/ viernes 13 de noviembre de 2020

Entorno | El último pasajero. Y la bulla…

En la última visita que realizó a Tabasco el presidente Andrés Manuel López Obrador al menos una tercera parte de las 24 horas que estuvo aquí, anduvo en las nubes, literalmente, incluyó el traslado en un avión militar, desde Tepic, Nayarit a Villahermosa, el sobrevuelo inmediato por áreas afectadas en helicóptero –su primera vez- en la entidad y su retorno a Ciudad de México la mañana del domingo en un avión comercial.

El asiento 13 F:

Después de escuchar y observar el rostro de hastío del mandatario federal al referirse a la emergencia de Tabasco, ante incontables cuestionamientos y críticas sobre lo que ocurre aquí (sí, en Tabasco crecen los ríos, se desbordan, eso es normal, así como la pasión del tabasqueño…) particularmente esto último que dijo en la conferencia mañanera del miércoles pasado, un pasajero, compañero de vuelo decidió compartir su propia experiencia con un viajero singular.

Justo cuando el avión de Aeroméxico cubriría la ruta Villahermosa-Ciudad de México y cinco minutos antes de despegar, un hombre joven barbado de poco más de 30 años se abría paso en el pasillo central de la aeronave, detrás de él alguien tratando de pasar desapercibido, lo que casi no pudo evitar por la hora que era y porque “todos los pasajeros normales” ya estaban en sus asientos.

Atrás de los dos hombres, una joven mujer. Se detienen al llegar a la fila 13 -que es una de las tres salidas de emergencia con las que cuenta ese avión que en caso de alguna contingencia se habilita de inmediato para la salida de los pasajeros- algunos alcanzan a ver a la persona que casi no levanta el rostro casi cubierto con un cubrebocas en el que solo se le ven los ojos y la frente, camina como inclinado probablemente para no ser advertido, ese hombre era; el presidente, López Obrador.

El mandatario ocupa el asiento de ventanilla 13 F. Una mujer que está una fila adelante, voltea y lo saluda, se identifica como sinaloense, para decirle –lo que muchos pasajeros en ese radio escuchan- que forma parte de un colectivo y que había estado en Tabasco “para ayudar pero que ya se iba” aprovecha para preguntarle cuándo volverá a Sinaloa, el presidente, le agradece la ayuda y le confía que retomará la gira cancelada (por la emergencia en la entidad) y que irá a Sinaloa el 21 y 22 de este mes, concluye el diálogo con un “oiga y no se deje mi Presidente” el político le da las gracias.

En el asiento del pasillo está la mujer, en medio el joven y en ventanilla el presidente quien antes de partir llama a algún familiar (probablemente su esposa) que presuntamente le pregunta cómo le fue y responde con un “ya estoy en el avión, ya vamos a salir, todo está bien acá (Tabasco) aquí los ríos suben pero aquí baja rápido el agua, es más la bulla de los paisanos…”.

Transcurre el vuelo y al aterrizar en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México –sin contratiempos- hace al menos tres llamadas todas en un tono familiar, para reunirse en la casa, en Palacio, aclara, cuando alguien posiblemente le pregunta, en cuál casa, la convocatoria es a las 7 de la noche de ese domingo, se citan nombres familiares, mexicanismos, pero esos quedan bajo reserva. A él y su pequeña comitiva le toca descender en el cuarto turno, la aerolínea vacía el avión de adelante hacia atrás por filas de cuatro.

A juzgar por esta simple anécdota y sus conversaciones –en un lugar público- el presidente en realidad, lleva una vida normal.

Solo un par de mujeres, una joven y otra de edad madura y dos hombres un muchacho y otro también de edad avanzada, se retratan en una selfie con el mandatario y lo hacen desde el pasillo, el resto más de 100 pasajeros, ni se inmuta.

