/ lunes 8 de junio de 2020

Entorno | El colapso y a la caza del virus

El día que el Juan Graham recibió casi 300 sospechosos de COVID:

En la tercera semana de abril, el personal del Hospital Juan Graham Casasús entró en shock cuando sintieron que habían perdido la cuenta del número de personas que asistieron un jueves manifestando síntomas de coronavirus, casi 300 personas.

El estrés y el desánimo comenzaron a hacer estragos en el personal sanitario porque pese a las medidas de seguridad adoptadas –con el equipo que otorga el nosocomio y los que ellos mismos adquirieron por su cuenta- el número de enfermeras y médicos infectados estaba en aumento al igual que el de la población contagiada.

Testigos del hecho –amigos de toda la vida- presentes en la primera línea de defensa contra esa enfermedad, narran historias aterradoras, por la desesperación de internos y hasta de familiares que exigían –con todo derecho- conocer el estado de salud de sus pacientes, sin saber que ellos mismos –los trabajadores de la salud- estaban librando otra pelea por salvar todas las vidas posibles. No ha sido fácil, admiten.

El propio gobernador se ha referido a periodos difíciles cuando todo parecía complicarse más lo que resume la opinión de los médicos reseñados.

De hecho, el escenario dantesco obligó a habilitar el Hospital de Comalcalco, el Maximiliano Dorantes y la burbuja que se habilitó en el estacionamiento del Juan Graham sede de los pacientes COVID además de la suma del Hospital Militar y los nosocomios privados.

Un cerco al virus:

Quien iba a pensarlo, la idea política social del ex gobernador Enrique González Pedrero para llevar más beneficios sociales de concentrar al mayor número de personas en comunidades propició el surgimiento de los denominados Centros Integradores que desarrolló aquí un político –no tabasqueño- ahora sería un factor en contra en plena promoción del –distanciamiento social- para reducir los contagios por COVID-19.

Y aunque en efecto esos núcleos poblaciones se convierten en un factor de alto riesgo de contagios como ocurre en Centro con una población residente y flotante de casi 1 millón de personas, al mismo tiempo podrían servir para delimitar las zonas más vulnerables, precisamente porque es más fácil identificar los casos.

Se supone que la aplicación de muchas pruebas para detectar todos los casos posibles que permitan las muestras existentes entraña un control sanitario más estricto y con eso la posibilidad real de que disminuya la frecuencia de casos.

¿Qué tanto falta para hablar de una caída en el número de casos?

Nadie lo sabe con exactitud, pero depende mucho de cada uno de nosotros para librar esta amenaza que casi alcanza la cuarentena doble: ochenta días.

CONTORNO

Ejecutados: el otro retorno a la normalidad

Once personas ejecutadas –al estilo del crimen organizado- es el saldo violento de hechos registrados en un lapso de 24 horas el pasado fin de semana, el gobernador Adán Augusto López Hernández con anterioridad reveló que muchos de estos estarían relacionados con actividades que son competencia de la Federación.

Dentro de las personas asesinadas se encuentran cuatro policías municipales de Huimanguillo que fueron “levantados” para aparecer posteriormente ultimados.

Las otras personas acribilladas estaban avecindadas en la Colonia Gaviotas del Municipio de Centro quienes presuntamente estarían vinculadas con algún tipo de actividad ilícita.

No es la primera vez que en esa gran colonia popular se presentan actos de ese tipo con altas dosis de violencia y de armas de fuego.

Hace algunos años la llegada a Tabasco de un regimiento completo de la Gendarmería Nacional representó una esperanza para termina con la crisis de inseguridad y la ola de asesinatos en la entidad, no obstante, así como llegaron se marcharon dos años después y fue muy poco lo que hicieron porque el problema lejos de disminuir aumentó.

Ahora en este cambio de reglas políticas y de corporaciones la estrategia y operación de la Guardia Nacional todavía no arroja resultados contundentes.

Hace poco más de un año, le pregunté al jefe del ejecutivo si le preocupaba que la mayor parte de las tropas de la Guardia Nacional remitidas a Tabasco fueran concentradas en la frontera con Guatemala para contener la entrada masiva de centroamericanos que el Gobierno de Estados Unidos en aquel momento –exigía detener- y con ello condenara a la entidad a que este problema de inseguridad se profundizara, su respuesta fue, que había que mantener la confianza en las autoridades federales porque entre todos sí harían un frente fuerte para comenzar a asestar golpes importantes.

Un año después, las ejecuciones continúan –muchas ni se reportan, cada quien recoge sus muertos- los grandes asaltos en los límites territoriales de Tabasco con otros estados permanecen así como otros males.

