/ sábado 27 de abril de 2019

La verdadera cara de los políticos

¿Se ha preguntado usted por qué los políticos cambian cuando están en el poder? ¿Se ha preguntado por qué quienes buscan el voto abrazan y besan a los ciudadanos y les prometen que van a resolver sus problemas por difíciles que parezcan?

Es más, ¿en las últimas campañas le han entregado una tarjeta de presentación con el nombre del candidato y un número telefónico para que usted se comunique directamente con él cuando llegue al cargo anhelado? Si es así, usted es alguien que voto con la esperanza de experimentar un cambio y su triste realidad es que lo engañaron.

Desafortunadamente, amados lectores, los políticos no cambian cuando están en el poder. Esa es su naturaleza. Lo que sucede es que cuando andan en campaña lucran con las necesidades de la gente pero su verdadera personalidad está fundamentada en la mentira y la manipulación. Total, "el prometer no empobrece, el dar es lo que aniquila".

Quienes piensan que votar por un nuevo partido les va a dar ventajas como ciudadanos están equivocados (no estoy a favor de ningún partido); el año pasado, en época de proselitismo, la ciudadanía no se sentó a meditar y analizar quiénes eran los que les hablaban y les prometían hasta lo imposible. Ni siquiera se dieron cuenta que muchos candidatos tenían mala fama, ya habían ocupado cargos de elección antes y no habían hecho nada por el pueblo.

Por eso me atrevo a decir que los políticos no cambian, ellos son los mismos, en campaña se rasgan las vestiduras, dicen que son los mejores, que van a sacar al buey de la barranca y que no hay crisis a la que no se le haga frente; que los pobres van a ser ricos, que los desempleados van a tener trabajo, que la delincuencia con tronar de dedos se acabará, y así sucesivamente.

Cuando llegan al poder siempre tienen un excusa para no cumplir: que no hay dinero porque se lo robó su antecesor, que necesitan tiempo para dar resultados, que no espere el pueblo que todo se lo resuelva el gobierno, que los índices de criminalidad no son responsabilidad de ellos sino de los padres de familia que no educan a sus hijos para ser gente de bien, y párele de contar.

Eso ha sido así históricamente. Si usted medita se va a dar cuenta que desde que tiene uso de razón han sido las mismas promesas y las mismas excusas de los gobernantes; los pobres no han salido de la miseria y las camadas de ricos sexenales y trianuales egresan de la administración pública impunemente.

El pueblo, el ciudadano, reacciona de acuerdo a la arenga que le sueltan durante las campañas, eso mueve sus emociones y manipula el sufragio a favor de quien tiene más labia y se pone de su lado. Mientras no aprenda de las experiencias vividas la gente seguirá sufriendo las consecuencias.

Los partidos son otros, ciertamente, los políticos son los mismos y el pueblo nunca cambia. Este alienta aún la esperanza de que con un cambio de piel, los lobos se vuelvan herbívoros.

¿Se ha preguntado usted por qué los políticos cambian cuando están en el poder? ¿Se ha preguntado por qué quienes buscan el voto abrazan y besan a los ciudadanos y les prometen que van a resolver sus problemas por difíciles que parezcan?

Es más, ¿en las últimas campañas le han entregado una tarjeta de presentación con el nombre del candidato y un número telefónico para que usted se comunique directamente con él cuando llegue al cargo anhelado? Si es así, usted es alguien que voto con la esperanza de experimentar un cambio y su triste realidad es que lo engañaron.

Desafortunadamente, amados lectores, los políticos no cambian cuando están en el poder. Esa es su naturaleza. Lo que sucede es que cuando andan en campaña lucran con las necesidades de la gente pero su verdadera personalidad está fundamentada en la mentira y la manipulación. Total, "el prometer no empobrece, el dar es lo que aniquila".

Quienes piensan que votar por un nuevo partido les va a dar ventajas como ciudadanos están equivocados (no estoy a favor de ningún partido); el año pasado, en época de proselitismo, la ciudadanía no se sentó a meditar y analizar quiénes eran los que les hablaban y les prometían hasta lo imposible. Ni siquiera se dieron cuenta que muchos candidatos tenían mala fama, ya habían ocupado cargos de elección antes y no habían hecho nada por el pueblo.

Por eso me atrevo a decir que los políticos no cambian, ellos son los mismos, en campaña se rasgan las vestiduras, dicen que son los mejores, que van a sacar al buey de la barranca y que no hay crisis a la que no se le haga frente; que los pobres van a ser ricos, que los desempleados van a tener trabajo, que la delincuencia con tronar de dedos se acabará, y así sucesivamente.

Cuando llegan al poder siempre tienen un excusa para no cumplir: que no hay dinero porque se lo robó su antecesor, que necesitan tiempo para dar resultados, que no espere el pueblo que todo se lo resuelva el gobierno, que los índices de criminalidad no son responsabilidad de ellos sino de los padres de familia que no educan a sus hijos para ser gente de bien, y párele de contar.

Eso ha sido así históricamente. Si usted medita se va a dar cuenta que desde que tiene uso de razón han sido las mismas promesas y las mismas excusas de los gobernantes; los pobres no han salido de la miseria y las camadas de ricos sexenales y trianuales egresan de la administración pública impunemente.

El pueblo, el ciudadano, reacciona de acuerdo a la arenga que le sueltan durante las campañas, eso mueve sus emociones y manipula el sufragio a favor de quien tiene más labia y se pone de su lado. Mientras no aprenda de las experiencias vividas la gente seguirá sufriendo las consecuencias.

Los partidos son otros, ciertamente, los políticos son los mismos y el pueblo nunca cambia. Este alienta aún la esperanza de que con un cambio de piel, los lobos se vuelvan herbívoros.