El pasajero testigo recuerda una anécdota similar ocurrida en 2017 en un vuelo de Monterrey a Villahermosa, al abordar, el entonces líder de MORENA lo hizo erguido, buscando llamar la atención y en cada fila diciendo, buenos días, buenos días.

¿Y ahora?

La concepción presidencial, evidentemente sobre la posibilidad de que todo comenzaba a mejorar no fue del todo exacta, ese mismo domingo gaviotas sur amplió su margen de anegamientos y quizá por eso junto al incesante reclamo local y nacional lo obligará a retornar a su tierra, a su agua, mañana mismo.

Algunos hasta de broma –en la pasión del tabasqueño- dicen que a juzgar por lo que está pasando la entidad resultó mejor el borracho que al cantinero…

CONTORNO

Y…la otra bulla

Poco después de las dos de la mañana del lunes, muchos teléfonos celulares sonaron, personas de todos los estratos sociales, llamaban desesperados a sus familiares para que vieran un video en el que se observa a elementos de la Guardia Nacional en el Malecón Carlos Madrazo, corriendo y quien describe la escena con su teléfono remarca que se rompió el bordo y viene la inminente inundación.

A esa hora, muchas personas sacaron sus cosas y salieron del centro de la ciudad, otros más, tomaron medidas más extremas, incluso, los que no residen en esa franja de peligro, todo por alguien que fomentó el caos, como si estuviéramos en el siglo pasado.

Horas antes el gobernador, Adán Augusto López Hernández y el titular del Instituto de Protección Civil, Jorge Mier y Terán habían reiterado –con la información de técnicos- que no había riesgo de colapso y que no era necesario evacuar. La evidencia está, el problema es que faltó más comunicación y probablemente la ciudadanía es incrédula.

Comenzaron entonces más rumores, el mismo patrón del 2007, del primo, el hermano, el vecino que trabaja en la Presa de Peñitas y dice que se fracturó, lo que convirtió a Tabasco en un pandemónium, algunos aseguran, que las patrullas de Secretaría de Seguridad Pública esa madrugada pedían a la población del centro evacuar –son varias las versiones que hablan de eso- otros más en la Colonia Municipal aseguran que elementos del Ejército solicitaron lo mismo, pero, nadie tiene una foto, una grabación, un video que acredite esas versiones.

Cada quien tiene que asumir su propia responsabilidad, un día, después de esa “alarmante noticia” comenzó a confirmarse el pronóstico oficial, pero el daño ya estaba hecho y perdió la sociedad por culpa de un idiota y otros más que replicaron eso.

Esa madrugada un funcionario de primer nivel, de apellidos conocidos, llamó a todos los vecinos del fraccionamiento donde vive para decirles que tenían que evacuar y que “era su obligación decirlo aunque otros lo callaran” casi todos salieron y se fueron a casas de amigos o a hoteles, afortunadamente, no pasó nada.

Entre la multitud donde sobran –anónimos- se escuchan mentadas de madre, groserías, insultos de todo tipo tanto a funcionarios municipales, como estatales y federales, que alcanzan a los alcaldes y al propio gobernador, cuando realizan los recorridos y cuando no los ven, acusan que no están presentes. ¿Quién entiende eso?

El recuerdo de aquel arrebato de Hernán Bermúdez en Gaviotas contra un obeso ciudadano por no portar mascarillas y el reciente enfrentamiento con una señora en Casa Blanca, es una impronta que molesta a los ciudadanos y todo el gobierno en su conjunto está cosechando esa frustración colectiva.

En Bosques de Saloya, Nacajuca una mujer reclamó al gobernador durante la primera contingencia por inundaciones en octubre pasado, a su lado estaba el entonces secretario de gobierno Marcos Rosendo Medina, que no dijo ni intervino para provocar un diálogo, ayer al mandatario le ocurrió algo similar en Gaviotas y no estaba su recién estrenado secretario José Antonio de la Vega.