El día que el Juan Graham recibió casi 300 sospechosos de COVID:

En la tercera semana de abril, el personal del Hospital Juan Graham Casasús entró en shock cuando sintieron que habían perdido la cuenta del número de personas que asistieron un jueves manifestando síntomas de coronavirus, casi 300 personas.

El estrés y el desánimo comenzaron a hacer estragos en el personal sanitario porque pese a las medidas de seguridad adoptadas –con el equipo que otorga el nosocomio y los que ellos mismos adquirieron por su cuenta- el número de enfermeras y médicos infectados estaba en aumento al igual que el de la población contagiada.

Testigos del hecho –amigos de toda la vida- presentes en la primera línea de defensa contra esa enfermedad, narran historias aterradoras, por la desesperación de internos y hasta de familiares que exigían –con todo derecho- conocer el estado de salud de sus pacientes, sin saber que ellos mismos –los trabajadores de la salud- estaban librando otra pelea por salvar todas las vidas posibles. No ha sido fácil, admiten.

El propio gobernador se ha referido a periodos difíciles cuando todo parecía complicarse más lo que resume la opinión de los médicos reseñados.

De hecho, el escenario dantesco obligó a habilitar el Hospital de Comalcalco, el Maximiliano Dorantes y la burbuja que se habilitó en el estacionamiento del Juan Graham sede de los pacientes COVID además de la suma del Hospital Militar y los nosocomios privados.

Un cerco al virus:

Quien iba a pensarlo, la idea política social del ex gobernador Enrique González Pedrero para llevar más beneficios sociales de concentrar al mayor número de personas en comunidades propició el surgimiento de los denominados Centros Integradores que desarrolló aquí un político –no tabasqueño- ahora sería un factor en contra en plena promoción del –distanciamiento social- para reducir los contagios por COVID-19.

Y aunque en efecto esos núcleos poblaciones se convierten en un factor de alto riesgo de contagios como ocurre en Centro con una población residente y flotante de casi 1 millón de personas, al mismo tiempo podrían servir para delimitar las zonas más vulnerables, precisamente porque es más fácil identificar los casos.

Se supone que la aplicación de muchas pruebas para detectar todos los casos posibles que permitan las muestras existentes entraña un control sanitario más estricto y con eso la posibilidad real de que disminuya la frecuencia de casos.

¿Qué tanto falta para hablar de una caída en el número de casos?

Nadie lo sabe con exactitud, pero depende mucho de cada uno de nosotros para librar esta amenaza que casi alcanza la cuarentena doble: ochenta días.

CONTORNO

Ejecutados: el otro retorno a la normalidad

Once personas ejecutadas –al estilo del crimen organizado- es el saldo violento de hechos registrados en un lapso de 24 horas el pasado fin de semana, el gobernador Adán Augusto López Hernández con anterioridad reveló que muchos de estos estarían relacionados con actividades que son competencia de la Federación.

Dentro de las personas asesinadas se encuentran cuatro policías municipales de Huimanguillo que fueron “levantados” para aparecer posteriormente ultimados.

Las otras personas acribilladas estaban avecindadas en la Colonia Gaviotas del Municipio de Centro quienes presuntamente estarían vinculadas con algún tipo de actividad ilícita.

No es la primera vez que en esa gran colonia popular se presentan actos de ese tipo con altas dosis de violencia y de armas de fuego.

Hace algunos años la llegada a Tabasco de un regimiento completo de la Gendarmería Nacional representó una esperanza para termina con la crisis de inseguridad y la ola de asesinatos en la entidad, no obstante, así como llegaron se marcharon dos años después y fue muy poco lo que hicieron porque el problema lejos de disminuir aumentó.

Ahora en este cambio de reglas políticas y de corporaciones la estrategia y operación de la Guardia Nacional todavía no arroja resultados contundentes.

Hace poco más de un año, le pregunté al jefe del ejecutivo si le preocupaba que la mayor parte de las tropas de la Guardia Nacional remitidas a Tabasco fueran concentradas en la frontera con Guatemala para contener la entrada masiva de centroamericanos que el Gobierno de Estados Unidos en aquel momento –exigía detener- y con ello condenara a la entidad a que este problema de inseguridad se profundizara, su respuesta fue, que había que mantener la confianza en las autoridades federales porque entre todos sí harían un frente fuerte para comenzar a asestar golpes importantes.

Un año después, las ejecuciones continúan –muchas ni se reportan, cada quien recoge sus muertos- los grandes asaltos en los límites territoriales de Tabasco con otros estados permanecen así como otros males.