/ martes 7 de abril de 2020

Punto y Aparte | México requiere de todos, neoliberales o no

El Presidente Andrés Manuel López Obrador dio su informe trimestral, enunciando y repasando las acciones de su administración, así como otras que aún se encuentran en curso.

Las expectativas ciudadanas y empresariales eran otras: escuchar las políticas públicas emergentes y urgentes, con el propósito de atenuar las graves afectaciones a la economía del país y de los propios integrantes del imaginario colectivo.

Después de un introito ligero, amable; AMLO regresó a su estilo rudo y directo:

“No olvidemos que la cultura de nuestro pueblo, que no es tan intangible como suele pensarse, siempre nos ha salvado y nos ha permitido reponernos de terremotos, huracanes, inundaciones, epidemias, tiranías, malos gobiernos y de la corrupción, que ha sido la más trágica y funesta de las pestes y calamidades de México”.

Regresó a enumerar sus medidas, que de acuerdo a sus perspectivas, lograran sacar avante a México. Pocas destacables o innovadoras, todas conocidas, aunque algunas de ellas, algo inciertas, como el número de empleos que pretende crear en lo que resta del año.

Tampoco quedó claro el sustento jurídico para abrogar prácticamente los aguinaldos de la mayoría de los mandos medios y superiores de la Federación.

Después de mencionar algunos paliativos a la actual crisis sanitaria y económica, volvió al redil de las arengas de siempre:

“Esta crisis es pasajera, transitoria. Pronto regresará la normalidad, venceremos al coronavirus, reactivaremos la economía y México seguirá de pie, mostrando al mundo su gloria y su grandeza.

Entiendo que los conservadores y quienes han medrado con el llamado modelo económico neoliberal que está, por cierto, en crisis en el mundo, entiendo que quienes durante mucho tiempo aplicaron la política de privatizar ganancias y socializar pérdidas no compartan nuestra visión de desarrollo con justicia y democracia, pero a nadie engañamos y hay constancia de ello.

Lo que estamos haciendo es lo que hemos propuesto, enarbolado, sostenido en forma pública y abierta desde hace años en la lucha diaria y en campañas políticas, también por lo que votaron millones de mexicanos”.

Delimitó lo que parece ser su concepto de la economía mexicana: la que enarbola él, y, la otra; la que manejaron los antiguos gobiernos y sus, ahora, detractores y adversarios:

“Desde el porfiriato quedó demostrado que un modelo económico que sólo beneficia a minorías no produce bienestar general, sino, al contrario, engendra miseria pública y violencia.

Por eso el plan de recuperación económica que estamos aplicando no se ajusta al modelo neoliberal o neoporfirista.

Ya rompimos el molde que se usaba para aplicar las llamadas medidas contracíclicas que sólo profundizaban más la desigualdad y propiciaban la corrupción en beneficio de unos cuantos.

La fórmula que estamos aplicando para remontar la crisis transitoria, repito, es la suma de tres elementos básicos: mayor inversión pública para el desarrollo económico y social, empleo pleno y honestidad, y austeridad republicana. Nada nos hará regresar al pasado”.

El discurso no fue de unidad, ni de convocatoria para todos los sectores del país. Pareciera que fue diseñado solamente para sus seguidores, que aplauden todo lo que diga o haga, sin que puedan aceptar que todo gobernante, como cualquier ser humano, puede equivocarse.

Al fin y al cabo, como lo sostuvo, “no es un sabelotodo”. Es licenciado en Ciencias Políticas, no economista, ni epidemiólogo.

Su experiencia en la Delegación del INI-Tabasco; en el INCO; y en la Jefatura del D.D.F.; no parecen suficientes para pensar que lo puede todo en la administración que le confiaron muchos mexicanos.

Esta vez, no cortó rabo ni orejas. El paisano quedó a deber, aunque ni él, ni sus feroces seguidores, querrán reconocerlo.

Los estragos de la pandemia y la paralización de las actividades económicas, requieren de acciones más precisas y contundentes. Técnicamente bien pensadas y operativamente, mejor detalladas y ejecutadas.

No se trata de neoliberales o contra-neo liberales, ni de pejistas o antipejistas, se trata de la sobrevivencia de un país que reclama acciones razonables y efectivas.

