/ martes 17 de septiembre de 2019

Medina Filigrana, ¿el mensaje o el mensajero?

En las fechas cívicas más importantes son estratégicamente seleccionados los oradores para dar los discursos oficiales, ya sea para impulsar políticamente sus figuras, o en su caso, para mandar mensajes cifrados “a quienes corresponda”.

En ocasión al acto cívico del 209 Aniversario de la Guerra de Independencia, realizado en el parque Hidalgo, en la mañana del 16 de septiembre, el escogido fue el Secretario de Gobierno, Marcos Rosendo Medina Filigrana.

Así, ante la presencia del gobernador del Estado, Adán Augusto López Hernández, y, de los titulares de los otros 2 poderes, así como de la mayoría de los integrantes del gabinete; el oriundo de Jalpa de Méndez, disertó sobre la efeméride citada, pero también mandó algunos mensajes a quienes saben escuchar y quieren hacerlo:

Empezó precisando el origen en la escala social de los iniciadores de la Independencia:

“…la mayoría de quienes aquella madrugada del 16 de septiembre de 1810 encabezaron el llamado a la lucha libertaria pusieron en riesgo su status, sus patrimonios y sus vidas en aras de la libertad de la América Septentrional”.

Es decir, señala que no eran personas pobres, sino que mantenían cierto nivel social, mismo que pusieron en riesgo al apostarle al movimiento.

Quizás por ello enfatizó: “…quiero hacerles un llamado a reconocer y valorar su arrojo y su desprendimiento de lo material en aras de la libertad y de la independencia nacional”.

Llama la atención su aceptación, sin ambages, a la realidad nacional y sus lacerantes problemas: las redes delincuenciales que pretenden secuestrar las libertades y el patrimonio de las mexicanas y mexicanos”.

Asimismo, “la opresión social subsiste en la falta de oportunidades, en la pobreza, en la marginación y en la exclusión social de millones de mexicanos”.

Posteriormente, vinieron los asertos más políticos:

“Seamos visionarios para renunciar a privilegios personales y entender que la austeridad gubernamental es la única vía para tener mayores recursos públicos destinados al desarrollo nacional”. Es decir, hay que entender que la austeridad va en serio y no simplemente como eslogan de campaña.

Continuó: “Seamos humildes para entender que la fuerza del cargo público no emana del volumen del séquito cortesano, sino de la cercanía con el pueblo y de la sensibilidad para entender y atender sus problemas”. Mensaje para quienes gustan de hacerse acompañar de un buen número de aplaudidores, ignorando o desmereciendo la problemática social que se les encomendó resolver.

Siguió con un específico mensaje para quienes ya tienen su mirada en el 2021 y hasta en el 2024: “Seamos prudentes para no engolosinarnos con legítimas aspiraciones personales y mejor pongamos toda nuestra tenacidad y empeño para aportar en el cumplimiento de los grandes objetivos nacionales”.

También retomó la bandera que frecuentemente es señalada por la administración estatal: “Seamos abiertos y transparentes para dejar atrás rencores y odios y mejor tendamos puentes para la reconciliación y el trabajo en conjunto con todas las fuerzas políticas y sociales”. Es decir, menos pleitos, más consensos y reconciliación.

En esencia, esos fueron los mensajes claros, precisos y contundentes. Incluso, el discurso puede considerarse bueno, pero corto, vista la oportunidad de lucimiento político y mediático.

De ahí que después de intentar analizar el discurso, queda preguntarse, si quien quién lo dio ¿también forma parte del mensaje o simplemente es el mensajero?

Huelga decir que no es extraño que un Secretario de Gobierno sea el operador idóneo para mandar específicas señales; empero, estamos hablando, que es además un absoluto hombre de todas las confianzas de quien toma las mayores decisiones políticas en este gobierno.

Tal vez pudiera parecer exagerado o quizás un adelantado futurista, pero ya muchos analistas le ven al discursante espolones para gallo de mejores niveles.

Quizás solo cumplió una encomienda, pero también podría ser que quiso lucirlo su jefe, conociendo su habilidad para la elocuencia y la oratoria. O tal vez hasta lo puso a prueba para saber de qué pasta está hecho. Pero de que es y será parte importante de las decisiones políticas, es totalmente cierto.

