/ jueves 4 de agosto de 2022

Ejes Ambientales | Cambiemos paradigmas de las energías

“Un cambio de paradigma es un cambio en los supuestos básicos, o paradigmas, dentro de la teoría dominante de la ciencia. Contrasta con su idea de ciencia normal”.

Thomas Kuhn, 1962

.

Desde que existe vida en la tierra hace 4 mil 600 millones de años y los 200 mil años de que los investigadores citan al primer ser humano, se han aprovechado las diferentes fuentes de energía, en principio para su supervivencia y más recientemente para nuestro desarrollo económico y social. Los que estamos convencidos que se tiene que realizar la transición de las energías con base a combustibles fósiles hacia las energías menos contaminantes; estamos hablando que esta transición también es por razones de la supervivencia de las nuevas generaciones debido a la crisis climática que reporta la ciencia.

Hablar de energía en la actualidad es un tema controversial porque somos un país petrolero que por décadas ha dependido principalmente de ésta actividad. Hay que reconocer que han significado beneficios macroeconómicos al país, pero también ha sido un detonante para hacer mas grande la brecha entre la pobreza y riqueza de quienes habitamos en los 5 estados productores de petróleo y los 6 estados con instalaciones para la refinación,

Sin embargo, la tan anunciada bonanza de la actividad petrolera por décadas ha modificado los escenarios naturales en diversas regiones, causando severos daños a la naturaleza y al medio ambiente, sin soslayar los datos ocultos que ha ocasionado a la salud humana en las comunidades cercanas y daños a su patrimonio. Nunca he alcanzado a entender por qué en los sitios donde existen estas actividades productivas resultan ser comunidades con pobreza y son muy pocos los beneficiados

Habrá que intentar comprender que se ha perdido el balance entre los escenarios naturales, económicos y sociales, lo que representa un gran reto para nuestra y las siguientes generaciones de mexicanas y mexicanos. Ello implica una enorme oportunidad para los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, de los tres ordenes de gobierno, pero también representa que todos los sectores de la sociedad nos sumemos para enfrentar los cada vez mas grandes y complejos problemas del desequilibrio en los tres ejes del desarrollo sustentable, que por cierto son interdependientes e indisolubles.

Es indispensable recuperar las actividades productivas del campo y la pesca que le dieron tantas satisfacciones a las generaciones de nuestros abuelos, retomar las economías de barrio, hacer valer los derechos humanos e impulsar nuevamente formas de vida más amigables con el medio ambiente. Tenemos mucho por hacer, pero debemos iniciar por dejar de ser solo espectadores de los problemas y pasar a ser actores en parte de su solución.

México podría tener indicadores de desarrollo humano y social que representen un verdadero bienvivir de la gente, un vivir mejor. Para lo cual debemos cambiar varios paradigmas, dar nuevos rumbos a las inercias del pasado reciente y de las realidades actuales, bañadas de ideologías que le abonan a que sigamos prescindiendo nuestro derecho a vivir mejor, en un ambiente mas sano, justo, pacifico y sustentable, con gobernanza efectiva, transparencia y equidad.

Tenemos poco mas de 11 mil kilómetros de litoral, cerca de 4 millones de lagos y lagunas, existen mas de 51 ríos principales con sus afluentes y efluentes, hay un sistema montañoso con mas de 900 kilómetros en extensión y 130 de ancho en promedio, con altura promedio de 2,500 metros sobre el nivel del mar. Es decir, tenemos una amplia diversidad de ecosistemas con su flora y fauna.

La capacidad científica, técnica, administrativa y laboral es una más de nuestras fortalezas. ¿Porqué no romper con el paradigma de que nuestra economía dependa principalmente de la industria petrolera?, si bien México ya no es el “cuerno de la abundancia” que decían nuestros abuelos, pero aún disponemos de muchos escenarios naturales y fuerza laboral capacitada en las ciudades y en el campo para ser un país con altas posibilidades de acceder a índices de bienvivir dignos y justos de la población.

En el mundo las energías juegan un papel preponderante en la economía de los países y muchos de ellos, desde hace tres o cuatro décadas, han impulsado las energías renovables, limpias y eficientes, porque se han dado cuenta que de no hacerlo sería poner en riesgo toda forma de vida en 30 u 80 años.

