/ martes 19 de marzo de 2019

Posneoliberalismo

Como propaganda el presidente ha declarado muerto al neoliberalismo en México, pero no puede terminar algo que nunca se ha practicado y menos por decreto.

El término neoliberalismo es confuso, utilizado para hacer referencia a ideas económicas que prevalecieron a partir de 1930, en donde se enfatiza la necesidad del Estado de asegurar el libre mercado, el equilibrio presupuestal y reducir la intervención estatal en la economía.

El neoliberalismo entendido como libertad comercial y libre empresa, existe, pero acotado. Este término, es utilizado para asimilar con el liberalismo, a veces despectivamente, a veces con cierta pretensión científica, políticas, ideas o gobiernos que, en realidad, nada tienen que ver con él.

El liberalismo económico no es la raíz de nuestros males. En México, si bien durante los años noventa se privatizó monopolios, se soslayó por completo la importancia de la competencia en el desarrollo de los mercados. Si bien se permitió la inversión extranjera, se hizo de forma igual que la China comunista a quien ningún alucinado podría tildar de liberal o neoliberal. En general aunque se daba la impresión de que se reducía la intervención estatal, en términos de gasto público como fracción del producto interno, se mantenía igual o inclusive aumentaba.

Hoy en México, paradójicamente el viejo capitalismo estatista de los años 70, es presentado como la panacea a los problemas del país, cuando en esa época sufrimos la mayor inflación, devaluación y caída de salarios reales en la historia.

"Políticos con un neto componente de animalidad". Así definía Aristóteles a los gobernantes que ostentaban el poder cuando este no estaba sujeto a las leyes. Hoy pareciera, que si bien el poder está sujeto a las leyes, de poco sirve si, el poder puede cambiarlas a su antojo.

Vemos el advenimiento del desmoronamiento de principios democráticos y el retroceso del paradigma constitucional en México. Las razones de la regresión son bien conocidas y el actual momento histórico está marcado por una paradoja: de un lado, el crecimiento de la complejidad social y los desafíos de la globalización, que exigen el máximo desarrollo de la esfera pública; del otro, la afirmación de la primacía de la economía, como motor del progreso y del crecimiento.

Asimismo, la responsabilidad de quienes gobiernan es el saber reconocer qué políticas económicas son buenas y han funcionado, cuáles necesitan mejora en la regulación y cuáles fueron equivocadas y por ende ser eliminadas.

Las políticas de la libre competencia en el neoliberalismo no son malas, pues la inversión extranjera directa ha sido una forma de transferencia de avances tecnológicos y conocimientos hacia economías en desarrollo como la nuestra, que hoy disfrutamos. La privatización de empresas previamente controladas por el gobierno ha permitido mejorar la eficiencia en la provisión de servicios y disminuir la carga fiscal.

Muchos de los grandes cambios sociales, económicos y jurídicos, como la internacionalización de los derechos humanos, no podría entenderse sin la realidad liberal y globalizadora en el mundo.

Los salarios y el empleo no aumentan por decreto, al igual que la economía, no crece más rápido por decreto. La paradoja de la democracia no es un mito; ahí se los dejo para la reflexión, una vez pervertida, no suele tener retorno, ni redención.


Como propaganda el presidente ha declarado muerto al neoliberalismo en México, pero no puede terminar algo que nunca se ha practicado y menos por decreto.

El término neoliberalismo es confuso, utilizado para hacer referencia a ideas económicas que prevalecieron a partir de 1930, en donde se enfatiza la necesidad del Estado de asegurar el libre mercado, el equilibrio presupuestal y reducir la intervención estatal en la economía.

El neoliberalismo entendido como libertad comercial y libre empresa, existe, pero acotado. Este término, es utilizado para asimilar con el liberalismo, a veces despectivamente, a veces con cierta pretensión científica, políticas, ideas o gobiernos que, en realidad, nada tienen que ver con él.

El liberalismo económico no es la raíz de nuestros males. En México, si bien durante los años noventa se privatizó monopolios, se soslayó por completo la importancia de la competencia en el desarrollo de los mercados. Si bien se permitió la inversión extranjera, se hizo de forma igual que la China comunista a quien ningún alucinado podría tildar de liberal o neoliberal. En general aunque se daba la impresión de que se reducía la intervención estatal, en términos de gasto público como fracción del producto interno, se mantenía igual o inclusive aumentaba.

Hoy en México, paradójicamente el viejo capitalismo estatista de los años 70, es presentado como la panacea a los problemas del país, cuando en esa época sufrimos la mayor inflación, devaluación y caída de salarios reales en la historia.

"Políticos con un neto componente de animalidad". Así definía Aristóteles a los gobernantes que ostentaban el poder cuando este no estaba sujeto a las leyes. Hoy pareciera, que si bien el poder está sujeto a las leyes, de poco sirve si, el poder puede cambiarlas a su antojo.

Vemos el advenimiento del desmoronamiento de principios democráticos y el retroceso del paradigma constitucional en México. Las razones de la regresión son bien conocidas y el actual momento histórico está marcado por una paradoja: de un lado, el crecimiento de la complejidad social y los desafíos de la globalización, que exigen el máximo desarrollo de la esfera pública; del otro, la afirmación de la primacía de la economía, como motor del progreso y del crecimiento.

Asimismo, la responsabilidad de quienes gobiernan es el saber reconocer qué políticas económicas son buenas y han funcionado, cuáles necesitan mejora en la regulación y cuáles fueron equivocadas y por ende ser eliminadas.

Las políticas de la libre competencia en el neoliberalismo no son malas, pues la inversión extranjera directa ha sido una forma de transferencia de avances tecnológicos y conocimientos hacia economías en desarrollo como la nuestra, que hoy disfrutamos. La privatización de empresas previamente controladas por el gobierno ha permitido mejorar la eficiencia en la provisión de servicios y disminuir la carga fiscal.

Muchos de los grandes cambios sociales, económicos y jurídicos, como la internacionalización de los derechos humanos, no podría entenderse sin la realidad liberal y globalizadora en el mundo.

Los salarios y el empleo no aumentan por decreto, al igual que la economía, no crece más rápido por decreto. La paradoja de la democracia no es un mito; ahí se los dejo para la reflexión, una vez pervertida, no suele tener retorno, ni redención.