En las fechas cívicas más importantes son estratégicamente seleccionados los oradores para dar los discursos oficiales, ya sea para impulsar políticamente sus figuras, o en su caso, para mandar mensajes cifrados “a quienes corresponda”.

En ocasión al acto cívico del 209 Aniversario de la Guerra de Independencia, realizado en el parque Hidalgo, en la mañana del 16 de septiembre, el escogido fue el Secretario de Gobierno, Marcos Rosendo Medina Filigrana.

Así, ante la presencia del gobernador del Estado, Adán Augusto López Hernández, y, de los titulares de los otros 2 poderes, así como de la mayoría de los integrantes del gabinete; el oriundo de Jalpa de Méndez, disertó sobre la efeméride citada, pero también mandó algunos mensajes a quienes saben escuchar y quieren hacerlo:

Empezó precisando el origen en la escala social de los iniciadores de la Independencia:

“…la mayoría de quienes aquella madrugada del 16 de septiembre de 1810 encabezaron el llamado a la lucha libertaria pusieron en riesgo su status, sus patrimonios y sus vidas en aras de la libertad de la América Septentrional”.

Es decir, señala que no eran personas pobres, sino que mantenían cierto nivel social, mismo que pusieron en riesgo al apostarle al movimiento.

Quizás por ello enfatizó: “…quiero hacerles un llamado a reconocer y valorar su arrojo y su desprendimiento de lo material en aras de la libertad y de la independencia nacional”.

Llama la atención su aceptación, sin ambages, a la realidad nacional y sus lacerantes problemas: las redes delincuenciales que pretenden secuestrar las libertades y el patrimonio de las mexicanas y mexicanos”.

Asimismo, “la opresión social subsiste en la falta de oportunidades, en la pobreza, en la marginación y en la exclusión social de millones de mexicanos”.

Posteriormente, vinieron los asertos más políticos:

“Seamos visionarios para renunciar a privilegios personales y entender que la austeridad gubernamental es la única vía para tener mayores recursos públicos destinados al desarrollo nacional”. Es decir, hay que entender que la austeridad va en serio y no simplemente como eslogan de campaña.

Continuó: “Seamos humildes para entender que la fuerza del cargo público no emana del volumen del séquito cortesano, sino de la cercanía con el pueblo y de la sensibilidad para entender y atender sus problemas”. Mensaje para quienes gustan de hacerse acompañar de un buen número de aplaudidores, ignorando o desmereciendo la problemática social que se les encomendó resolver.

Siguió con un específico mensaje para quienes ya tienen su mirada en el 2021 y hasta en el 2024: “Seamos prudentes para no engolosinarnos con legítimas aspiraciones personales y mejor pongamos toda nuestra tenacidad y empeño para aportar en el cumplimiento de los grandes objetivos nacionales”.

También retomó la bandera que frecuentemente es señalada por la administración estatal: “Seamos abiertos y transparentes para dejar atrás rencores y odios y mejor tendamos puentes para la reconciliación y el trabajo en conjunto con todas las fuerzas políticas y sociales”. Es decir, menos pleitos, más consensos y reconciliación.

En esencia, esos fueron los mensajes claros, precisos y contundentes. Incluso, el discurso puede considerarse bueno, pero corto, vista la oportunidad de lucimiento político y mediático.

De ahí que después de intentar analizar el discurso, queda preguntarse, si quien quién lo dio ¿también forma parte del mensaje o simplemente es el mensajero?

Huelga decir que no es extraño que un Secretario de Gobierno sea el operador idóneo para mandar específicas señales; empero, estamos hablando, que es además un absoluto hombre de todas las confianzas de quien toma las mayores decisiones políticas en este gobierno.

Tal vez pudiera parecer exagerado o quizás un adelantado futurista, pero ya muchos analistas le ven al discursante espolones para gallo de mejores niveles.

Quizás solo cumplió una encomienda, pero también podría ser que quiso lucirlo su jefe, conociendo su habilidad para la elocuencia y la oratoria. O tal vez hasta lo puso a prueba para saber de qué pasta está hecho. Pero de que es y será parte importante de las decisiones políticas, es totalmente cierto.