/ jueves 14 de julio de 2022

Entre líneas | Las lecciones, para México, del asesinato de Miguel Ángel Blanco; ¿“el fin justifica los medios”?

Nos cuenta el vasco Chema Lizarralde “Los viajeros que suben se cruzan con los que bajan y muy probablemente ninguno de ellos repare en que este mismo lugar, sobre las tres de la tarde del 10 de julio de 1997, un chaval de 29 años cogía esta misma línea sin saber que pesaba sobre él una sentencia de muerte. Fue la última vez que cogió un tren; la última vez que escuchó su metálico sonido, y la última vez que pisó el pueblo que le había visto nacer. Se llamaba Miguel Ángel Blanco y era concejal en este municipio de Vizcaya, uno de los siete concejales que el PP tenía entonces allí. Como era habitual, aquel día se apeó en Eibar, ya en Guipúzcoa aunque a tan solo cinco kilómetros de su casa. Allí trabajaba en una asesoría. Pero aquel día no llegó a la oficina. ETA lo secuestró en el camino y truncó su vida, sin calcular que aquello supondría el inicio de su derrota.

Míguel, como le llamaban sus allegados, era lo que se conoce coloquialmente como una persona normal, que entró en política por tener un trabajo sin más aspiraciones que mejorar la vida en su pueblo. “Uno de los nuestros”, resumen algunos. ETA fue a por el eslabón más débil. “Un chaval muy noble, muy humilde. Muchos se creen que suben de nivel cuando llegan a concejales. Miguel Ángel no. Miguel Ángel era como su padre. Muy maja toda la familia”, recuerda Maite, mientras levanta la mirada para contemplar el retrato del joven desplegado en el Consistorio. Ahora está jubilada, pero en aquella época era funcionaria en ese edificio.”

Ella, como prácticamente toda la localidad, se echó a la calle cuando supo que la banda terrorista había raptado a uno de sus vecinos y le había dado un ultimátum al Gobierno de José María Aznar: lo asesinaría si en 48 horas todos los presos de la organización no eran trasladados a cárceles del País Vasco. Sin redes sociales, a partir de ahí se vivió una cuenta atrás televisada que mantuvo a los españoles en vilo. Los terroristas habían cometido innumerables atrocidades -asesinatos, secuestros, extorsiones...-, pero aquel novedoso y macabro método contribuyó a que el atentado contra Miguel Ángel marcara un antes y un después. Por primera vez, la sociedad vasca mostró de forma masiva su repulsa contra ETA.

Junto a ella, toda España se echó a la calle para clamar por la liberación de un joven hasta ese momento anónimo. Las concentraciones de manos blancas y el grito de ¡Basta ya! se popularizaron como símbolos de una alternativa pacífica frente a la barbarie. Ermua pasó la noche a la luz de las velas en la céntrica Plaza Cardenal Orbe, donde se ubica el frontón en el que ahora unos niños juegan al balón...” ETA en aquel entonces quiso creer que tenía todo el poder y todo el apoyo del pueblo y por eso se permitió la mayor corrupción que existe que es el estar seguro que puede matar en función del concepto de que “El fin justifica los medios”. No veo mucha diferencia entre los periodistas mexicanos hoy y Miguel Ángel porque aquí también nos matan y con la diferencia de que en México los asesinos de periodistas viven en la impunidad.

Ojo porque eso es lo que se está aplicando en todas las administraciones de MORENA hoy en día. “El fin justifica los medios”. Han matado a 12 colegas en los primeros 6 meses del año. Dos mensuales. Y nadie parece ni preocupado y menos ocupado en este asunto que en cualquier país civilizado sería de la máxima prioridad, insostenible para cualquier democracia que se precie.

En cambio en este México imprevisible en el que vivimos a nadie parece interesarle la cifra de muertos en general y menos aún la particular de asesinatos de periodistas. El asesinato de Miguel Ángel Blanco fue en España el inicio del final de la dictadura sangrienta de ETA y de seguir así la impunidad en la que se mueven los delincuentes con aparente apoyo de las autoridades de MORENA puede ser el empujón hacia la nada de este movimiento que puede pasar de ser la herencia de AMLO a un estigma de una falsa transformación.

Las señales son muy evidentes y parece que los funcionaros morenistas no quieren darlas por buenas y ni siquiera por existentes. Creo que debemos insistir en que se han rebasado muchos de los límites imprescindibles en cualquier sociedad democrática y que se debe de reconsiderar lo que están haciendo algunos y desde luego no ser cómplices. Es que todos tenemos miedo de que como a Miguel Ángel Blanco en cualquier momento, si decidimos comentar lo que pensamos, tengamos que pagar un precio muy caro por ser libres.

Muchos de los funcionaros morenistas de hoy son amigos personales y tengo temor real de que sufran una transformación que me impida mantener la amistad que hasta ahora existía. Tengo miedo de lo que nos puedan hacer algunos que algún día fueron amigos. Eso no se permitiría en ninguna democracia pero en esta mexicana, que se ha convertido en “islamista” con la 4t, La radicalización es muy evidente.

