/ martes 8 de diciembre de 2020

Punto y Aparte | Tabasco pierde a uno de sus más distinguidos Notarios

El domingo pasado, nos amanecimos con la noticia, del deceso, de Don Payambé López Falconi, uno de los Notarios Públicos más destacados de la entidad. Un estudioso del derecho con alta credibilidad y reconocimiento público.

Oriundo de Jalpa de Méndez, donde nació el 9 de Febrero de 1932, en el campo de la Escuela Normal Rural (La Campesina) donde ahora es la Extensión de la UJAT, y donde su progenitor era maestro.

Hijo del profesor Pascual López López y de la señora Araceli Falconi Vera. Hermano de: Lolijá; Bolívar; Ofelia; y, Rubí.

Payambé casó con la profesora Aurora Hernández Sánchez, con quien procreó a: Silvia Aurora; Adán Augusto; Rosalinda y Melchor.

Era licenciado en Derecho, egresado de la UNAM, finalizando sus estudios, el 28 de enero de 1959; titulándose con la tesis “Comentarios al Estado Federal”.

Fue subprocurador de Justicia, al lado de Don Gregorio Merino Bastar.

Con fecha 4 de Julio de 1970, López Falconi, sustentó y aprobó el Examen de suficiencia sobre el ejercicio notarial, ante el Pleno del TSJ.

El 15 de julio de 1970, le fue otorgado por el entonces Gobernador, Don Manuel R. Mora, el nombramiento de Titular de la Notaría Pública Número 13, con adscripción en el Centro, expidiéndosele el Fiat correspondiente; y publicándose, dichos Acuerdo y Fiat, en el Periódico Oficial del Estado, número 2905, de fecha 22 de julio de 1970.

En 1972, junto con su amigo Jesús Ezequiel de Dios, ingresa a la Asociación Nacional del Notariado Mexicano, A.C. Posteriormente logra ser uno de los Notarios del Patrimonio Inmobiliario Federal, distinción que no era fácil lograr.

Renuncia como Notario Público Titular Número 13. Sin embargo, posteriormente, es nombrado Adscrito.

El Colegio Nacional del Notariado Mexicano, año con año, entrega la Medalla “Diego de Godoy”, a los Notarios que sobresalen por su trayectoria. En dicho contexto, en el 7 de junio 2019, López Falconi fue galardonado en una ceremonia discreta, rodeado de amigos y familiares.

Eterno coleccionista de: libros, máquinas de escribir, relojes de cuerda, monedas, plumas estilográficas, artículos y noticias extrañas y raras, publicadas en periódicos y revistas de todo el mundo.

Además de lector asiduo de la materia jurídica; gustaba “devorar” libros de historia, sociología, y literatura; lo que lo hizo un gran charlista y un esmerado hombre culto.

Uno de sus amigos recuerda que guardaba con mucho orgullo, la carátula del folder que contenía su expediente del Instituto Juárez, donde cursó el primer año de secundaria.

Ávido lector de cuanta revista y periódico cayera en sus manos. Tenía especial predilección por el diario español El País, que pedía, aunque fuese atrasado, a la ahora CDMX. Escribió el libro “Refranes”.

Muy pulcro al vestir, procuraba que a quienes atendía, no llegaran en camisetas, sin mangas. Caballeroso. Disciplinado. Muy serio, si decía una fecha para entregar un documento notarial, así era. Escrupuloso. Confiable, sencillo.

Allá en su rancho en Paraíso, cerca del mar, tenía un telescopio, con el que gustaba observar las estrellas. Educó a sus hijos con esmerada disciplina.

Cuando le agradaba un trabajo que realizaba, decía: “ni hablar del peluquín”. Fue de los últimos fedatarios cuyas escrituras las realizaba a mano.

Asociado de la Universidad Olmeca y de la Torre Empresarial; gran aficionado a la comida típica tabasqueña.

Asiduo al famoso “Café Casino”; al desaparecer éste; él y sus amigos, se mudaron al “Café de la Calle Juárez”. Antes de la pandemia, era visitante diario a El Cafetalero, en donde además de degustar café, leía la mayoría de los diarios locales.

Para entender, el pensamiento ideológico de López Falconi, retomamos unas frases, de un artículo que publicó en el periódico paraiseño “Caracol”, en abril de 1954: “… nuestro pueblo carece de Democracia, se la hacen olvidar e ignorar, a la fuerza, el cacique, la prensa mercenaria, y, todo el aparato oficial, confabulado contra las aspiraciones ciudadanas, llámese PRI, iglesia, radio, etcétera, etc…”.

Definitivamente, ese ser humano, honesto y honorable, le dio jerarquía al ejercicio notarial; y, cálida amistad, a quienes lo procuraron. Descanse en paz.

