/ martes 28 de enero de 2020

Punto y Aparte | Carlos Garrido, una cita a la que no debió llegar

Ninguna muerte puede justificarse, menos aquellas donde la racionalidad es rebasada por la ambición y las ansías de darse a notar.

La sociedad tabasqueña quedó anonadada ante la artera muerte de quien además de ser el Director General del Instituto Tecnológico Superior de La Venta, era un ser apreciado por muchos, por su conocida filantropía a favor de quienes él consideraba, necesitaban de su incondicional ayuda.

Carlos había aceptado el reto de liderar el rescate de aquella institución educativa, misma que no fue la primera que le fue propuesta, ya que antes se le había ofrecido una ubicada en la tierra de sus ancestros, pero que rechazó por considerar que había demasiados afectos en aquella municipalidad, lo que podría obstaculizar su labor.

Llegó allá con su conocido perfil conciliador, promovió el deporte, las reuniones amigables y siguió a pie juntillas las instrucciones para rescatar, académica y financieramente, aquel centro de estudios superiores.

De acuerdo a su estrategia, ocupaba un día a la semana, casi siempre los viernes, para atender la agenda en la ciudad de Villahermosa.

El viernes pasado, el destino le jugó una mala pasada. No iba a ir en principio al plantel, pero de última hora decidió ir para asistir a una mojarriza allá en La Venta.

Un cercano a él, el día de los hechos, le llamó cerca de las diez de la mañana para reportarse; al enterarse del compromiso antes narrado, le sugirió no ir, pero no logró convencerlo. Entonces se ofreció a acompañarlo, pero Carlos no quiso.

Quedaron de verse, al día siguiente. Ya no fue posible. También habían quedado de convivir con él, el sábado, los periodistas Antonio Caraveo Maldonado y José Luis Gutiérrez Gutiérrez. Su sino le impidió cumplir con dichas citas.

Garrido Gular nació en Villahermosa, Tabasco, el 26 de marzo de 1970. Hijo del caballeroso abogado Francisco Garrido Cruz, exdirector de Comunicación Social y Relaciones Públicas del gobierno de Tabasco; y de la señora Marlene Gular Santamaria. Nieto del recordado tabasqueño Don Antonio Gular León. Hermano de María Esther (Mayte) y José Francisco.

Sus estudios básicos los realizó en el Colegio Tabasco (los tres primeros años de la Primaria). El resto, así como la Secundaria y la Preparatoria los cursó en el Instituto “Carlos Pellicer Cámara”. Licenciado en Derecho por la UJAT.

Dentro de su trayectoria destacan las siguientes actividades:

Asesor de la Subsecretaría de Enlace Político. Coordinador Jurídico de COPLADET. Asesor de la Secretaría de Gobierno y Regidor del H. Ayuntamiento de Centro.

Subsecretario de Atención a Instituciones Políticas y Sociales. Director General del CONALEP-TABASCO.

En marzo del año pasado fue designado por el gobernador del estado, Lic. Adán Augusto López Hernández como Director General del Instituto Tecnológico Superior de Villa La Venta, en sustitución del Ing. Pedro Green Canepa.

Leal a carta cabal, depositó sus afectos políticos, en sus amigos José Antonio de la Vega Asmitia y Luis Felipe Graham Zapata, a quien siempre ayudó en sus aspiraciones políticas.

Desde joven inició sus actividades políticas en el Frente Juvenil Revolucionario, donde buscó ser dirigente de la “Juventud Popular Revolucionaria”, empero le ganó Marcos Rosendo Medina Filigrana.

Fue rescatado por el CEN, nombrándolo Delegado Regional en el sureste de dicha agrupación juvenil.

Practicante del softbol y del futbol, también fue mecenas de muchos equipos, quienes con su padrinazgo lograron varios campeonatos. Americanista hasta las cachas. Sus amigos del balompié le apodaban Garrincha por sus largas zancadas.

Siempre con perfil bajo, ayudaba con absoluta discreción. Lo mismo lo hizo con un periodista que fue operado a corazón abierto con larga convalecencia, así como con un amigo de su padre quien padeció cáncer, entre muchos más.

Detallista, cada fin de año procuraba a algunos amigos, no sólo con dulces obsequios, sino también con sus personales parabienes.

Su repentina partida no sólo deja huérfanos de su acendrado humanismo, también deja a una respetable familia sin su principal cabeza; así como a una sociedad estremecida, e incluso, la posibilidad de la desaparición del plantel que intentó rescatar.

