/ jueves 16 de junio de 2022

Rincón de luz | ¿Qué tan devastador puede llegar hacer que un familiar nuestro se suicide

Minerva me enseña unas fotografías, hay dos personas ella y Olga su hija, ambas sonríen, fue una foto de unas vacaciones en Colombia. Olga tenía una generosidad y unos valores excepcionales. Una depresión hizo que se quitara la vida a los 17 años.

El suicidio es la segunda causa de muerte en México.

Unos tristes números: en México al año mueren por suicidio alrededor de un millón de personas, cada día hay en promedio casi 3 mil personas que ponen fin a su vida; al menos 20 intentan suicidarse por cada una que lo consigue y se afectan al menos 6 personas cercanas. Ellos se marcharon, pero el dolor no, solo cambió de rostro. Cada suicidio es un desgarro en la vida de al menos seis personas del entorno más cercano. Sus vidas cambian para siempre. Padres, hijos, parejas, hermanos, amigos se convierten en supervivientes de un trauma que se ven obligados a afrontar aún en demasiadas ocasiones en soledad:

Choque. Podrías experimentar incredulidad o insensibilidad emocional. Quizás pienses que el suicidio de tu ser querido no puede haber sido real.

Ira. Podrías enojarte con tu ser querido por abandonarte o por provocarte todo este sufrimiento, o contigo mismo u otras personas por no haber advertido las señales de sus intenciones.

Culpa. Es posible que frases como «qué hubiera pasado si...» o «si tan solo...» se repitan en tu mente, y que te culpes por la muerte de tu ser querido.

Desesperación. Puedes sentirte invadido por sentimientos de tristeza, soledad o desesperanza. Podrías sentir decaimiento físico o incluso pensar en suicidarte.

Confusión. Muchas personas intentan darle algún sentido a la muerte o entender por qué su ser querido se quitó la vida. Sin embargo, siempre te quedarán dudas sin responder.

Sentimientos de rechazo. Podrías preguntarte por qué tu relación no fue suficiente para evitar que tu ser querido se suicidara.

Las anteriores son algunos ejemplos de las emociones intensas que a experimentar el ser querido. Cuando un ser querido muere por suicidio, las emociones pueden abrumarte. Tu sufrimiento puede ser desgarrador. Al mismo tiempo, podrías estar consumido por la culpa, preguntándote si podrías haber hecho algo para evitar la muerte de tu ser querido.

Al enfrentar la vida después del suicidio de un ser querido, recuerda que no tienes que pasar por eso en solitario.

"Es una muerte súbita, violenta, tan inesperada y poco previsible que nos ocasiona una fractura emocional del máximo nivel", explica Carles Alastuey, quien fundó junto a su cuñada Cecília Borràs hace nueve años 'Después del Suicidio', la primera asociación para dar a apoyo a personas que han perdido a un ser querido en estas circunstancias y tenderles la mano que ellos hubieran querido recibir cuando murió su sobrino e hijo de ella, Miquel, con 19 años. Reciben a diario a personas que sufren un "dolor y vacío profundísimo" por un fallecimiento en el que "no hay despedidas ni explicaciones" y los interrogantes, la culpa y la sensación de abandono son una constante.

Cada suicidio afecta siempre a un grupo de personas amplio y genera sentimientos de abandono que suscitan preguntas de reclamo y recriminación, como: ¿por qué me ha hecho esto a mí?; sentimientos de culpa que cuestionan la participación personal: ¿podría haber hecho algo para evitarlo?; sentimientos de vergüenza que despiertan ansiedades paranoides: ¿qué pensarán de nosotros, de nuestra familia, de mí, las demás personas?; sentimientos de estigma que victimizan el entorno familiar: ¿seremos una familia maldita, tenemos alguna maldición?; y sentimientos autodestructivos. Pero, sobre todo, el impacto del suicidio en la familia pone en evidencia la inutilidad y la invalidez de la epistemología personal y familiar para entender y comprender ese acto, como lo expone Antón*.

