/ martes 10 de mayo de 2022

Entre líneas | Las “trincheras” de la Reforma Electoral

Muchos se empeñan en hacernos creer que hoy en día la polarización política consiste en que hay dos bandos: el gobierno de AMLO y la oposición al Presidente. Pareciera que quieren arrinconarnos al Blanco o al Negro sin permitirnos conocer los múltiples tonos de grises que hay en medio de los dos extremos.

Por ejemplo, en el asunto de la Reforma Electoral propuesta por AMLO y anunciada por el secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández, estos agoreros nos quieren imponer que nos definamos a favor de Woldenberg o de Ciro Murayama o en contra de ellos cuando en realidad existen otras muchas circunstancias que habría que analizar para poder definirse con responsabilidad.

Escribe el prestigioso y neutral periodista Carlos Ramírez, director del periódico El Independiente, en su columna Indicador Político lo siguiente: “Con el uso de infraestructura y recursos aprobados para funciones específicas del INE, los consejeros Lorenzo Córdova Vianello, Ciro Murayama Rendón y el secretario Ejecutivo Edmundo Jacobo se han convertido en el pivote aglutinador de una campaña mediática para atacar la iniciativa de reforma electoral presentada por el partido Morena y el presidente de la República.

En este contexto, los actuales dirigentes del INE quieren impedir la reforma que terminaría con el ciclo caciquil de José Woldenberg, buscan acotar el nombramiento de cuatro nuevos consejeros electorales en abril del 2023 y la intención final es dejar al secretario ejecutivo Jacobo como el poder electoral real para frenar a Morena en las elecciones de 2024.

Si se quiere resumir la intención de la reforma electoral, bien se pueden utilizar cuatro adjetivos: deswoldenbergrizar, descordovisar, desmurayamizar y desjacobonizar el Instituto Electoral para regresarlo a un organismo funcional para la realización de elecciones y no para defender las posiciones ideológicas de una socialdemocracia aguada que de manera paradójica no es más que un modelo salinista de tipo social-capitalista que bien se puede resumir en un Pronasol.”

Y es hay que insistir en que no todo es o blanco o negro pues si se escarba un poco en la infraestructura del INE, saltan las manchas; Hace apenas unos días, Pablo Gómez, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, daba a conocer que hay más de 400 personas que cobran nominas en el INE más altas que el Presidente de la República. Parecen ser el síntoma de un claro dispendio y mal uso del dinero público que recibe la institución electoral.

No se puede tampoco demeritar en su totalidad al instituto, ya que no hay duda de que nos ha permitido transitar con pasos firmes, aunque todavía insuficientes, hacia una democracia avanzada, lo que le tenemos que agradecer. Pero parece que es el momento de hacer un balance objetivo de su desempeño para hacer las correcciones necesarias.

Y en el aspecto político hay que tener en cuenta que la actual dirección del INE dejará su cargo próximamente y en esas nos jugamos el futuro del órgano electoral. Dice al respecto el también conocedor de los entresijos y personajes al frente del INE, Carlos Ramírez: “La verdadera la lucha de trincheras en torno a la reforma electoral se dará con el nombramiento de cuatro nuevos consejeros electorales y la salida sobre todo de Córdova y Murayama, quienes están condicionando la permanencia de Jacobo como secretario ejecutivo.

Sin embargo, Morena tiene claro que la recomposición del consejo ejecutivo del Instituto con la salida de Córdova y Murayama tendrá que apresurar también el relevo de Jacobo para evitar que el cacicazgo burocrático de Woldenberg y Córdova sigan mangoneando a trasmano los recursos y el enfoque político del organismo, y con mayor razón si se cambia de nombre al Instituto.

Si Córdova y Murayama quieren seguir su protagonismo contra una iniciativa de reforma presentada por un partido político registrado, entonces estarían obligados a renunciar desde hoy a sus cargos y encabezar a la oposición PRI-PAN-PRD-Coparmex-Claudio X. González en contra de la propuesta de reforma electoral.

Utilizar sus cargos y los recursos públicos para confrontar una iniciativa partidista no es sino una forma de corrupción política y una manera de caer en la posibilidad de peculado por la desviación de sus recursos salariales para administrar un organismo y dedicarse a sabotear una iniciativa partidista.

Y Morena debe prepararse para empujar la salida de Edmundo Jacobo del INE en abril próximo para evitar que Córdova y Murayama sigan mangoneando a trasmano el organismo electoral.

