/ martes 14 de mayo de 2019

Jiribilla en la muerte de Muñoz Mosqueda

En plena revisión de la Reforma Laboral que acotará el poder omnímodo de los eternos líderes sindicales; asesinaron al líder sindical priista, Gilberto Muñoz Mosqueda.

Fue diputado federal y senador, así como secretario general del Sindicato Nacional de la Industria Química, Petroquímica, Carboquímica, Gases, Similares y Conexos de la República Mexicana.

Llegó a la secretaría del sindicato de la petroquímica a la muerte del fuerte dirigente Hermenegildo J. Aldana.

Ocupó, además, la cartera de Fomento y Desarrollo Industrial, del Comité Ejecutivo Nacional de la CTM.

Nació en San Juan del Río, Querétaro, el 30 de diciembre de 1935; aunque radicó mucho tiempo en el estado de Guanajuato, donde desarrolló su carrera política.

Estudió durante un año en la Escuela de Medicina Veterinaria y luego un año de Derecho en la Universidad Autónoma de Querétaro.

Viudo desde hace más de un año y padre de cuatro hijos, Guillermo, Rita, Alejandra y Gilberto. Proviene de una familia de 20 hermanos.

Uno de ellos, Carlos Muñoz Mosqueda, es líder local de la CTM y fue también alcalde de Salamanca.

Otro, es Daniel Muñoz Mosqueda, propietario de los ampliamente acreditados restaurantes Argentilia y La Vaka, en Querétaro.

El asesinado fue cercano a los secretarios generales, ya difuntos, de la Confederación de Trabajadores de México, Fidel Velázquez y Leonardo Rodríguez Alcaine.

Incluso, fue incluido entre los selectos secretarios generales sustitutos de la CTM.

En 1973 fue electo por primera ocasión diputado federal a la XLIX Legislatura en representación del Distrito 6 de Guanajuato, terminando su cargo en 1976.

En 1976 fue electo como secretario general del Sindicato Nacional de la Industria Química, Petroquímica, Carboquímica, Gases, Similares y Conexos de la República Mexicana, cargo en el que se reeligió de forma consecutiva hasta su muerte.

De 1982 a 1988 fue senador por el estado de Guanajuato a las LII y LIII Legislaturas en segunda fórmula.

Muñoz Mosqueda era considerado una persona con gran poder adquisitivo en Salamanca; entre sus propiedades destacan una planta maquiladora, un balneario con cuatro albercas en más de 100 hectáreas de terreno, canchas de usos múltiples y de futbol.

Gilberto, de trabajador de la paraestatal Fertimex, tuvo un despegue personal cuando tomó, en esa planta, la dirigencia sindical.

Al integrarse a Ferba – Guanos y Fertilizantes, Unidad Bajío – formó la sección 12 de la que se le considera su fundador. Corría el mes de agosto de 1963.

En principio, se atribuyó su muerte, una célula de la delincuencia organizada, aunque ya fue desmentido por la misma.

Resulta sospechosa dicha muerte, toda vez que era un líder sindical muy fuerte y con amplios contactos. Aunque se habla de un posible asalto o de un asunto personal, el imaginario colectivo especula mayormente por la posibilidad de un crimen político.

Mientras son peras o manzanas, otros dirigentes sindicales, también hacen sus propios análisis del caso.

Bien se dice que el miedo no anda en burro. Empero, hay quien mejor comenta: “Aquí corrió, que aquí murió”.

En plena revisión de la Reforma Laboral que acotará el poder omnímodo de los eternos líderes sindicales; asesinaron al líder sindical priista, Gilberto Muñoz Mosqueda.

Fue diputado federal y senador, así como secretario general del Sindicato Nacional de la Industria Química, Petroquímica, Carboquímica, Gases, Similares y Conexos de la República Mexicana.

Llegó a la secretaría del sindicato de la petroquímica a la muerte del fuerte dirigente Hermenegildo J. Aldana.

Ocupó, además, la cartera de Fomento y Desarrollo Industrial, del Comité Ejecutivo Nacional de la CTM.

Nació en San Juan del Río, Querétaro, el 30 de diciembre de 1935; aunque radicó mucho tiempo en el estado de Guanajuato, donde desarrolló su carrera política.

Estudió durante un año en la Escuela de Medicina Veterinaria y luego un año de Derecho en la Universidad Autónoma de Querétaro.

Viudo desde hace más de un año y padre de cuatro hijos, Guillermo, Rita, Alejandra y Gilberto. Proviene de una familia de 20 hermanos.

Uno de ellos, Carlos Muñoz Mosqueda, es líder local de la CTM y fue también alcalde de Salamanca.

Otro, es Daniel Muñoz Mosqueda, propietario de los ampliamente acreditados restaurantes Argentilia y La Vaka, en Querétaro.

El asesinado fue cercano a los secretarios generales, ya difuntos, de la Confederación de Trabajadores de México, Fidel Velázquez y Leonardo Rodríguez Alcaine.

Incluso, fue incluido entre los selectos secretarios generales sustitutos de la CTM.

En 1973 fue electo por primera ocasión diputado federal a la XLIX Legislatura en representación del Distrito 6 de Guanajuato, terminando su cargo en 1976.

En 1976 fue electo como secretario general del Sindicato Nacional de la Industria Química, Petroquímica, Carboquímica, Gases, Similares y Conexos de la República Mexicana, cargo en el que se reeligió de forma consecutiva hasta su muerte.

De 1982 a 1988 fue senador por el estado de Guanajuato a las LII y LIII Legislaturas en segunda fórmula.

Muñoz Mosqueda era considerado una persona con gran poder adquisitivo en Salamanca; entre sus propiedades destacan una planta maquiladora, un balneario con cuatro albercas en más de 100 hectáreas de terreno, canchas de usos múltiples y de futbol.

Gilberto, de trabajador de la paraestatal Fertimex, tuvo un despegue personal cuando tomó, en esa planta, la dirigencia sindical.

Al integrarse a Ferba – Guanos y Fertilizantes, Unidad Bajío – formó la sección 12 de la que se le considera su fundador. Corría el mes de agosto de 1963.

En principio, se atribuyó su muerte, una célula de la delincuencia organizada, aunque ya fue desmentido por la misma.

Resulta sospechosa dicha muerte, toda vez que era un líder sindical muy fuerte y con amplios contactos. Aunque se habla de un posible asalto o de un asunto personal, el imaginario colectivo especula mayormente por la posibilidad de un crimen político.

Mientras son peras o manzanas, otros dirigentes sindicales, también hacen sus propios análisis del caso.

Bien se dice que el miedo no anda en burro. Empero, hay quien mejor comenta: “Aquí corrió, que aquí murió”.