No son útiles los eufemismos para referirse al suicidio. Es importante utilizar términos que expresen sin ambigüedad el hecho. Aun siendo expresiones difíciles, es preferible hablar descarnadamente: «se suicidó», «se colgó», «se mató»; todo ello expresa lo ocurrido y confronta a los individuos y a la familia con la posibilidad de la negación y la distorsión. Por ello, hablar de los hechos y las circunstancias del suicidio evita la negación, que es el primer gran obstáculo de cualquier proceso de duelo, y a su vez permite precisar los hechos de una manera compartida, con ello se disminuyen las posibilidades de distorsión del pensamiento. Se evitan así distorsiones descalificadoras e idealizadoras y se contienen los juicios de valor.

Enfrenta el futuro con una sensación de paz

Después del suicidio de un ser querido, es posible que sientas que no puedes seguir adelante o que nunca volverás a disfrutar de la vida.

En realidad, siempre te preguntarás por qué ocurrió, y recordarlo puede desencadenar sentimientos de dolor incluso años después. Sin embargo, con el tiempo, la cruda intensidad del duelo se disipará.

Comprender el complicado legado del suicidio y cómo hacer frente a un sufrimiento palpable te puede ayudar a sanar, sin dejar de honrar la memoria de tu ser querido.

CAMINANDO HACIA LA RECUPERACIÓN ACEPTACIÓN:

Aceptar NO es resignarse.

Aceptamos que lo ocurrido es un hecho que habrá cambiado para siempre nuestras vidas. Nunca nada volverá a ser igual, pero esto no significa no poder seguir adelante.

Entendemos y aceptamos que sufría mucho, por razones quizás incompresibles para nosotros, pero según los profesionales se produce una VISIÓN EN TUNEL y no ven otra salida a su sufrimiento más que acabar con su vida.

Respetamos que fue su decisión, EQUIVOCADA, la peor de toda su vida, pero suya.

Nos han explicado que la visión distorsionada de la realidad causaba que su capacidad de afrontamiento y toma de decisiones estuviese limitada. En casos de diagnóstico de enfermedad mental esta capacidad se encuentra aún más restringida.

Entendemos que su sufrimiento le hizo creer que estaríamos mejor sin él/ella. Probablemente pensó que con su muerte nos aliviaría de la carga que podría significar para nosotros en un futuro y que saldremos adelante.

Comprendemos que no quiso hacernos sufrir, aunque no supuso que lo pasaríamos tan mal, nunca imaginó el dolor tan grande y permanente que iba a causarnos.

LES PERDONAMOS y NOS PERDONAMOS por ser simplemente humanos.

Nos damos permiso para volver a reír, para disfrutar, porque entendemos que forma parte de la vida misma y comprendemos que nunca olvidaremos a nuestro ser querido por eso; muy al contrario, sentimos que también nos acompaña y que le gustaría vernos sonreír.

“RECUERDA AUNQUE SINTAMOS QUE LOS AMIGOS Y FAMILIARES MAS ALLEGADOS NOS ABANDONAN, PUEDE QUE LO QUE OCURRA ES QUE NO SABEN CÓMO ACTUAR CON NOSOTROS. ALGUNOS AMIGOS Y FAMILIARES QUIZÁ NO PUEDAN SOPORTAR TANTO DOLOR. NECESITAN RESOLVER SU PROPIO DUELO Y SEGUIR ADELANTE SIN MIRAR HACIA ATRÁS. NO ES QUE YA NO LES IMPORTE LO OCURRIDO, ES UNA MANERA QUE HAN ELEGIDO PARA CUIDAR DE SI MISMAS”

El camino a la recuperación para aquellos que han buscado ayuda y van elaborando el duelo adecuadamente empiezan a recuperar recuerdos positivos de la persona desaparecida sin tanto dolor y vuelven a hablar con naturalidad de él/ella entre sus relaciones familiares y de amigos. Es decir, devuelven su presencia a la vida cotidiana sin sentir esa angustia. Cada superviviente tiene sus propios tiempos de afrontamiento y de adaptación tras una pérdida tan significativa. Es importante darnos permiso para pensar en nuevos proyectos o recuperar a nuestras amistades o emprender nuevas relaciones

Ileana Bolio Tanatóloga/ Citas por whatsApp (+52) 9933117879

*J.M. Antón.