¿Dónde está el gabinete?

javiermarinhdez@hotmail.com

En la última visita que realizó a Tabasco el presidente Andrés Manuel López Obrador al menos una tercera parte de las 24 horas que estuvo aquí, anduvo en las nubes, literalmente, incluyó el traslado en un avión militar, desde Tepic, Nayarit a Villahermosa, el sobrevuelo inmediato por áreas afectadas en helicóptero –su primera vez- en la entidad y su retorno a Ciudad de México la mañana del domingo en un avión comercial.

El asiento 13 F:

Después de escuchar y observar el rostro de hastío del mandatario federal al referirse a la emergencia de Tabasco, ante incontables cuestionamientos y críticas sobre lo que ocurre aquí (sí, en Tabasco crecen los ríos, se desbordan, eso es normal, así como la pasión del tabasqueño…) particularmente esto último que dijo en la conferencia mañanera del miércoles pasado, un pasajero, compañero de vuelo decidió compartir su propia experiencia con un viajero singular.

Justo cuando el avión de Aeroméxico cubriría la ruta Villahermosa-Ciudad de México y cinco minutos antes de despegar, un hombre joven barbado de poco más de 30 años se abría paso en el pasillo central de la aeronave, detrás de él alguien tratando de pasar desapercibido, lo que casi no pudo evitar por la hora que era y porque “todos los pasajeros normales” ya estaban en sus asientos.

Atrás de los dos hombres, una joven mujer. Se detienen al llegar a la fila 13 -que es una de las tres salidas de emergencia con las que cuenta ese avión que en caso de alguna contingencia se habilita de inmediato para la salida de los pasajeros- algunos alcanzan a ver a la persona que casi no levanta el rostro casi cubierto con un cubrebocas en el que solo se le ven los ojos y la frente, camina como inclinado probablemente para no ser advertido, ese hombre era; el presidente, López Obrador.

El mandatario ocupa el asiento de ventanilla 13 F. Una mujer que está una fila adelante, voltea y lo saluda, se identifica como sinaloense, para decirle –lo que muchos pasajeros en ese radio escuchan- que forma parte de un colectivo y que había estado en Tabasco “para ayudar pero que ya se iba” aprovecha para preguntarle cuándo volverá a Sinaloa, el presidente, le agradece la ayuda y le confía que retomará la gira cancelada (por la emergencia en la entidad) y que irá a Sinaloa el 21 y 22 de este mes, concluye el diálogo con un “oiga y no se deje mi Presidente” el político le da las gracias.

En el asiento del pasillo está la mujer, en medio el joven y en ventanilla el presidente quien antes de partir llama a algún familiar (probablemente su esposa) que presuntamente le pregunta cómo le fue y responde con un “ya estoy en el avión, ya vamos a salir, todo está bien acá (Tabasco) aquí los ríos suben pero aquí baja rápido el agua, es más la bulla de los paisanos…”.

Transcurre el vuelo y al aterrizar en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México –sin contratiempos- hace al menos tres llamadas todas en un tono familiar, para reunirse en la casa, en Palacio, aclara, cuando alguien posiblemente le pregunta, en cuál casa, la convocatoria es a las 7 de la noche de ese domingo, se citan nombres familiares, mexicanismos, pero esos quedan bajo reserva. A él y su pequeña comitiva le toca descender en el cuarto turno, la aerolínea vacía el avión de adelante hacia atrás por filas de cuatro.

A juzgar por esta simple anécdota y sus conversaciones –en un lugar público- el presidente en realidad, lleva una vida normal.

Solo un par de mujeres, una joven y otra de edad madura y dos hombres un muchacho y otro también de edad avanzada, se retratan en una selfie con el mandatario y lo hacen desde el pasillo, el resto más de 100 pasajeros, ni se inmuta.

