/ lunes 6 de julio de 2020

ENTORNO | Covid en Tabasco: El colapso físico… y mental

“La imaginación es la mitad de la enfermedad; la tranquilidad es la mitad del remedio; y la paciencia es el comienzo de la cura” Ibn Sina, médico y filósofo persa, considerado pionero de la medicina moderna.

Pese al optimismo del gobernador Adán Augusto López Hernández externado en dos ocasiones en el transcurso de una semana respecto al descenso en el número de casos positivos a COVID-19 en los hospitales que atienden a pacientes la situación es muy distinta y provoca un estrés cotidiano que hace estragos entre la comunidad médica que labora principalmente en el Hospital Juan Graham.

Aquí una pequeña parte de esa historia.

¿Recuerdas a los españoles e italianos aplaudiendo a sus sanitarios? interroga un médico amigo -que posee una formación profesional impresionante- sí claro, le respondo, los aplausos a médicos y enfermeras desde los balcones de Madrid y otras ciudades, bueno, aquí, se lamenta, ni eso.

Y no es un reclamo a la sociedad, se refiere al nivel de irresponsabilidad de las autoridades de salud –no teme llamarlos por su nombre, ni que se conozca su identidad- las carencias de insumos y equipo son absolutas, de nada sirve habilitar más hospitales, improvisarlos incluso, camas y camas, si el personal no tiene lo necesario, hay que redoblar los cuidados, otro amigo, dice que en realidad el cuidado es al triple, porque existen muchos colegas suyos infectados que ya superaron la enfermedad, otros no y algunos aún tienen secuelas.

Uno tiene que fungir hasta como psicólogo, relata, es impresionante el nivel de pánico que impera entre nuestros paisanos, muchos llegan en completa crisis y sus indicadores muestran lo contrario con niveles óptimos de oxígeno pero desafortunadamente tenemos otra epidemia…la del terror colectivo y el estrés desbordado.

En España e Italia tuvieron casi tres meses intensos aquí vamos para cuatro meses y la crisis parece interminable, los viejos médicos especialistas por el factor de edad y otras comorbilidades aunque contribuyeron en mucho han decidido solicitar sus licencias, quedan pocos con experiencia y ahora están enviando a practicantes de medicina como carne de cañón a enfrentar procedimientos que no conocen y con un alto riesgo de infectarse, peor aún sin recibir un sueldo, porque ni las universidades y menos la Secretaría de Salud se hacen responsables por ellos.

La convocatoria para contratar médicos fue un fracaso, de los pocos que aceptaron, más de la mitad había renunciado una semana después al darse cuenta de a que se estaban enfrentando.

Pero, la secretaria de salud, Silvia Roldán y todos los subsecretarios llegan con sus caras de preocupación prácticamente a posar para la foto y de paseo a los hospitales –ninguno de ellos atiende a un paciente- mientras los médicos y enfermeras siguen esperando el bono que se comprometieron a pagarles y hasta ahora nada, ese estímulo podría servir para compensar todo lo que hemos gastado de nuestros bolsillos para comprar protección especial.

¿Y qué hacemos con los pacientes?

El mismo cuestiona y responde que la perspectiva de los intubados es desalentadora, si carecemos de especialistas para realizar ese procedimiento ahora imagina para supervisarlos 24 horas, eso es algo más que imposible, pero eso no es lo peor, lo grave es movilizarlos, cambiarlos de posición cada cierto tiempo (cada 10 o 15 minutos) con médicos grandes de edad, enfermeras igual y con problemas distintos y con un promedio de peso en los tabasqueños de más de 90 kilogramos.

Quizá, concluye, tendría que contarse lo que se vive adentro, la cruda realidad y no las historias bonitas que desde luego existen, pero quienes vivimos al interior tenemos una visión diferente.

Nadie, en ningún lugar del mundo estaba preparado para esto, pero aquí todavía va a tardar mucho más. Esto apenas comienza, sentencia.

A lo largo de la semana pasada, el Juan Graham y la burbuja se quedaron sin camas, en los hospitales privados para atender pacientes COVID se forman filas como si fueran tortillerías.

El colapso llegó y cada quien tendrá que asumir su propia responsabilidad.

CONTORNO

El clamor es: justicia…

La detención de Juan José Martínez Pérez ex director del Instituto Tecnológico de Comalcalco ¿es un hecho aislado o forma parte de una cadena de órdenes de aprehensión en contra de ex funcionarios de la anterior administración?

Hubo muchas anomalías –muchas de ellas documentadas con facilidad porque fueron hasta burdos- pero a pesar del tiempo, siguen gozando sus riquezas mal habidas, la promesa pública y privada de justicia al pueblo de Tabasco para el colectivo existe la impresión que comienza a diluirse.

Sobre Martínez Pérez recuerdo una entrevista con él en 2012, en el restaurante de quien a la postre se convertiría en secretario de la anterior administración, contó detalles específicos de una persona con quien había iniciado su actividad política y empresarial, cuando le cuestioné porque se había tardado tanto en denunciarlo si en todo caso él también era parte de ese grupo, su respuesta fue un galimatías: no, momento, yo no soy corrupto. ¿Fin de la historia?

javiermarinhdez@hotmail.com

“La imaginación es la mitad de la enfermedad; la tranquilidad es la mitad del remedio; y la paciencia es el comienzo de la cura” Ibn Sina, médico y filósofo persa, considerado pionero de la medicina moderna.