El impacto del suicidio en la familia. El proceso específico del duelo familiar Rev Psicot Rel Interv Soc.

Minerva me enseña unas fotografías, hay dos personas ella y Olga su hija, ambas sonríen, fue una foto de unas vacaciones en Colombia. Olga tenía una generosidad y unos valores excepcionales. Una depresión hizo que se quitara la vida a los 17 años.

El suicidio es la segunda causa de muerte en México.

Unos tristes números: en México al año mueren por suicidio alrededor de un millón de personas, cada día hay en promedio casi 3 mil personas que ponen fin a su vida; al menos 20 intentan suicidarse por cada una que lo consigue y se afectan al menos 6 personas cercanas. Ellos se marcharon, pero el dolor no, solo cambió de rostro. Cada suicidio es un desgarro en la vida de al menos seis personas del entorno más cercano. Sus vidas cambian para siempre. Padres, hijos, parejas, hermanos, amigos se convierten en supervivientes de un trauma que se ven obligados a afrontar aún en demasiadas ocasiones en soledad:

Choque. Podrías experimentar incredulidad o insensibilidad emocional. Quizás pienses que el suicidio de tu ser querido no puede haber sido real.

Ira. Podrías enojarte con tu ser querido por abandonarte o por provocarte todo este sufrimiento, o contigo mismo u otras personas por no haber advertido las señales de sus intenciones.

Culpa. Es posible que frases como «qué hubiera pasado si...» o «si tan solo...» se repitan en tu mente, y que te culpes por la muerte de tu ser querido.

Desesperación. Puedes sentirte invadido por sentimientos de tristeza, soledad o desesperanza. Podrías sentir decaimiento físico o incluso pensar en suicidarte.

Confusión. Muchas personas intentan darle algún sentido a la muerte o entender por qué su ser querido se quitó la vida. Sin embargo, siempre te quedarán dudas sin responder.

Sentimientos de rechazo. Podrías preguntarte por qué tu relación no fue suficiente para evitar que tu ser querido se suicidara.

Las anteriores son algunos ejemplos de las emociones intensas que a experimentar el ser querido. Cuando un ser querido muere por suicidio, las emociones pueden abrumarte. Tu sufrimiento puede ser desgarrador. Al mismo tiempo, podrías estar consumido por la culpa, preguntándote si podrías haber hecho algo para evitar la muerte de tu ser querido.

Al enfrentar la vida después del suicidio de un ser querido, recuerda que no tienes que pasar por eso en solitario.

"Es una muerte súbita, violenta, tan inesperada y poco previsible que nos ocasiona una fractura emocional del máximo nivel", explica Carles Alastuey, quien fundó junto a su cuñada Cecília Borràs hace nueve años 'Después del Suicidio', la primera asociación para dar a apoyo a personas que han perdido a un ser querido en estas circunstancias y tenderles la mano que ellos hubieran querido recibir cuando murió su sobrino e hijo de ella, Miquel, con 19 años. Reciben a diario a personas que sufren un "dolor y vacío profundísimo" por un fallecimiento en el que "no hay despedidas ni explicaciones" y los interrogantes, la culpa y la sensación de abandono son una constante.

Cada suicidio afecta siempre a un grupo de personas amplio y genera sentimientos de abandono que suscitan preguntas de reclamo y recriminación, como: ¿por qué me ha hecho esto a mí?; sentimientos de culpa que cuestionan la participación personal: ¿podría haber hecho algo para evitarlo?; sentimientos de vergüenza que despiertan ansiedades paranoides: ¿qué pensarán de nosotros, de nuestra familia, de mí, las demás personas?; sentimientos de estigma que victimizan el entorno familiar: ¿seremos una familia maldita, tenemos alguna maldición?; y sentimientos autodestructivos. Pero, sobre todo, el impacto del suicidio en la familia pone en evidencia la inutilidad y la invalidez de la epistemología personal y familiar para entender y comprender ese acto, como lo expone Antón*.

