ciudadanos será más rápida que ahora, y más si no se castiga a los rapaces funcionarios de la actual administración estatal que sin pudor se agandallaron con la hacienda pública.

Después de todo, más de 700 mil ciudadanos de lista nominal no acudieron a votar, y otros 334 mil 543 electores sufragaron por otra opción política a López Hernández.

Las elecciones de 2021 podrían complicarse en Tabasco. Y no precisamente, porque el tepetitico no vaya a estar en las boletas, sino porque la próxima administración falle como desgraciadamente falló la de Núñez Jiménez.

“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI” \u0009(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)

El Fiscal General del Estado de Tabasco, Fernando Valenzuela Pernas, supo hacer su chamba política.

Llegó a su comparecencia a la Cámara de Diputados acompañado, no solo de su esposa Bertha Lastra Ortiz, sino, ni más ni menos que, del ex diputado federal y local, Marcos Rosendo Medina Filigrana.

El mismo que muchos ven despachando como secretario de Gobierno.

Y los legisladores lo trataron mejor de lo que se esperaba. Lo arroparon como se dice en la jerga política.

Hasta fotos se tomó con la presidenta de la Junta de Coordinación Política, Beatriz Milland Pérez.

Si yo fuera Jaime Lastra Bastar, no me confiaría.

En política, dicen los que saben, no existen las casualidades.

Lo ocurrido ayer en el Congreso tiene mensaje, y más cuando se está a unos días de conocerse quienes integrarán el gabinete.

Definitivamente, el fiscal cabildeo con quien tenía que hacerlo.

No se puede quejar.

Me temo que el gobernador electo Adán Augusto López Hernández no va a tener los tiempos políticos y sociales que tuvo el mandatario Arturo Núñez Jiménez.

Las expectativas de la población ahora son mayores que en el 2012.

Y dos son los factores políticos que influyen en esas enormes expectativas que tienen los tabasqueños, y avecindados aquí.

La llegada a la presidencia de la República de Andrés Manuel López Obrador y el arrollador triunfo de su correligionario y amigo López Hernández el pasado 1 de julio, en donde barrió en las urnas a sus adversarios.

Ganó con más de 600 mil votos. Mientras que sus contrincantes más “competitivos” (léase: Georgina Trujillo Zentella y Gerardo Gaudiano Rovirosa) no pintaron.

La fémina no obtuvo, ni 120 mil boletas a su favor -según el último recorte del PREP-. Y el ex alcalde de Centro no alcanzó ni 200 mil votos.

Literalmente, el candidato a la gubernatura de Morena, ganó “con las manos en la cintura”.

Sin despeinarse, como decimos coloquialmente.

“El bono democrático” que tiene Adán Augusto es superior al que conquistó el actual gobernador cuando derrotó al PRI, empero, los problemas ahora son exponencialmente más graves que los que dejó Andrés Rafael Granier Melo al final de su sexenio y, por ende, la presión política, social y económica de los sectores va a ser más grande que las existentes, a pesar de que va a tener más márgenes de maniobras nacional y estatal.

Si el gobierno que entrará en funciones el 1 de enero de 2019 no da respuestas contundentes en materia de seguridad pública, salud, educación y financieramente, tal y como está ansiosamente esperando la sociedad, la decepción de los ciudadanos será más rápida que ahora, y más si no se castiga a los rapaces funcionarios de la actual administración estatal que sin pudor se agandallaron con la hacienda pública.

Después de todo, más de 700 mil ciudadanos de lista nominal no acudieron a votar, y otros 334 mil 543 electores sufragaron por otra opción política a López Hernández.

Las elecciones de 2021 podrían complicarse en Tabasco. Y no precisamente, porque el tepetitico no vaya a estar en las boletas, sino porque la próxima administración falle como desgraciadamente falló la de Núñez Jiménez.

“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI” \u0009(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)

El Fiscal General del Estado de Tabasco, Fernando Valenzuela Pernas, supo hacer su chamba política.

Llegó a su comparecencia a la Cámara de Diputados acompañado, no solo de su esposa Bertha Lastra Ortiz, sino, ni más ni menos que, del ex diputado federal y local, Marcos Rosendo Medina Filigrana.

El mismo que muchos ven despachando como secretario de Gobierno.

Y los legisladores lo trataron mejor de lo que se esperaba. Lo arroparon como se dice en la jerga política.

Hasta fotos se tomó con la presidenta de la Junta de Coordinación Política, Beatriz Milland Pérez.

Si yo fuera Jaime Lastra Bastar, no me confiaría.

En política, dicen los que saben, no existen las casualidades.

Lo ocurrido ayer en el Congreso tiene mensaje, y más cuando se está a unos días de conocerse quienes integrarán el gabinete.

Definitivamente, el fiscal cabildeo con quien tenía que hacerlo.

No se puede quejar.