Muchos se empeñan en hacernos creer que hoy en día la polarización política consiste en que hay dos bandos: el gobierno de AMLO y la oposición al Presidente. Pareciera que quieren arrinconarnos al Blanco o al Negro sin permitirnos conocer los múltiples tonos de grises que hay en medio de los dos extremos.

Por ejemplo, en el asunto de la Reforma Electoral propuesta por AMLO y anunciada por el secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández, estos agoreros nos quieren imponer que nos definamos a favor de Woldenberg o de Ciro Murayama o en contra de ellos cuando en realidad existen otras muchas circunstancias que habría que analizar para poder definirse con responsabilidad.

Escribe el prestigioso y neutral periodista Carlos Ramírez, director del periódico El Independiente, en su columna Indicador Político lo siguiente: “Con el uso de infraestructura y recursos aprobados para funciones específicas del INE, los consejeros Lorenzo Córdova Vianello, Ciro Murayama Rendón y el secretario Ejecutivo Edmundo Jacobo se han convertido en el pivote aglutinador de una campaña mediática para atacar la iniciativa de reforma electoral presentada por el partido Morena y el presidente de la República.

En este contexto, los actuales dirigentes del INE quieren impedir la reforma que terminaría con el ciclo caciquil de José Woldenberg, buscan acotar el nombramiento de cuatro nuevos consejeros electorales en abril del 2023 y la intención final es dejar al secretario ejecutivo Jacobo como el poder electoral real para frenar a Morena en las elecciones de 2024.

Si se quiere resumir la intención de la reforma electoral, bien se pueden utilizar cuatro adjetivos: deswoldenbergrizar, descordovisar, desmurayamizar y desjacobonizar el Instituto Electoral para regresarlo a un organismo funcional para la realización de elecciones y no para defender las posiciones ideológicas de una socialdemocracia aguada que de manera paradójica no es más que un modelo salinista de tipo social-capitalista que bien se puede resumir en un Pronasol.”

Y es hay que insistir en que no todo es o blanco o negro pues si se escarba un poco en la infraestructura del INE, saltan las manchas; Hace apenas unos días, Pablo Gómez, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, daba a conocer que hay más de 400 personas que cobran nominas en el INE más altas que el Presidente de la República. Parecen ser el síntoma de un claro dispendio y mal uso del dinero público que recibe la institución electoral.

No se puede tampoco demeritar en su totalidad al instituto, ya que no hay duda de que nos ha permitido transitar con pasos firmes, aunque todavía insuficientes, hacia una democracia avanzada, lo que le tenemos que agradecer. Pero parece que es el momento de hacer un balance objetivo de su desempeño para hacer las correcciones necesarias.

Y en el aspecto político hay que tener en cuenta que la actual dirección del INE dejará su cargo próximamente y en esas nos jugamos el futuro del órgano electoral. Dice al respecto el también conocedor de los entresijos y personajes al frente del INE, Carlos Ramírez: “La verdadera la lucha de trincheras en torno a la reforma electoral se dará con el nombramiento de cuatro nuevos consejeros electorales y la salida sobre todo de Córdova y Murayama, quienes están condicionando la permanencia de Jacobo como secretario ejecutivo.

Sin embargo, Morena tiene claro que la recomposición del consejo ejecutivo del Instituto con la salida de Córdova y Murayama tendrá que apresurar también el relevo de Jacobo para evitar que el cacicazgo burocrático de Woldenberg y Córdova sigan mangoneando a trasmano los recursos y el enfoque político del organismo, y con mayor razón si se cambia de nombre al Instituto.

Si Córdova y Murayama quieren seguir su protagonismo contra una iniciativa de reforma presentada por un partido político registrado, entonces estarían obligados a renunciar desde hoy a sus cargos y encabezar a la oposición PRI-PAN-PRD-Coparmex-Claudio X. González en contra de la propuesta de reforma electoral.

Utilizar sus cargos y los recursos públicos para confrontar una iniciativa partidista no es sino una forma de corrupción política y una manera de caer en la posibilidad de peculado por la desviación de sus recursos salariales para administrar un organismo y dedicarse a sabotear una iniciativa partidista.

Y Morena debe prepararse para empujar la salida de Edmundo Jacobo del INE en abril próximo para evitar que Córdova y Murayama sigan mangoneando a trasmano el organismo electoral.

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