Nos cuenta el vasco Chema Lizarralde “Los viajeros que suben se cruzan con los que bajan y muy probablemente ninguno de ellos repare en que este mismo lugar, sobre las tres de la tarde del 10 de julio de 1997, un chaval de 29 años cogía esta misma línea sin saber que pesaba sobre él una sentencia de muerte. Fue la última vez que cogió un tren; la última vez que escuchó su metálico sonido, y la última vez que pisó el pueblo que le había visto nacer. Se llamaba Miguel Ángel Blanco y era concejal en este municipio de Vizcaya, uno de los siete concejales que el PP tenía entonces allí. Como era habitual, aquel día se apeó en Eibar, ya en Guipúzcoa aunque a tan solo cinco kilómetros de su casa. Allí trabajaba en una asesoría. Pero aquel día no llegó a la oficina. ETA lo secuestró en el camino y truncó su vida, sin calcular que aquello supondría el inicio de su derrota.

Míguel, como le llamaban sus allegados, era lo que se conoce coloquialmente como una persona normal, que entró en política por tener un trabajo sin más aspiraciones que mejorar la vida en su pueblo. “Uno de los nuestros”, resumen algunos. ETA fue a por el eslabón más débil. “Un chaval muy noble, muy humilde. Muchos se creen que suben de nivel cuando llegan a concejales. Miguel Ángel no. Miguel Ángel era como su padre. Muy maja toda la familia”, recuerda Maite, mientras levanta la mirada para contemplar el retrato del joven desplegado en el Consistorio. Ahora está jubilada, pero en aquella época era funcionaria en ese edificio.”

Ella, como prácticamente toda la localidad, se echó a la calle cuando supo que la banda terrorista había raptado a uno de sus vecinos y le había dado un ultimátum al Gobierno de José María Aznar: lo asesinaría si en 48 horas todos los presos de la organización no eran trasladados a cárceles del País Vasco. Sin redes sociales, a partir de ahí se vivió una cuenta atrás televisada que mantuvo a los españoles en vilo. Los terroristas habían cometido innumerables atrocidades -asesinatos, secuestros, extorsiones...-, pero aquel novedoso y macabro método contribuyó a que el atentado contra Miguel Ángel marcara un antes y un después. Por primera vez, la sociedad vasca mostró de forma masiva su repulsa contra ETA.

Junto a ella, toda España se echó a la calle para clamar por la liberación de un joven hasta ese momento anónimo. Las concentraciones de manos blancas y el grito de ¡Basta ya! se popularizaron como símbolos de una alternativa pacífica frente a la barbarie. Ermua pasó la noche a la luz de las velas en la céntrica Plaza Cardenal Orbe, donde se ubica el frontón en el que ahora unos niños juegan al balón...” ETA en aquel entonces quiso creer que tenía todo el poder y todo el apoyo del pueblo y por eso se permitió la mayor corrupción que existe que es el estar seguro que puede matar en función del concepto de que “El fin justifica los medios”. No veo mucha diferencia entre los periodistas mexicanos hoy y Miguel Ángel porque aquí también nos matan y con la diferencia de que en México los asesinos de periodistas viven en la impunidad.

Ojo porque eso es lo que se está aplicando en todas las administraciones de MORENA hoy en día. “El fin justifica los medios”. Han matado a 12 colegas en los primeros 6 meses del año. Dos mensuales. Y nadie parece ni preocupado y menos ocupado en este asunto que en cualquier país civilizado sería de la máxima prioridad, insostenible para cualquier democracia que se precie.

En cambio en este México imprevisible en el que vivimos a nadie parece interesarle la cifra de muertos en general y menos aún la particular de asesinatos de periodistas. El asesinato de Miguel Ángel Blanco fue en España el inicio del final de la dictadura sangrienta de ETA y de seguir así la impunidad en la que se mueven los delincuentes con aparente apoyo de las autoridades de MORENA puede ser el empujón hacia la nada de este movimiento que puede pasar de ser la herencia de AMLO a un estigma de una falsa transformación.

Las señales son muy evidentes y parece que los funcionaros morenistas no quieren darlas por buenas y ni siquiera por existentes. Creo que debemos insistir en que se han rebasado muchos de los límites imprescindibles en cualquier sociedad democrática y que se debe de reconsiderar lo que están haciendo algunos y desde luego no ser cómplices. Es que todos tenemos miedo de que como a Miguel Ángel Blanco en cualquier momento, si decidimos comentar lo que pensamos, tengamos que pagar un precio muy caro por ser libres.

Muchos de los funcionaros morenistas de hoy son amigos personales y tengo temor real de que sufran una transformación que me impida mantener la amistad que hasta ahora existía. Tengo miedo de lo que nos puedan hacer algunos que algún día fueron amigos. Eso no se permitiría en ninguna democracia pero en esta mexicana, que se ha convertido en “islamista” con la 4t, La radicalización es muy evidente.

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