/ lunes 12 de agosto de 2019

El discurso, fue el preámbulo de lo que sucedió

La ex mandataria de Yucatán, Mérida, Ivonne Aracely Ortega Pacheco, se equivocó de principio a fin. La regó, y en el pecado llevó la penitencia: perdió ante su ex par campechano, Rafael Alejandro Moreno Cárdenas.

Y sanseacabó.

Cometió exactamente el mismo error mediático y político, que en otras muchísimas ocasiones han cometido: los que en una contienda política-electoral asumen de antemano su derrota.

Los ejemplos, abundan, sobran. Una y otra vez, hemos sido testigos fieles de ellos, tanto a nivel nacional como local. Y el mejor referente, es el PRD de Andrés Manuel López Obrador.

Si usted, fue de los que siguió con esmerada atención el discurso político no solo de la ex gobernadora, sino también de su ex homólogo Ulises Ruiz Ortiz (ante de que los excluyeran de la competencia) se dio perfectamente cuenta, de que la mayor parte del proceso interpartidista se la pasaron amargamente quejándose, lamentándose, llorando.

No nada más ellos, también sus defensores a ultranza. Llegando en algunas ocasiones, a ser más papistas que el Papa, tal y como los fanáticos de la 4T.

Desatinada y errónea estrategia, que delató su condición de perdedora. En cambio, la alocución de Rafael Alejandro Moreno Cárdenas fue todo lo contrario. Su lenguaje oral y corporal transmitían: ¡seguridad, convencimiento!

Y cómo no, si el arribó a la sede nacional del PRI, era solo cuestión de tiempo. La decisión ya había sido tomada de antemano, como ha sido históricamente la costumbre en el institucional.

De qué se quejan, se lamentan, se sorprenden, se acongojan, si esa ha sido la historia del partido que durante varias décadas ganó la presidencia de la República y el grueso de las gubernaturas, el Congreso de la Unión, presidencias municipales y diputaciones locales.

O me quiere usted hacer creer, que la priista Ivonne Aracely Ortega Pacheco no sabía en qué berenjenal se estaba metiendo, cuando ella fue una de las operadoras y ejecutoras estrellas de lo que acusó (en repetidas ocasiones) a quien ayer la venció -haiga sido, como haiga sido, diría el clásico- en las urnas.

¡Por favor, seamos serios!

Y es que la dama perdió la batalla principal, pues el famoso “Alito” obtuvo el apoyo del grupo mexiquense y, por ende, la de los 12 gobernadores priistas que palomeó desde Los Pinos, el entonces presidente de la República, Enrique Peña Nieto.

Esta es la razón sustancial, primordial, del porqué sus adversarios nunca obtuvieron ninguna oportunidad de ganarle a Rafael Alejandro Moreno Cárdenas.

Alito ganó la batalla crucial que decidió ayer el final de la guerra.

Ahora viene, lo que siempre viene en estos casos, un periodo de negociaciones, de tires y aflojes, entre los que perdieron y ganaron.

Y si no se da, que lo veo dificilísimo que no ocurra, pues ya pueden ir explorando otras alternativas políticas, aunque algunos ya las tienen, solamente estaban esperando mañosa y cobardemente la excusa perfecta, para abandonar el barco.

jlggutierrez@hotmail.com

La ex mandataria de Yucatán, Mérida, Ivonne Aracely Ortega Pacheco, se equivocó de principio a fin. La regó, y en el pecado llevó la penitencia: perdió ante su ex par campechano, Rafael Alejandro Moreno Cárdenas.

Y sanseacabó.

Cometió exactamente el mismo error mediático y político, que en otras muchísimas ocasiones han cometido: los que en una contienda política-electoral asumen de antemano su derrota.

Los ejemplos, abundan, sobran. Una y otra vez, hemos sido testigos fieles de ellos, tanto a nivel nacional como local. Y el mejor referente, es el PRD de Andrés Manuel López Obrador.

Si usted, fue de los que siguió con esmerada atención el discurso político no solo de la ex gobernadora, sino también de su ex homólogo Ulises Ruiz Ortiz (ante de que los excluyeran de la competencia) se dio perfectamente cuenta, de que la mayor parte del proceso interpartidista se la pasaron amargamente quejándose, lamentándose, llorando.

No nada más ellos, también sus defensores a ultranza. Llegando en algunas ocasiones, a ser más papistas que el Papa, tal y como los fanáticos de la 4T.

Desatinada y errónea estrategia, que delató su condición de perdedora. En cambio, la alocución de Rafael Alejandro Moreno Cárdenas fue todo lo contrario. Su lenguaje oral y corporal transmitían: ¡seguridad, convencimiento!

Y cómo no, si el arribó a la sede nacional del PRI, era solo cuestión de tiempo. La decisión ya había sido tomada de antemano, como ha sido históricamente la costumbre en el institucional.

De qué se quejan, se lamentan, se sorprenden, se acongojan, si esa ha sido la historia del partido que durante varias décadas ganó la presidencia de la República y el grueso de las gubernaturas, el Congreso de la Unión, presidencias municipales y diputaciones locales.

O me quiere usted hacer creer, que la priista Ivonne Aracely Ortega Pacheco no sabía en qué berenjenal se estaba metiendo, cuando ella fue una de las operadoras y ejecutoras estrellas de lo que acusó (en repetidas ocasiones) a quien ayer la venció -haiga sido, como haiga sido, diría el clásico- en las urnas.

¡Por favor, seamos serios!

Y es que la dama perdió la batalla principal, pues el famoso “Alito” obtuvo el apoyo del grupo mexiquense y, por ende, la de los 12 gobernadores priistas que palomeó desde Los Pinos, el entonces presidente de la República, Enrique Peña Nieto.

Esta es la razón sustancial, primordial, del porqué sus adversarios nunca obtuvieron ninguna oportunidad de ganarle a Rafael Alejandro Moreno Cárdenas.

Alito ganó la batalla crucial que decidió ayer el final de la guerra.

Ahora viene, lo que siempre viene en estos casos, un periodo de negociaciones, de tires y aflojes, entre los que perdieron y ganaron.

Y si no se da, que lo veo dificilísimo que no ocurra, pues ya pueden ir explorando otras alternativas políticas, aunque algunos ya las tienen, solamente estaban esperando mañosa y cobardemente la excusa perfecta, para abandonar el barco.

jlggutierrez@hotmail.com