El pasajero testigo recuerda una anécdota similar ocurrida en 2017 en un vuelo de Monterrey a Villahermosa, al abordar, el entonces líder de MORENA lo hizo erguido, buscando llamar la atención y en cada fila diciendo, buenos días, buenos días.

¿Y ahora?

La concepción presidencial, evidentemente sobre la posibilidad de que todo comenzaba a mejorar no fue del todo exacta, ese mismo domingo gaviotas sur amplió su margen de anegamientos y quizá por eso junto al incesante reclamo local y nacional lo obligará a retornar a su tierra, a su agua, mañana mismo.

Algunos hasta de broma –en la pasión del tabasqueño- dicen que a juzgar por lo que está pasando la entidad resultó mejor el borracho que al cantinero…

CONTORNO

Y…la otra bulla

Poco después de las dos de la mañana del lunes, muchos teléfonos celulares sonaron, personas de todos los estratos sociales, llamaban desesperados a sus familiares para que vieran un video en el que se observa a elementos de la Guardia Nacional en el Malecón Carlos Madrazo, corriendo y quien describe la escena con su teléfono remarca que se rompió el bordo y viene la inminente inundación.

A esa hora, muchas personas sacaron sus cosas y salieron del centro de la ciudad, otros más, tomaron medidas más extremas, incluso, los que no residen en esa franja de peligro, todo por alguien que fomentó el caos, como si estuviéramos en el siglo pasado.

Horas antes el gobernador, Adán Augusto López Hernández y el titular del Instituto de Protección Civil, Jorge Mier y Terán habían reiterado –con la información de técnicos- que no había riesgo de colapso y que no era necesario evacuar. La evidencia está, el problema es que faltó más comunicación y probablemente la ciudadanía es incrédula.

Comenzaron entonces más rumores, el mismo patrón del 2007, del primo, el hermano, el vecino que trabaja en la Presa de Peñitas y dice que se fracturó, lo que convirtió a Tabasco en un pandemónium, algunos aseguran, que las patrullas de Secretaría de Seguridad Pública esa madrugada pedían a la población del centro evacuar –son varias las versiones que hablan de eso- otros más en la Colonia Municipal aseguran que elementos del Ejército solicitaron lo mismo, pero, nadie tiene una foto, una grabación, un video que acredite esas versiones.

Cada quien tiene que asumir su propia responsabilidad, un día, después de esa “alarmante noticia” comenzó a confirmarse el pronóstico oficial, pero el daño ya estaba hecho y perdió la sociedad por culpa de un idiota y otros más que replicaron eso.

Esa madrugada un funcionario de primer nivel, de apellidos conocidos, llamó a todos los vecinos del fraccionamiento donde vive para decirles que tenían que evacuar y que “era su obligación decirlo aunque otros lo callaran” casi todos salieron y se fueron a casas de amigos o a hoteles, afortunadamente, no pasó nada.

Entre la multitud donde sobran –anónimos- se escuchan mentadas de madre, groserías, insultos de todo tipo tanto a funcionarios municipales, como estatales y federales, que alcanzan a los alcaldes y al propio gobernador, cuando realizan los recorridos y cuando no los ven, acusan que no están presentes. ¿Quién entiende eso?

El recuerdo de aquel arrebato de Hernán Bermúdez en Gaviotas contra un obeso ciudadano por no portar mascarillas y el reciente enfrentamiento con una señora en Casa Blanca, es una impronta que molesta a los ciudadanos y todo el gobierno en su conjunto está cosechando esa frustración colectiva.

En Bosques de Saloya, Nacajuca una mujer reclamó al gobernador durante la primera contingencia por inundaciones en octubre pasado, a su lado estaba el entonces secretario de gobierno Marcos Rosendo Medina, que no dijo ni intervino para provocar un diálogo, ayer al mandatario le ocurrió algo similar en Gaviotas y no estaba su recién estrenado secretario José Antonio de la Vega.

¿Dónde está el gabinete?

javiermarinhdez@hotmail.com