El domingo pasado, nos amanecimos con la noticia, del deceso, de Don Payambé López Falconi, uno de los Notarios Públicos más destacados de la entidad. Un estudioso del derecho con alta credibilidad y reconocimiento público.

Oriundo de Jalpa de Méndez, donde nació el 9 de Febrero de 1932, en el campo de la Escuela Normal Rural (La Campesina) donde ahora es la Extensión de la UJAT, y donde su progenitor era maestro.

Hijo del profesor Pascual López López y de la señora Araceli Falconi Vera. Hermano de: Lolijá; Bolívar; Ofelia; y, Rubí.

Payambé casó con la profesora Aurora Hernández Sánchez, con quien procreó a: Silvia Aurora; Adán Augusto; Rosalinda y Melchor.

Era licenciado en Derecho, egresado de la UNAM, finalizando sus estudios, el 28 de enero de 1959; titulándose con la tesis “Comentarios al Estado Federal”.

Fue subprocurador de Justicia, al lado de Don Gregorio Merino Bastar.

Con fecha 4 de Julio de 1970, López Falconi, sustentó y aprobó el Examen de suficiencia sobre el ejercicio notarial, ante el Pleno del TSJ.

El 15 de julio de 1970, le fue otorgado por el entonces Gobernador, Don Manuel R. Mora, el nombramiento de Titular de la Notaría Pública Número 13, con adscripción en el Centro, expidiéndosele el Fiat correspondiente; y publicándose, dichos Acuerdo y Fiat, en el Periódico Oficial del Estado, número 2905, de fecha 22 de julio de 1970.

En 1972, junto con su amigo Jesús Ezequiel de Dios, ingresa a la Asociación Nacional del Notariado Mexicano, A.C. Posteriormente logra ser uno de los Notarios del Patrimonio Inmobiliario Federal, distinción que no era fácil lograr.

Renuncia como Notario Público Titular Número 13. Sin embargo, posteriormente, es nombrado Adscrito.

El Colegio Nacional del Notariado Mexicano, año con año, entrega la Medalla “Diego de Godoy”, a los Notarios que sobresalen por su trayectoria. En dicho contexto, en el 7 de junio 2019, López Falconi fue galardonado en una ceremonia discreta, rodeado de amigos y familiares.

Eterno coleccionista de: libros, máquinas de escribir, relojes de cuerda, monedas, plumas estilográficas, artículos y noticias extrañas y raras, publicadas en periódicos y revistas de todo el mundo.

Además de lector asiduo de la materia jurídica; gustaba “devorar” libros de historia, sociología, y literatura; lo que lo hizo un gran charlista y un esmerado hombre culto.

Uno de sus amigos recuerda que guardaba con mucho orgullo, la carátula del folder que contenía su expediente del Instituto Juárez, donde cursó el primer año de secundaria.

Ávido lector de cuanta revista y periódico cayera en sus manos. Tenía especial predilección por el diario español El País, que pedía, aunque fuese atrasado, a la ahora CDMX. Escribió el libro “Refranes”.

Muy pulcro al vestir, procuraba que a quienes atendía, no llegaran en camisetas, sin mangas. Caballeroso. Disciplinado. Muy serio, si decía una fecha para entregar un documento notarial, así era. Escrupuloso. Confiable, sencillo.

Allá en su rancho en Paraíso, cerca del mar, tenía un telescopio, con el que gustaba observar las estrellas. Educó a sus hijos con esmerada disciplina.

Cuando le agradaba un trabajo que realizaba, decía: “ni hablar del peluquín”. Fue de los últimos fedatarios cuyas escrituras las realizaba a mano.

Asociado de la Universidad Olmeca y de la Torre Empresarial; gran aficionado a la comida típica tabasqueña.

Asiduo al famoso “Café Casino”; al desaparecer éste; él y sus amigos, se mudaron al “Café de la Calle Juárez”. Antes de la pandemia, era visitante diario a El Cafetalero, en donde además de degustar café, leía la mayoría de los diarios locales.

Para entender, el pensamiento ideológico de López Falconi, retomamos unas frases, de un artículo que publicó en el periódico paraiseño “Caracol”, en abril de 1954: “… nuestro pueblo carece de Democracia, se la hacen olvidar e ignorar, a la fuerza, el cacique, la prensa mercenaria, y, todo el aparato oficial, confabulado contra las aspiraciones ciudadanas, llámese PRI, iglesia, radio, etcétera, etc…”.

Definitivamente, ese ser humano, honesto y honorable, le dio jerarquía al ejercicio notarial; y, cálida amistad, a quienes lo procuraron. Descanse en paz.