/ lunes 31 de agosto de 2020

Entorno | Prudencia: entre reactivación económica y viral

La medida adoptada hace un par de semanas por el gobierno de Tabasco de mantener en semáforo rojo a la entidad pese a que la autoridad federal había determinado que pasara a naranja fue lo más congruente si se fundamente en el comportamiento que aquí se ha presentado con el COVID-19.

El viernes pasado se anunció formalmente que estamos en naranja, lo que implica un retorno gradual a determinadas actividades económicas y con ello a la reactivación del empleo y del circulante en las calles que es finalmente el motor que mueve a la sociedad en su conjunto.

A la par del anuncio local de estar en semáforo naranja el gobierno federal ahora ubicó a Tabasco en semáforo amarillo.

La probable justificación en la decisión del gobernador Adán Augusto López Hernández es la de evitar que los casos se disparen de nuevo porque complicaría más la reapertura y por supuesto la activación económica.

El daño económico en Tabasco es inconmensurable, porque en todos los sectores, sin excepción existen distintos grados y niveles de afectación.

No obstante el virus sigue ahí vigente a la espera de nuevos contagios, el experto que ha ofrecido a este espacio sus análisis para el caso de Tabasco en función de modelos matemáticos y el comportamiento del virus en determinadas poblaciones del mundo ha resultado acertado y el pronóstico se está cumpliendo, pero ahora expone una nueva variable, en el sentido de que sí vuelven a superarse los 200 casos positivos diarios podría convertirse en una señal para preocuparse.

Lo que preocupa es que la entidad ya registró un decrecimiento en nuevos casos en el mes de mayo, pero, quince días después el virus repuntó y se mantuvo al alza de manera sostenida a partir de esa fecha, muchos (incluido este reportero) lo atribuyeron a las declaraciones del subsecretario de salud federal, Hugo López Gatell quien celebró –en cadena nacional- que Villahermosa y por tanto“Tabasco” ya estaba saliendo de su fase crítica del virus.

Tres meses después de ese descenso y ascenso posterior la entidad se encuentra en la misma encrucijada, desde luego con menos casos, pero la posibilidad es latente.

La preocupante lección de nuevos infectados:

Casos de amigos cercanos y personales.

En las últimas dos semanas he conocido algunos casos interesantes, relatados por amigos y familiares respecto a nuevos contagiados a partir de la segunda semana de agosto, lo relevante de estos es que se cuidaron al extremo desde que se detectó el primer caso positivo en la entidad –el 18 de marzo- y en este periodo en el que se infectaron retomaron más en forma sus actividades e incrementándolas en todos los sentidos.

En lo personal conozco dos personas que en ese mismo periodo se contagiaron, básicamente por las mismas razones, aumento en su movilidad y actividades.

Esto nos deja dos enseñanzas, el virus sigue presente y el otro, pese a todo, por alguna razón al relajar las medidas, se hace más factible el contagio cuando están dadas las condiciones necesarias.

De manera que la prudencia será nuestra mejor arma en esta nueva normalidad que comienza a partir del próximo 07 de septiembre en Tabasco.

CONTORNO

Carestía: escasez... ¿en la abundancia?

Huevos, azúcar, cárnicos, granos, frutas y verduras han registrado un incremento notable en los precios durante todo el tiempo que lleva presente la Pandemia por COVID-19 y lo más grave, sin que exista una estricta regulación de parte de las autoridades normativas.

Este aumento pudiera haberse justificado en el momento más crítico –abril y mayo- pero no en los meses subsecuentes, sobre todo, si se entiende que la “carestía” responde a una escasez de productos, que deriva en inflación y hambruna, lo que de acuerdo a las declaraciones de gobernadores y del propio presidente nunca existió, porque no hubo desabasto y todo el suministro estuvo plenamente garantizado.

Ni hablar de medicamentos e insumos que requirieron o necesitan quienes padecieron o enfrentan el contagio por el virus.

En el fondo, la población como siempre además de la crisis económica, desempleo y otros males es la que está pagando todas las consecuencias de esta ausencia de autoridad en todos los niveles.