Pese al optimismo del gobernador Adán Augusto López Hernández externado en dos ocasiones en el transcurso de una semana respecto al descenso en el número de casos positivos a COVID-19 en los hospitales que atienden a pacientes la situación es muy distinta y provoca un estrés cotidiano que hace estragos entre la comunidad médica que labora principalmente en el Hospital Juan Graham.

Aquí una pequeña parte de esa historia.

¿Recuerdas a los españoles e italianos aplaudiendo a sus sanitarios? interroga un médico amigo -que posee una formación profesional impresionante- sí claro, le respondo, los aplausos a médicos y enfermeras desde los balcones de Madrid y otras ciudades, bueno, aquí, se lamenta, ni eso.

Y no es un reclamo a la sociedad, se refiere al nivel de irresponsabilidad de las autoridades de salud –no teme llamarlos por su nombre, ni que se conozca su identidad- las carencias de insumos y equipo son absolutas, de nada sirve habilitar más hospitales, improvisarlos incluso, camas y camas, si el personal no tiene lo necesario, hay que redoblar los cuidados, otro amigo, dice que en realidad el cuidado es al triple, porque existen muchos colegas suyos infectados que ya superaron la enfermedad, otros no y algunos aún tienen secuelas.

Uno tiene que fungir hasta como psicólogo, relata, es impresionante el nivel de pánico que impera entre nuestros paisanos, muchos llegan en completa crisis y sus indicadores muestran lo contrario con niveles óptimos de oxígeno pero desafortunadamente tenemos otra epidemia…la del terror colectivo y el estrés desbordado.

En España e Italia tuvieron casi tres meses intensos aquí vamos para cuatro meses y la crisis parece interminable, los viejos médicos especialistas por el factor de edad y otras comorbilidades aunque contribuyeron en mucho han decidido solicitar sus licencias, quedan pocos con experiencia y ahora están enviando a practicantes de medicina como carne de cañón a enfrentar procedimientos que no conocen y con un alto riesgo de infectarse, peor aún sin recibir un sueldo, porque ni las universidades y menos la Secretaría de Salud se hacen responsables por ellos.

La convocatoria para contratar médicos fue un fracaso, de los pocos que aceptaron, más de la mitad había renunciado una semana después al darse cuenta de a que se estaban enfrentando.

Pero, la secretaria de salud, Silvia Roldán y todos los subsecretarios llegan con sus caras de preocupación prácticamente a posar para la foto y de paseo a los hospitales –ninguno de ellos atiende a un paciente- mientras los médicos y enfermeras siguen esperando el bono que se comprometieron a pagarles y hasta ahora nada, ese estímulo podría servir para compensar todo lo que hemos gastado de nuestros bolsillos para comprar protección especial.

¿Y qué hacemos con los pacientes?

El mismo cuestiona y responde que la perspectiva de los intubados es desalentadora, si carecemos de especialistas para realizar ese procedimiento ahora imagina para supervisarlos 24 horas, eso es algo más que imposible, pero eso no es lo peor, lo grave es movilizarlos, cambiarlos de posición cada cierto tiempo (cada 10 o 15 minutos) con médicos grandes de edad, enfermeras igual y con problemas distintos y con un promedio de peso en los tabasqueños de más de 90 kilogramos.

Quizá, concluye, tendría que contarse lo que se vive adentro, la cruda realidad y no las historias bonitas que desde luego existen, pero quienes vivimos al interior tenemos una visión diferente.

Nadie, en ningún lugar del mundo estaba preparado para esto, pero aquí todavía va a tardar mucho más. Esto apenas comienza, sentencia.

A lo largo de la semana pasada, el Juan Graham y la burbuja se quedaron sin camas, en los hospitales privados para atender pacientes COVID se forman filas como si fueran tortillerías.

El colapso llegó y cada quien tendrá que asumir su propia responsabilidad.

CONTORNO

El clamor es: justicia…

La detención de Juan José Martínez Pérez ex director del Instituto Tecnológico de Comalcalco ¿es un hecho aislado o forma parte de una cadena de órdenes de aprehensión en contra de ex funcionarios de la anterior administración?

Hubo muchas anomalías –muchas de ellas documentadas con facilidad porque fueron hasta burdos- pero a pesar del tiempo, siguen gozando sus riquezas mal habidas, la promesa pública y privada de justicia al pueblo de Tabasco para el colectivo existe la impresión que comienza a diluirse.

Sobre Martínez Pérez recuerdo una entrevista con él en 2012, en el restaurante de quien a la postre se convertiría en secretario de la anterior administración, contó detalles específicos de una persona con quien había iniciado su actividad política y empresarial, cuando le cuestioné porque se había tardado tanto en denunciarlo si en todo caso él también era parte de ese grupo, su respuesta fue un galimatías: no, momento, yo no soy corrupto. ¿Fin de la historia?

javiermarinhdez@hotmail.com