En México hay antecedentes de energías renovables a baja escala a partir de 1889, fecha en la que entró en operación la primera hidroeléctrica en el estado de Chihuahua, que algunos consideran como energía renovable pero se desestima debido a los severos daños ecológicos en las regiones en donde se construyen. También es importante señalar que los recursos geotérmicos para la generación de electricidad se empezaron a aprovechar en 1959 en el Estado de Hidalgo.

Sin embargo, debido a las evidencias de la creciente contaminación y las tendencias del fenómeno climático a nivel mundial, en México en los años setentas México inicio con el impulso de las energías renovables, pues se consideraba fundamental reducir la contaminación por la producción y uso de los combustibles fósiles, comenzando en 1973 con la generación de energía mas limpia a través de la planta geotérmica en Baja California y habían de pasar 20 años más para que en 1994 se iniciara en Oaxaca con la construcción y operación del primer parque eólico y a partir de la primera década del nuevo siglo se inició con la instalación y operación de paneles solares, años después con el impulso de centrales eléctricas con tecnología fotovoltaica.

Pero este crecimiento que se dio desde principios de este siglo ha entrado en los últimos cuatro años en una pausa que solo se explica si se considera que tienen como origen razones de orden político y económico, dejando en segundo término los daños ambientales y efectos climáticos que provocan los gases efecto invernadero, que de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático representan en nuestro país tres cuartas partes por la producción y uso de las gasolinas, gas y carbono para la generación de electricidad y combustibles para toda forma de transportación y operación de maquinaria en ciertos procesos de producción.

A pesar de que se ha intentado modificar o hacer caso omiso el marco legal y a las políticas publicas de transición energética hacia la sustentabilidad, es necesario que desde la ciudadanía sigamos impulsando un mayor uso de energías renovables, incluyendo aquellas mas limpias y eficientes; no perdamos de vista otras fuentes de energía como el hidrogeno y la nuclear que favorecerán al medio ambiente y la salud humana. Les invito a que sumemos voluntades y multipliquemos esfuerzos de la sociedad para tener un México mas digno y limpio. Cambiemos con el paradigma de que el petróleo y el gas son las principales fuentes de nuestra economía. Escuchemos a la ciencia y demos una pausa a la naturaleza.

Villahermosa, Tabasco. A 4 de agosto de 2022.

“Un cambio de paradigma es un cambio en los supuestos básicos, o paradigmas, dentro de la teoría dominante de la ciencia. Contrasta con su idea de ciencia normal”.

Thomas Kuhn, 1962

.

Desde que existe vida en la tierra hace 4 mil 600 millones de años y los 200 mil años de que los investigadores citan al primer ser humano, se han aprovechado las diferentes fuentes de energía, en principio para su supervivencia y más recientemente para nuestro desarrollo económico y social. Los que estamos convencidos que se tiene que realizar la transición de las energías con base a combustibles fósiles hacia las energías menos contaminantes; estamos hablando que esta transición también es por razones de la supervivencia de las nuevas generaciones debido a la crisis climática que reporta la ciencia.

Hablar de energía en la actualidad es un tema controversial porque somos un país petrolero que por décadas ha dependido principalmente de ésta actividad. Hay que reconocer que han significado beneficios macroeconómicos al país, pero también ha sido un detonante para hacer mas grande la brecha entre la pobreza y riqueza de quienes habitamos en los 5 estados productores de petróleo y los 6 estados con instalaciones para la refinación,

Sin embargo, la tan anunciada bonanza de la actividad petrolera por décadas ha modificado los escenarios naturales en diversas regiones, causando severos daños a la naturaleza y al medio ambiente, sin soslayar los datos ocultos que ha ocasionado a la salud humana en las comunidades cercanas y daños a su patrimonio. Nunca he alcanzado a entender por qué en los sitios donde existen estas actividades productivas resultan ser comunidades con pobreza y son muy pocos los beneficiados

Habrá que intentar comprender que se ha perdido el balance entre los escenarios naturales, económicos y sociales, lo que representa un gran reto para nuestra y las siguientes generaciones de mexicanas y mexicanos. Ello implica una enorme oportunidad para los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, de los tres ordenes de gobierno, pero también representa que todos los sectores de la sociedad nos sumemos para enfrentar los cada vez mas grandes y complejos problemas del desequilibrio en los tres ejes del desarrollo sustentable, que por cierto son interdependientes e indisolubles.