Ninguna muerte puede justificarse, menos aquellas donde la racionalidad es rebasada por la ambición y las ansías de darse a notar.

La sociedad tabasqueña quedó anonadada ante la artera muerte de quien además de ser el Director General del Instituto Tecnológico Superior de La Venta, era un ser apreciado por muchos, por su conocida filantropía a favor de quienes él consideraba, necesitaban de su incondicional ayuda.

Carlos había aceptado el reto de liderar el rescate de aquella institución educativa, misma que no fue la primera que le fue propuesta, ya que antes se le había ofrecido una ubicada en la tierra de sus ancestros, pero que rechazó por considerar que había demasiados afectos en aquella municipalidad, lo que podría obstaculizar su labor.

Llegó allá con su conocido perfil conciliador, promovió el deporte, las reuniones amigables y siguió a pie juntillas las instrucciones para rescatar, académica y financieramente, aquel centro de estudios superiores.

De acuerdo a su estrategia, ocupaba un día a la semana, casi siempre los viernes, para atender la agenda en la ciudad de Villahermosa.

El viernes pasado, el destino le jugó una mala pasada. No iba a ir en principio al plantel, pero de última hora decidió ir para asistir a una mojarriza allá en La Venta.

Un cercano a él, el día de los hechos, le llamó cerca de las diez de la mañana para reportarse; al enterarse del compromiso antes narrado, le sugirió no ir, pero no logró convencerlo. Entonces se ofreció a acompañarlo, pero Carlos no quiso.

Quedaron de verse, al día siguiente. Ya no fue posible. También habían quedado de convivir con él, el sábado, los periodistas Antonio Caraveo Maldonado y José Luis Gutiérrez Gutiérrez. Su sino le impidió cumplir con dichas citas.

Garrido Gular nació en Villahermosa, Tabasco, el 26 de marzo de 1970. Hijo del caballeroso abogado Francisco Garrido Cruz, exdirector de Comunicación Social y Relaciones Públicas del gobierno de Tabasco; y de la señora Marlene Gular Santamaria. Nieto del recordado tabasqueño Don Antonio Gular León. Hermano de María Esther (Mayte) y José Francisco.

Sus estudios básicos los realizó en el Colegio Tabasco (los tres primeros años de la Primaria). El resto, así como la Secundaria y la Preparatoria los cursó en el Instituto “Carlos Pellicer Cámara”. Licenciado en Derecho por la UJAT.

Dentro de su trayectoria destacan las siguientes actividades:

Asesor de la Subsecretaría de Enlace Político. Coordinador Jurídico de COPLADET. Asesor de la Secretaría de Gobierno y Regidor del H. Ayuntamiento de Centro.

Subsecretario de Atención a Instituciones Políticas y Sociales. Director General del CONALEP-TABASCO.

En marzo del año pasado fue designado por el gobernador del estado, Lic. Adán Augusto López Hernández como Director General del Instituto Tecnológico Superior de Villa La Venta, en sustitución del Ing. Pedro Green Canepa.

Leal a carta cabal, depositó sus afectos políticos, en sus amigos José Antonio de la Vega Asmitia y Luis Felipe Graham Zapata, a quien siempre ayudó en sus aspiraciones políticas.

Desde joven inició sus actividades políticas en el Frente Juvenil Revolucionario, donde buscó ser dirigente de la “Juventud Popular Revolucionaria”, empero le ganó Marcos Rosendo Medina Filigrana.

Fue rescatado por el CEN, nombrándolo Delegado Regional en el sureste de dicha agrupación juvenil.

Practicante del softbol y del futbol, también fue mecenas de muchos equipos, quienes con su padrinazgo lograron varios campeonatos. Americanista hasta las cachas. Sus amigos del balompié le apodaban Garrincha por sus largas zancadas.

Siempre con perfil bajo, ayudaba con absoluta discreción. Lo mismo lo hizo con un periodista que fue operado a corazón abierto con larga convalecencia, así como con un amigo de su padre quien padeció cáncer, entre muchos más.

Detallista, cada fin de año procuraba a algunos amigos, no sólo con dulces obsequios, sino también con sus personales parabienes.

Su repentina partida no sólo deja huérfanos de su acendrado humanismo, también deja a una respetable familia sin su principal cabeza; así como a una sociedad estremecida, e incluso, la posibilidad de la desaparición del plantel que intentó rescatar.