Desde luego, para ello, es necesario que todos permanezcan unidos en tan complicada tarea. Fuera la politiquería.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador dio su informe trimestral, enunciando y repasando las acciones de su administración, así como otras que aún se encuentran en curso.

Las expectativas ciudadanas y empresariales eran otras: escuchar las políticas públicas emergentes y urgentes, con el propósito de atenuar las graves afectaciones a la economía del país y de los propios integrantes del imaginario colectivo.

Después de un introito ligero, amable; AMLO regresó a su estilo rudo y directo:

“No olvidemos que la cultura de nuestro pueblo, que no es tan intangible como suele pensarse, siempre nos ha salvado y nos ha permitido reponernos de terremotos, huracanes, inundaciones, epidemias, tiranías, malos gobiernos y de la corrupción, que ha sido la más trágica y funesta de las pestes y calamidades de México”.

Regresó a enumerar sus medidas, que de acuerdo a sus perspectivas, lograran sacar avante a México. Pocas destacables o innovadoras, todas conocidas, aunque algunas de ellas, algo inciertas, como el número de empleos que pretende crear en lo que resta del año.

Tampoco quedó claro el sustento jurídico para abrogar prácticamente los aguinaldos de la mayoría de los mandos medios y superiores de la Federación.

Después de mencionar algunos paliativos a la actual crisis sanitaria y económica, volvió al redil de las arengas de siempre:

“Esta crisis es pasajera, transitoria. Pronto regresará la normalidad, venceremos al coronavirus, reactivaremos la economía y México seguirá de pie, mostrando al mundo su gloria y su grandeza.

Entiendo que los conservadores y quienes han medrado con el llamado modelo económico neoliberal que está, por cierto, en crisis en el mundo, entiendo que quienes durante mucho tiempo aplicaron la política de privatizar ganancias y socializar pérdidas no compartan nuestra visión de desarrollo con justicia y democracia, pero a nadie engañamos y hay constancia de ello.

Lo que estamos haciendo es lo que hemos propuesto, enarbolado, sostenido en forma pública y abierta desde hace años en la lucha diaria y en campañas políticas, también por lo que votaron millones de mexicanos”.

Delimitó lo que parece ser su concepto de la economía mexicana: la que enarbola él, y, la otra; la que manejaron los antiguos gobiernos y sus, ahora, detractores y adversarios:

“Desde el porfiriato quedó demostrado que un modelo económico que sólo beneficia a minorías no produce bienestar general, sino, al contrario, engendra miseria pública y violencia.

Por eso el plan de recuperación económica que estamos aplicando no se ajusta al modelo neoliberal o neoporfirista.

Ya rompimos el molde que se usaba para aplicar las llamadas medidas contracíclicas que sólo profundizaban más la desigualdad y propiciaban la corrupción en beneficio de unos cuantos.

La fórmula que estamos aplicando para remontar la crisis transitoria, repito, es la suma de tres elementos básicos: mayor inversión pública para el desarrollo económico y social, empleo pleno y honestidad, y austeridad republicana. Nada nos hará regresar al pasado”.

El discurso no fue de unidad, ni de convocatoria para todos los sectores del país. Pareciera que fue diseñado solamente para sus seguidores, que aplauden todo lo que diga o haga, sin que puedan aceptar que todo gobernante, como cualquier ser humano, puede equivocarse.

Al fin y al cabo, como lo sostuvo, “no es un sabelotodo”. Es licenciado en Ciencias Políticas, no economista, ni epidemiólogo.

Su experiencia en la Delegación del INI-Tabasco; en el INCO; y en la Jefatura del D.D.F.; no parecen suficientes para pensar que lo puede todo en la administración que le confiaron muchos mexicanos.

Esta vez, no cortó rabo ni orejas. El paisano quedó a deber, aunque ni él, ni sus feroces seguidores, querrán reconocerlo.

Los estragos de la pandemia y la paralización de las actividades económicas, requieren de acciones más precisas y contundentes. Técnicamente bien pensadas y operativamente, mejor detalladas y ejecutadas.

No se trata de neoliberales o contra-neo liberales, ni de pejistas o antipejistas, se trata de la sobrevivencia de un país que reclama acciones razonables y efectivas.

Desde luego, para ello, es necesario que todos permanezcan unidos en tan complicada tarea. Fuera la politiquería.