Es indispensable recuperar las actividades productivas del campo y la pesca que le dieron tantas satisfacciones a las generaciones de nuestros abuelos, retomar las economías de barrio, hacer valer los derechos humanos e impulsar nuevamente formas de vida más amigables con el medio ambiente. Tenemos mucho por hacer, pero debemos iniciar por dejar de ser solo espectadores de los problemas y pasar a ser actores en parte de su solución.

México podría tener indicadores de desarrollo humano y social que representen un verdadero bienvivir de la gente, un vivir mejor. Para lo cual debemos cambiar varios paradigmas, dar nuevos rumbos a las inercias del pasado reciente y de las realidades actuales, bañadas de ideologías que le abonan a que sigamos prescindiendo nuestro derecho a vivir mejor, en un ambiente mas sano, justo, pacifico y sustentable, con gobernanza efectiva, transparencia y equidad.

Tenemos poco mas de 11 mil kilómetros de litoral, cerca de 4 millones de lagos y lagunas, existen mas de 51 ríos principales con sus afluentes y efluentes, hay un sistema montañoso con mas de 900 kilómetros en extensión y 130 de ancho en promedio, con altura promedio de 2,500 metros sobre el nivel del mar. Es decir, tenemos una amplia diversidad de ecosistemas con su flora y fauna.

La capacidad científica, técnica, administrativa y laboral es una más de nuestras fortalezas. ¿Porqué no romper con el paradigma de que nuestra economía dependa principalmente de la industria petrolera?, si bien México ya no es el “cuerno de la abundancia” que decían nuestros abuelos, pero aún disponemos de muchos escenarios naturales y fuerza laboral capacitada en las ciudades y en el campo para ser un país con altas posibilidades de acceder a índices de bienvivir dignos y justos de la población.

En el mundo las energías juegan un papel preponderante en la economía de los países y muchos de ellos, desde hace tres o cuatro décadas, han impulsado las energías renovables, limpias y eficientes, porque se han dado cuenta que de no hacerlo sería poner en riesgo toda forma de vida en 30 u 80 años.

En México hay antecedentes de energías renovables a baja escala a partir de 1889, fecha en la que entró en operación la primera hidroeléctrica en el estado de Chihuahua, que algunos consideran como energía renovable pero se desestima debido a los severos daños ecológicos en las regiones en donde se construyen. También es importante señalar que los recursos geotérmicos para la generación de electricidad se empezaron a aprovechar en 1959 en el Estado de Hidalgo.

Sin embargo, debido a las evidencias de la creciente contaminación y las tendencias del fenómeno climático a nivel mundial, en México en los años setentas México inicio con el impulso de las energías renovables, pues se consideraba fundamental reducir la contaminación por la producción y uso de los combustibles fósiles, comenzando en 1973 con la generación de energía mas limpia a través de la planta geotérmica en Baja California y habían de pasar 20 años más para que en 1994 se iniciara en Oaxaca con la construcción y operación del primer parque eólico y a partir de la primera década del nuevo siglo se inició con la instalación y operación de paneles solares, años después con el impulso de centrales eléctricas con tecnología fotovoltaica.

Pero este crecimiento que se dio desde principios de este siglo ha entrado en los últimos cuatro años en una pausa que solo se explica si se considera que tienen como origen razones de orden político y económico, dejando en segundo término los daños ambientales y efectos climáticos que provocan los gases efecto invernadero, que de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático representan en nuestro país tres cuartas partes por la producción y uso de las gasolinas, gas y carbono para la generación de electricidad y combustibles para toda forma de transportación y operación de maquinaria en ciertos procesos de producción.

A pesar de que se ha intentado modificar o hacer caso omiso el marco legal y a las políticas publicas de transición energética hacia la sustentabilidad, es necesario que desde la ciudadanía sigamos impulsando un mayor uso de energías renovables, incluyendo aquellas mas limpias y eficientes; no perdamos de vista otras fuentes de energía como el hidrogeno y la nuclear que favorecerán al medio ambiente y la salud humana. Les invito a que sumemos voluntades y multipliquemos esfuerzos de la sociedad para tener un México mas digno y limpio. Cambiemos con el paradigma de que el petróleo y el gas son las principales fuentes de nuestra economía. Escuchemos a la ciencia y demos una pausa a la naturaleza.

Villahermosa, Tabasco. A 4 de agosto de 2022.