/ miércoles 11 de marzo de 2020

Eduardo del C. Hernández | Periodismo político, el desafío

«La política es demasiado importante como para dejársela a los políticos».

Konrad Adenauer, canciller y primer ministro de Alemania

El periodismo político contemporáneo no es cuestión menor cuando exige el exhaustivo rigor profesional, que involucra una investigación documentada para tener todos los cabos atados del tema y/o personajes involucrados, estructurando una información debidamente sustentada en cualquiera de sus géneros para exponerla con argumentos a aquella opinión pública genuina, que con criterio le permita generar sus propios juicios de valor respecto de los pros y contra a sus intereses.

Desde luego, no se admiten siquiera el menor de las equivocaciones ni conjetura alguna cuando este segmento de público meta, versado del periodismo político, espera con certeza tener en la verosimilitud de los acontecimientos, una narrativa auténtica que le permita tomar decisiones asertivas que impactarán a su ámbito de injerencia, dentro de la esfera socioeconómica y en otras vertebraciones colectivas.

Ahora más que antes se requiere de proveer una información fidedigna asumiendo que no se puede admitir ser cómplice de la vorágine de noticias falsas: las «fake news», sensibles a una sociedad globalizada por el internet y las redes sociales.

Marshall McLuhan, filósofo canadiense y reconocido teórico de la comunicación, con el concepto «aldea global», supo prever en 1968 el futuro, que discurridos lustros subsecuentes se concretaría en la década de los 90’s del siglo XX en permanente evolución hasta lo que hoy se tiene.

La política -guste a unos y a otros no- en el entramado de lo público social es transversal; se involucra en los otros ámbitos que convergen en la hoja de ruta de un país y el mundo. Por ello la importancia de que todas las colectividades participen informándose para comprender el mundo con el que se despiertan cada día, distinto uno de otro.

En palabras de Nicholas Murray Butle, influyente político del partido republicano de Estados Unidos de mitad del siglo XX: «El mundo se divide en tres categorías de personas: un muy pequeño número que produce acontecimientos, un grupo un poco más grande que asegura la ejecución y mira como acontecen, y por fin una amplia mayoría que no sabe nunca lo que ha ocurrido en realidad».

El periodismo político en este contexto cobra una trascendental relevancia para quienes lo ejercen; están obligados a ser perfiles que con convicción estén decididos a consagrar el tiempo que corresponde por indagar más allá del dato así como de los posicionamientos institucionales o bien a título personal del actor público.

Se desempeñe en los roles del periodismo informativo, de opinión, o bien en análisis político, el profesional de este apasionante mundo debe ser capaz de desarrollar en las artes de ser un acucioso letrado, interesado en participar de los programas académicos que le permitirán ensanchar su horizonte de crecimiento en la esfera de estar actualizado para comprender los eventos.

No cualquiera -como los periodistas sí- tiene la oportunidad de estar en un sitio privilegiado para atestiguar, además de consignar fehacientemente, sin censura ni autocensura, los acontecimientos que forman parte de la historia de una nación, a través de quienes inciden en la toma de decisiones que -para bien y/o para mal- marcan el rumbo de un núcleo social, en donde éstos de igual manera tendrán mucho de corresponsabilidad mediante su activismo o pasividad, con sus consecuencias.

Eduardo del C. Hernández / Egresado fundador de la Licenciatura en Comunicación

«La política es demasiado importante como para dejársela a los políticos».

Konrad Adenauer, canciller y primer ministro de Alemania

El periodismo político contemporáneo no es cuestión menor cuando exige el exhaustivo rigor profesional, que involucra una investigación documentada para tener todos los cabos atados del tema y/o personajes involucrados, estructurando una información debidamente sustentada en cualquiera de sus géneros para exponerla con argumentos a aquella opinión pública genuina, que con criterio le permita generar sus propios juicios de valor respecto de los pros y contra a sus intereses.

Desde luego, no se admiten siquiera el menor de las equivocaciones ni conjetura alguna cuando este segmento de público meta, versado del periodismo político, espera con certeza tener en la verosimilitud de los acontecimientos, una narrativa auténtica que le permita tomar decisiones asertivas que impactarán a su ámbito de injerencia, dentro de la esfera socioeconómica y en otras vertebraciones colectivas.

Ahora más que antes se requiere de proveer una información fidedigna asumiendo que no se puede admitir ser cómplice de la vorágine de noticias falsas: las «fake news», sensibles a una sociedad globalizada por el internet y las redes sociales.

Marshall McLuhan, filósofo canadiense y reconocido teórico de la comunicación, con el concepto «aldea global», supo prever en 1968 el futuro, que discurridos lustros subsecuentes se concretaría en la década de los 90’s del siglo XX en permanente evolución hasta lo que hoy se tiene.

La política -guste a unos y a otros no- en el entramado de lo público social es transversal; se involucra en los otros ámbitos que convergen en la hoja de ruta de un país y el mundo. Por ello la importancia de que todas las colectividades participen informándose para comprender el mundo con el que se despiertan cada día, distinto uno de otro.

En palabras de Nicholas Murray Butle, influyente político del partido republicano de Estados Unidos de mitad del siglo XX: «El mundo se divide en tres categorías de personas: un muy pequeño número que produce acontecimientos, un grupo un poco más grande que asegura la ejecución y mira como acontecen, y por fin una amplia mayoría que no sabe nunca lo que ha ocurrido en realidad».

El periodismo político en este contexto cobra una trascendental relevancia para quienes lo ejercen; están obligados a ser perfiles que con convicción estén decididos a consagrar el tiempo que corresponde por indagar más allá del dato así como de los posicionamientos institucionales o bien a título personal del actor público.

Se desempeñe en los roles del periodismo informativo, de opinión, o bien en análisis político, el profesional de este apasionante mundo debe ser capaz de desarrollar en las artes de ser un acucioso letrado, interesado en participar de los programas académicos que le permitirán ensanchar su horizonte de crecimiento en la esfera de estar actualizado para comprender los eventos.

No cualquiera -como los periodistas sí- tiene la oportunidad de estar en un sitio privilegiado para atestiguar, además de consignar fehacientemente, sin censura ni autocensura, los acontecimientos que forman parte de la historia de una nación, a través de quienes inciden en la toma de decisiones que -para bien y/o para mal- marcan el rumbo de un núcleo social, en donde éstos de igual manera tendrán mucho de corresponsabilidad mediante su activismo o pasividad, con sus consecuencias.

Eduardo del C. Hernández / Egresado fundador de la Licenciatura en Comunicación