/ miércoles 13 de febrero de 2019

¡¡Incontrolable e insoportable!!

Tiene semanas que el tema por excelencia que domina los hogares, oficinas de gobierno, corrillos políticos, restaurantes y escuelas medias y superiores y medios de comunicación, es el de la delincuencia en cualesquiera de sus manifestaciones.

Anteayer fue uno de esos días que conmocionaron a la sociedad política y civil.

Robos a cuentahabientes, ejecuciones, heridos y asaltos por aquí y por allá. Los más sonados, el de la maestra asesinada cobardemente en el municipio de Huimanguillo, Nora Hilda León Flores y el atraco al reconocido cardiólogo Azuara Forcelledo.

La situación delincuencial se ha vuelto: ¡incontrolable e insoportable! Tiene tiempo que está fuera de control.

Las notas rojas se han convertido en el pan de todos los días.

Los datos duros revelan que por X o Y los cuerpos de Seguridad Pública no han podido contener la creciente ola de delitos del fuero común y federal.

La gente tiene pánico, terror, miedo, al grado tal, que, por las noches, las plazas comerciales comienzan a sentir sus efectos desastrosos. Y lo mismo sucede con los demás comercios.

Los ciudadanos prefieren encerrarse a piedra y lodo en sus casas, principalmente, los lunes, martes, miércoles y jueves, antes que arriesgar el pellejo.

Y es que el miedo no anda en burro.

Por dignidad, el titular de la secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Jorge Alberto Aguirre Carbajal, debe de tirar la toalla.

Simple y sencillamente, no pudo, y ni va a poder con la delincuencia organizada o no.

Tiene demasiados frentes abiertos: en la fiscalía no lo ven con buenos ojos. Los militares tampoco y en la institución que dirige “tras bambalinas” lo obstaculizan.

Y la población está en su contra.

Jorge Alberto Aguirre Carbajal todavía no se ha dado cuenta de que su ciclo terminó cuando concluyó -por fortuna- el catastrófico sexenio “núñista”.

En la SSyPC, ya no tiene nada qué hacer.

Y, por si fuera poco, sigue faltando gasolina, patrullas, motocicletas, armas, policías.

Mientras tanto, los delincuentes se están dando un festín con los indefensos gobernados.

Insisto, no se ve para cuándo vayan los escenarios delincuenciales a tomar un giro de 180 grados.

Así qué lo mejor es que si no tiene motivos para salir de su casa, pues no lo haga, para qué arriesgarse cuando “el horno no está para bollos”. En serio, la situación está complicada o, mejor dicho, complicadísima como nunca.

“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI” (LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)

La que está metida en un gigantesco embrollo es la ex operadora de Amet Ramos Troconis, Alicia Guadalupe Cabrales Vázquez, no solo va a enfrentar cargos por su desempeño como ex titular del ISSET, sino también por los hechos de corrupción que cometió en el Servicio Estatal de Empleo.

Y es que Fernando Enrique Mayans Canabal y Ariel Cetina Bertruy ya se la sentenciaron.

Está muy a tiempo, como muchos de sus ex pares, de buscar un buen despacho jurídico, pues con las pruebas que tienen en su contra, mínimamente va a ser acusada por abusos de funciones, desviación de recursos públicos y peculado.

Más lo que se acumule.

Tiene semanas que el tema por excelencia que domina los hogares, oficinas de gobierno, corrillos políticos, restaurantes y escuelas medias y superiores y medios de comunicación, es el de la delincuencia en cualesquiera de sus manifestaciones.

Anteayer fue uno de esos días que conmocionaron a la sociedad política y civil.

Robos a cuentahabientes, ejecuciones, heridos y asaltos por aquí y por allá. Los más sonados, el de la maestra asesinada cobardemente en el municipio de Huimanguillo, Nora Hilda León Flores y el atraco al reconocido cardiólogo Azuara Forcelledo.

La situación delincuencial se ha vuelto: ¡incontrolable e insoportable! Tiene tiempo que está fuera de control.

Las notas rojas se han convertido en el pan de todos los días.

Los datos duros revelan que por X o Y los cuerpos de Seguridad Pública no han podido contener la creciente ola de delitos del fuero común y federal.

La gente tiene pánico, terror, miedo, al grado tal, que, por las noches, las plazas comerciales comienzan a sentir sus efectos desastrosos. Y lo mismo sucede con los demás comercios.

Los ciudadanos prefieren encerrarse a piedra y lodo en sus casas, principalmente, los lunes, martes, miércoles y jueves, antes que arriesgar el pellejo.

Y es que el miedo no anda en burro.

Por dignidad, el titular de la secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Jorge Alberto Aguirre Carbajal, debe de tirar la toalla.

Simple y sencillamente, no pudo, y ni va a poder con la delincuencia organizada o no.

Tiene demasiados frentes abiertos: en la fiscalía no lo ven con buenos ojos. Los militares tampoco y en la institución que dirige “tras bambalinas” lo obstaculizan.

Y la población está en su contra.

Jorge Alberto Aguirre Carbajal todavía no se ha dado cuenta de que su ciclo terminó cuando concluyó -por fortuna- el catastrófico sexenio “núñista”.

En la SSyPC, ya no tiene nada qué hacer.

Y, por si fuera poco, sigue faltando gasolina, patrullas, motocicletas, armas, policías.

Mientras tanto, los delincuentes se están dando un festín con los indefensos gobernados.

Insisto, no se ve para cuándo vayan los escenarios delincuenciales a tomar un giro de 180 grados.

Así qué lo mejor es que si no tiene motivos para salir de su casa, pues no lo haga, para qué arriesgarse cuando “el horno no está para bollos”. En serio, la situación está complicada o, mejor dicho, complicadísima como nunca.

“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI” (LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)

La que está metida en un gigantesco embrollo es la ex operadora de Amet Ramos Troconis, Alicia Guadalupe Cabrales Vázquez, no solo va a enfrentar cargos por su desempeño como ex titular del ISSET, sino también por los hechos de corrupción que cometió en el Servicio Estatal de Empleo.

Y es que Fernando Enrique Mayans Canabal y Ariel Cetina Bertruy ya se la sentenciaron.

Está muy a tiempo, como muchos de sus ex pares, de buscar un buen despacho jurídico, pues con las pruebas que tienen en su contra, mínimamente va a ser acusada por abusos de funciones, desviación de recursos públicos y peculado.

Más lo que se acumule.