/ lunes 7 de octubre de 2019

Hoja de apuntes | Repartidera de culpas

Pasar de las palabras y promesas a la acción necesitan ver los ciudadanos en problemas como las inacabables inundaciones que conllevan a los incontables pretextos de la autoridad municipal, de sobra conocidos y gastados.

A propósito de estas horas en lo que parece ser el inicio fuerte de la temporada de lluvias con el arribo de los primeros frentes fríos, no basta ya con repartir culpas a los ciudadanos, que en parte pueden tenerlas, ni responsabilizar a la falta de dinero, miles de millones han dicho y dicen las autoridades que han pasado por ahí, necesario para renovar toda la red de drenaje y agua potable.

Hace poco, tras las anegaciones del 23 de septiembre, platiqué con un conocedor del Sistema de Agua y Saneamiento (SAS), de los cárcamos y la red de drenaje. El problema lo atribuyó a los carcameros por no mantener al mínimo la capacidad de cada estación, aunque el pronóstico anuncie lluvias muy fuertes.

Quién los supervisa, fue la interrogante. Hay indolencia, fue la respuesta. La mayoría de los supervisores reportan visitas que no hacen y se “ahorran” la gasolina, más el esfuerzo. Y no ha habido en varias administraciones, quien pueda meter orden allí.

Del intrincado sistema de desalojo de aguas, pues señala por ejemplo que lo captado por el cárcamo de Ernesto Malda se envía al cárcamo La Pólvora, y de ahí al río Grijalva, no es motivo para decir que esto, ni la versión de la falta de capacidad del drenaje, es causa de las anegaciones, al menos no en la gravedad que ocurren con una lluvia intensa de corta duración.

Esa es su versión. Ahora bien, uno supondría que si el área respectiva sabe cuáles son los puntos, que todos conocemos, donde se presentan los principales problemas, debieran desplegar cuadrillas para atenderlos y retirar la basura para agilizar el desagüe, en vez de dejarle la tarea a ciudadanos que en la última ocasión intervinieron en el caso de Quintín Arauz.

Hasta ahora la autoridad municipal no ha sabido hallar la forma de organizar la recolección de basura para evitar que se quede en las calles o se caiga de los propios camiones; ni hacerlo de manera coordinada con los vecinos en cada colonia ni aplicar las sanciones previstas o reformarlas para ser más severas.

Tanto el alcalde, Evaristo Hernández Cruz, como sus subalternos, repiten la misma argumentación de sus antecesores, mientras la ciudad y sus habitantes también actúan en consecuencia. Todos se señalan, pero la diferencia está en que la autoridad fue electa para eso, para tomar acciones con los instrumentos legales a su alcance.

HOJAS SUELTAS…

Como oposición en el Congreso del Estado, el PRI ha asestado, sin caer en insultos que degradan el debate, golpes precisos a Morena, representada por la presidenta de la Junta de Coordinación Política, Beatriz Milland, quien ha cometido errores que la llevaron a abrirle la puerta al PRI a una auditoría sobre el manejo de los recursos, tras haber retado a que lo hicieran y así cayó en su propia trampa. Además, dejó dudas razonables sobre los recursos usados para una fiesta en su honor en Paraíso y de provocar la salida del tricolor de la Jucopo. Dar la percepción de que prefiere la opacidad, en un régimen que presume de transparencia, se ha convertido en un problema político para la novel legisladora.


Pasar de las palabras y promesas a la acción necesitan ver los ciudadanos en problemas como las inacabables inundaciones que conllevan a los incontables pretextos de la autoridad municipal, de sobra conocidos y gastados.

A propósito de estas horas en lo que parece ser el inicio fuerte de la temporada de lluvias con el arribo de los primeros frentes fríos, no basta ya con repartir culpas a los ciudadanos, que en parte pueden tenerlas, ni responsabilizar a la falta de dinero, miles de millones han dicho y dicen las autoridades que han pasado por ahí, necesario para renovar toda la red de drenaje y agua potable.

Hace poco, tras las anegaciones del 23 de septiembre, platiqué con un conocedor del Sistema de Agua y Saneamiento (SAS), de los cárcamos y la red de drenaje. El problema lo atribuyó a los carcameros por no mantener al mínimo la capacidad de cada estación, aunque el pronóstico anuncie lluvias muy fuertes.

Quién los supervisa, fue la interrogante. Hay indolencia, fue la respuesta. La mayoría de los supervisores reportan visitas que no hacen y se “ahorran” la gasolina, más el esfuerzo. Y no ha habido en varias administraciones, quien pueda meter orden allí.

Del intrincado sistema de desalojo de aguas, pues señala por ejemplo que lo captado por el cárcamo de Ernesto Malda se envía al cárcamo La Pólvora, y de ahí al río Grijalva, no es motivo para decir que esto, ni la versión de la falta de capacidad del drenaje, es causa de las anegaciones, al menos no en la gravedad que ocurren con una lluvia intensa de corta duración.

Esa es su versión. Ahora bien, uno supondría que si el área respectiva sabe cuáles son los puntos, que todos conocemos, donde se presentan los principales problemas, debieran desplegar cuadrillas para atenderlos y retirar la basura para agilizar el desagüe, en vez de dejarle la tarea a ciudadanos que en la última ocasión intervinieron en el caso de Quintín Arauz.

Hasta ahora la autoridad municipal no ha sabido hallar la forma de organizar la recolección de basura para evitar que se quede en las calles o se caiga de los propios camiones; ni hacerlo de manera coordinada con los vecinos en cada colonia ni aplicar las sanciones previstas o reformarlas para ser más severas.

Tanto el alcalde, Evaristo Hernández Cruz, como sus subalternos, repiten la misma argumentación de sus antecesores, mientras la ciudad y sus habitantes también actúan en consecuencia. Todos se señalan, pero la diferencia está en que la autoridad fue electa para eso, para tomar acciones con los instrumentos legales a su alcance.

HOJAS SUELTAS…

Como oposición en el Congreso del Estado, el PRI ha asestado, sin caer en insultos que degradan el debate, golpes precisos a Morena, representada por la presidenta de la Junta de Coordinación Política, Beatriz Milland, quien ha cometido errores que la llevaron a abrirle la puerta al PRI a una auditoría sobre el manejo de los recursos, tras haber retado a que lo hicieran y así cayó en su propia trampa. Además, dejó dudas razonables sobre los recursos usados para una fiesta en su honor en Paraíso y de provocar la salida del tricolor de la Jucopo. Dar la percepción de que prefiere la opacidad, en un régimen que presume de transparencia, se ha convertido en un problema político para la novel legisladora.