/ martes 16 de abril de 2019

Pymes

Los diputados de Morena aprobaron la desaparición del Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem) al que se le asignó en este ejercicio fiscal 659 millones de pesos.

Este año cuando llegó el Presupuesto de Egresos de la Federación, llegó con pocos recursos para el Inadem y con cero pesos, despidos y recortes en ProMéxico, Nacional Financiera (Nafin) y el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext), sin explicar la estrategia de fondo, ni dar a conocer las acciones de corto, mediano y largo plazos, de la desaparición y fusión de estos organismos, y hacer más eficientes a las instituciones y programas en beneficio de los emprendedores y pequeños empresarios.

El año pasado el presidente de la República decía que era prioridad de su gobierno apoyar a las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes), dejando entrever la desaparición del Inadem, ProMéxico, Nafin y Bancomext. A principios de marzo, la Secretaría de Economía publicó las reglas de operación para el Fondo Nacional del Emprendedor, quedando bajo la dirección del Inadem. Primero debieron extinguir el Instituto, y elaborar y aprobar una nueva ley por la que surgiría el Programa de Microcréditos para el Bienestar, al que se le otorgan según el Presupuesto de Egresos, cerca de 3 mil 33 millones de pesos.

No son pocos los retos que tienen las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes). Muchas dificultades existen para apoyar su creación, crecimiento y permanencia; 7 de cada 10 microempresarios mexicanos ven como su principal problema el acceso al crédito rápido, con pocos requisitos y tasa de interés accesible.

La función que desarrollaba Nafin en conjunto con los bancos para adquisición de maquinaria o activos fijos ha quedado en el aire a la espera de un rediseño que aún no es claro, y otros como el esquema de financiamiento de capital semilla de la Secretaría de Economía para el desarrollo de un prototipo comercial, la realización de un estudio de mercado, la elaboración de un plan de negocios o el registro de patentes, de plano han sido cancelados.

Este impasse es un mal mensaje, genera costos, riesgos e incertidumbre. Se desconoce los cómos se dará el apoyo a las Pymes, que son las generadoras del 80% del empleo en el país y que son las promotoras del talento, innovación y competitividad de México. Esto pone un freno en la contratación y generación de empleo, constituyendo un riesgo a las metas del Producto Interno Bruto, pues las Pymes aportan el 42% a la economía nacional.

Y si a la falta de crédito accesible, capacitación y orientación que requieren, agregamos la necesidad de una política fiscal y de seguridad social ajustadas, la implementación de una práctica reglamentada que reduzca tiempos de pago de sus facturas, simplificación de sus trámites gubernamentales o premiar a emprendedores con iniciativas de desarrollo tecnológico, la realidad es que se observa muy lento el actuar del gobierno federal en la agenda a favor de las Pymes.

Estados como Tabasco no pasan por su mejor momento. No hay recursos para invertir directamente en las empresas, se desconocen las nuevas estrategias de inversión para ayudar a las Pymes. Urgen programas de apoyo que capaciten a las pequeñas empresas en consolidarlas y cómo asumir mucho mejor los retos para convertirlas en proveedoras confiables para grandes empresas, incentivando y conectando cadenas productivas que dinamicen a la entidad.

Los diputados de Morena aprobaron la desaparición del Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem) al que se le asignó en este ejercicio fiscal 659 millones de pesos.

Este año cuando llegó el Presupuesto de Egresos de la Federación, llegó con pocos recursos para el Inadem y con cero pesos, despidos y recortes en ProMéxico, Nacional Financiera (Nafin) y el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext), sin explicar la estrategia de fondo, ni dar a conocer las acciones de corto, mediano y largo plazos, de la desaparición y fusión de estos organismos, y hacer más eficientes a las instituciones y programas en beneficio de los emprendedores y pequeños empresarios.

El año pasado el presidente de la República decía que era prioridad de su gobierno apoyar a las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes), dejando entrever la desaparición del Inadem, ProMéxico, Nafin y Bancomext. A principios de marzo, la Secretaría de Economía publicó las reglas de operación para el Fondo Nacional del Emprendedor, quedando bajo la dirección del Inadem. Primero debieron extinguir el Instituto, y elaborar y aprobar una nueva ley por la que surgiría el Programa de Microcréditos para el Bienestar, al que se le otorgan según el Presupuesto de Egresos, cerca de 3 mil 33 millones de pesos.

No son pocos los retos que tienen las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes). Muchas dificultades existen para apoyar su creación, crecimiento y permanencia; 7 de cada 10 microempresarios mexicanos ven como su principal problema el acceso al crédito rápido, con pocos requisitos y tasa de interés accesible.

La función que desarrollaba Nafin en conjunto con los bancos para adquisición de maquinaria o activos fijos ha quedado en el aire a la espera de un rediseño que aún no es claro, y otros como el esquema de financiamiento de capital semilla de la Secretaría de Economía para el desarrollo de un prototipo comercial, la realización de un estudio de mercado, la elaboración de un plan de negocios o el registro de patentes, de plano han sido cancelados.

Este impasse es un mal mensaje, genera costos, riesgos e incertidumbre. Se desconoce los cómos se dará el apoyo a las Pymes, que son las generadoras del 80% del empleo en el país y que son las promotoras del talento, innovación y competitividad de México. Esto pone un freno en la contratación y generación de empleo, constituyendo un riesgo a las metas del Producto Interno Bruto, pues las Pymes aportan el 42% a la economía nacional.

Y si a la falta de crédito accesible, capacitación y orientación que requieren, agregamos la necesidad de una política fiscal y de seguridad social ajustadas, la implementación de una práctica reglamentada que reduzca tiempos de pago de sus facturas, simplificación de sus trámites gubernamentales o premiar a emprendedores con iniciativas de desarrollo tecnológico, la realidad es que se observa muy lento el actuar del gobierno federal en la agenda a favor de las Pymes.

Estados como Tabasco no pasan por su mejor momento. No hay recursos para invertir directamente en las empresas, se desconocen las nuevas estrategias de inversión para ayudar a las Pymes. Urgen programas de apoyo que capaciten a las pequeñas empresas en consolidarlas y cómo asumir mucho mejor los retos para convertirlas en proveedoras confiables para grandes empresas, incentivando y conectando cadenas productivas que dinamicen a la entidad.