La medida adoptada hace un par de semanas por el gobierno de Tabasco de mantener en semáforo rojo a la entidad pese a que la autoridad federal había determinado que pasara a naranja fue lo más congruente si se fundamente en el comportamiento que aquí se ha presentado con el COVID-19.

El viernes pasado se anunció formalmente que estamos en naranja, lo que implica un retorno gradual a determinadas actividades económicas y con ello a la reactivación del empleo y del circulante en las calles que es finalmente el motor que mueve a la sociedad en su conjunto.

A la par del anuncio local de estar en semáforo naranja el gobierno federal ahora ubicó a Tabasco en semáforo amarillo.

La probable justificación en la decisión del gobernador Adán Augusto López Hernández es la de evitar que los casos se disparen de nuevo porque complicaría más la reapertura y por supuesto la activación económica.

El daño económico en Tabasco es inconmensurable, porque en todos los sectores, sin excepción existen distintos grados y niveles de afectación.

No obstante el virus sigue ahí vigente a la espera de nuevos contagios, el experto que ha ofrecido a este espacio sus análisis para el caso de Tabasco en función de modelos matemáticos y el comportamiento del virus en determinadas poblaciones del mundo ha resultado acertado y el pronóstico se está cumpliendo, pero ahora expone una nueva variable, en el sentido de que sí vuelven a superarse los 200 casos positivos diarios podría convertirse en una señal para preocuparse.

Lo que preocupa es que la entidad ya registró un decrecimiento en nuevos casos en el mes de mayo, pero, quince días después el virus repuntó y se mantuvo al alza de manera sostenida a partir de esa fecha, muchos (incluido este reportero) lo atribuyeron a las declaraciones del subsecretario de salud federal, Hugo López Gatell quien celebró –en cadena nacional- que Villahermosa y por tanto“Tabasco” ya estaba saliendo de su fase crítica del virus.

Tres meses después de ese descenso y ascenso posterior la entidad se encuentra en la misma encrucijada, desde luego con menos casos, pero la posibilidad es latente.

La preocupante lección de nuevos infectados:

Casos de amigos cercanos y personales.

En las últimas dos semanas he conocido algunos casos interesantes, relatados por amigos y familiares respecto a nuevos contagiados a partir de la segunda semana de agosto, lo relevante de estos es que se cuidaron al extremo desde que se detectó el primer caso positivo en la entidad –el 18 de marzo- y en este periodo en el que se infectaron retomaron más en forma sus actividades e incrementándolas en todos los sentidos.

En lo personal conozco dos personas que en ese mismo periodo se contagiaron, básicamente por las mismas razones, aumento en su movilidad y actividades.

Esto nos deja dos enseñanzas, el virus sigue presente y el otro, pese a todo, por alguna razón al relajar las medidas, se hace más factible el contagio cuando están dadas las condiciones necesarias.

De manera que la prudencia será nuestra mejor arma en esta nueva normalidad que comienza a partir del próximo 07 de septiembre en Tabasco.

CONTORNO

Carestía: escasez... ¿en la abundancia?

Huevos, azúcar, cárnicos, granos, frutas y verduras han registrado un incremento notable en los precios durante todo el tiempo que lleva presente la Pandemia por COVID-19 y lo más grave, sin que exista una estricta regulación de parte de las autoridades normativas.

Este aumento pudiera haberse justificado en el momento más crítico –abril y mayo- pero no en los meses subsecuentes, sobre todo, si se entiende que la “carestía” responde a una escasez de productos, que deriva en inflación y hambruna, lo que de acuerdo a las declaraciones de gobernadores y del propio presidente nunca existió, porque no hubo desabasto y todo el suministro estuvo plenamente garantizado.

Ni hablar de medicamentos e insumos que requirieron o necesitan quienes padecieron o enfrentan el contagio por el virus.

En el fondo, la población como siempre además de la crisis económica, desempleo y otros males es la que está pagando todas las consecuencias de esta ausencia de autoridad en todos los niveles.