No son útiles los eufemismos para referirse al suicidio. Es importante utilizar términos que expresen sin ambigüedad el hecho. Aun siendo expresiones difíciles, es preferible hablar descarnadamente: «se suicidó», «se colgó», «se mató»; todo ello expresa lo ocurrido y confronta a los individuos y a la familia con la posibilidad de la negación y la distorsión. Por ello, hablar de los hechos y las circunstancias del suicidio evita la negación, que es el primer gran obstáculo de cualquier proceso de duelo, y a su vez permite precisar los hechos de una manera compartida, con ello se disminuyen las posibilidades de distorsión del pensamiento. Se evitan así distorsiones descalificadoras e idealizadoras y se contienen los juicios de valor.

Enfrenta el futuro con una sensación de paz

Después del suicidio de un ser querido, es posible que sientas que no puedes seguir adelante o que nunca volverás a disfrutar de la vida.

En realidad, siempre te preguntarás por qué ocurrió, y recordarlo puede desencadenar sentimientos de dolor incluso años después. Sin embargo, con el tiempo, la cruda intensidad del duelo se disipará.

Comprender el complicado legado del suicidio y cómo hacer frente a un sufrimiento palpable te puede ayudar a sanar, sin dejar de honrar la memoria de tu ser querido.

CAMINANDO HACIA LA RECUPERACIÓN ACEPTACIÓN:

Aceptar NO es resignarse.

Aceptamos que lo ocurrido es un hecho que habrá cambiado para siempre nuestras vidas. Nunca nada volverá a ser igual, pero esto no significa no poder seguir adelante.

Entendemos y aceptamos que sufría mucho, por razones quizás incompresibles para nosotros, pero según los profesionales se produce una VISIÓN EN TUNEL y no ven otra salida a su sufrimiento más que acabar con su vida.

Respetamos que fue su decisión, EQUIVOCADA, la peor de toda su vida, pero suya.

Nos han explicado que la visión distorsionada de la realidad causaba que su capacidad de afrontamiento y toma de decisiones estuviese limitada. En casos de diagnóstico de enfermedad mental esta capacidad se encuentra aún más restringida.

Entendemos que su sufrimiento le hizo creer que estaríamos mejor sin él/ella. Probablemente pensó que con su muerte nos aliviaría de la carga que podría significar para nosotros en un futuro y que saldremos adelante.

Comprendemos que no quiso hacernos sufrir, aunque no supuso que lo pasaríamos tan mal, nunca imaginó el dolor tan grande y permanente que iba a causarnos.

LES PERDONAMOS y NOS PERDONAMOS por ser simplemente humanos.

Nos damos permiso para volver a reír, para disfrutar, porque entendemos que forma parte de la vida misma y comprendemos que nunca olvidaremos a nuestro ser querido por eso; muy al contrario, sentimos que también nos acompaña y que le gustaría vernos sonreír.

“RECUERDA AUNQUE SINTAMOS QUE LOS AMIGOS Y FAMILIARES MAS ALLEGADOS NOS ABANDONAN, PUEDE QUE LO QUE OCURRA ES QUE NO SABEN CÓMO ACTUAR CON NOSOTROS. ALGUNOS AMIGOS Y FAMILIARES QUIZÁ NO PUEDAN SOPORTAR TANTO DOLOR. NECESITAN RESOLVER SU PROPIO DUELO Y SEGUIR ADELANTE SIN MIRAR HACIA ATRÁS. NO ES QUE YA NO LES IMPORTE LO OCURRIDO, ES UNA MANERA QUE HAN ELEGIDO PARA CUIDAR DE SI MISMAS”

El camino a la recuperación para aquellos que han buscado ayuda y van elaborando el duelo adecuadamente empiezan a recuperar recuerdos positivos de la persona desaparecida sin tanto dolor y vuelven a hablar con naturalidad de él/ella entre sus relaciones familiares y de amigos. Es decir, devuelven su presencia a la vida cotidiana sin sentir esa angustia. Cada superviviente tiene sus propios tiempos de afrontamiento y de adaptación tras una pérdida tan significativa. Es importante darnos permiso para pensar en nuevos proyectos o recuperar a nuestras amistades o emprender nuevas relaciones

Ileana Bolio Tanatóloga/ Citas por whatsApp (+52) 9933117879

*J.M. Antón.

El impacto del suicidio en la familia. El proceso específico del duelo familiar Rev Psicot Rel Interv Soc.