/ martes 5 de febrero de 2019

Ediles: ¿no roban, no mienten y no traicionan?

Los 17 alcaldes de Tabasco llegaron a sus primeros cuatro meses de gestión. Al comparar el posicionamiento que en el mismo tiempo tenían sus antecesores, se aprecia que su imagen y desempeño -salvo uno, dos, quizá tres excepciones- es desastrosa, para la desgracia de sus gobernados.

La administración de Adán Augusto López Hernández, a su vez, ha iniciado su segundo mes en condiciones muy complicadas en lo financiero, aunque su caso es diferente en cuanto a percepción ciudadana, cuando se considera la profunda crisis que le heredó el multicitado ex gobernante corrupto.

En tal coyuntura estuvo en Tabasco de nueva cuenta el Presidente Andrés López Obrador y no escatimó expresiones de afecto, reconocimiento y compromiso hacia quien llamó “mi hermano”. Vino a poner en marcha Sembrando Vida.

Se pudo corroborar que con todo y el golpeteo mediático del que ha sido blanco por las acciones emprendidas durante los dos primeros meses del sexenio, la muy alta expectativa política se mantiene a favor suyo.

Con una cuesta de enero que pasó a ser la de febrero (como ya se ha vivido en años anteriores) Obrador es visto aquí como la última oportunidad que tenemos de salir del muy hondo barranco en que caímos; de la pesadilla por la que atraviesan lo mismo los pobres, que los clasemedieros y también los inversionistas, en momentos en que el INEGI reportó que la desaceleración económica local -recesión, pues- alcanzó los menos 6.3 puntos.

Resulta entonces reiterativo señalar que hay mucha gente en serias dificultades para sobrevivir, al tiempo que las administraciones municipales y la estatal carecen de recursos suficientes para atender incluso requerimientos básicos, tal como sucede en el sector salud: la crisis hospitalaria se prolonga porque no se dispone de lo fundamental: suficiente dinero, mucho dinero.

¿Cuándo llegará el alivio? Evidentemente, Obrador tiene toda la voluntad política, toda la determinación de inyectarle a Tabasco recursos frescos que abatan los problemas y nos encaminen pronto hacia la salida de la crisis.

Pero no se puede soslayar el hecho de que el gobierno federal encontró, por su parte, una administración con datos macroeconómicos en apariencia buenos, pero que esconden la bancarrota ya citada por Obrador.

Así las cosas, cada quien hace lo que puede, hasta donde se puede. En última instancia, habrá que tener paciencia y recordar que todo inicio sexenal ha sido complicado y ahora, después de tanto saqueo, de tanto abuso, la problemática no podría ser menor.

No obstante, a la espera de los buenos resultados de gobierno en todos los niveles, hay aspectos que no deben descuidar las nuevas autoridades: mantener permanente comunicación con los ciudadanos y, como bien señaló “ya saben quién”: no robar, no mentir y no traicionar.

Los y las presidentas municipales debieron escuchar hace varios meses esa y otra lectura de cartilla: no utilizar la nómina como pista de aterrizaje para parientes y cuates, lo cual, lamentablemente, hoy casi todos desatienden, haciéndole daño con ello al Presidente Obrador, al gobernador Adán y, en general, al proyecto político a favor del cual votó la mayoría ciudadana el primero de julio.

Nos queda claro que debe meterse orden en ese rubro; que resulta apremiante el jalón de orejas, el ultimátum, a los nuevos alcaldes corruptos, porque están incurriendo en los abusos de poder que tanto se reprocharon a sus antecesores.

El colmo es ese edil de la región de los ríos que vendió a la Superior el carnaval y convirtió a nuestra principal ciudad fronteriza en gigantesca cantina.

Los 17 alcaldes de Tabasco llegaron a sus primeros cuatro meses de gestión. Al comparar el posicionamiento que en el mismo tiempo tenían sus antecesores, se aprecia que su imagen y desempeño -salvo uno, dos, quizá tres excepciones- es desastrosa, para la desgracia de sus gobernados.

La administración de Adán Augusto López Hernández, a su vez, ha iniciado su segundo mes en condiciones muy complicadas en lo financiero, aunque su caso es diferente en cuanto a percepción ciudadana, cuando se considera la profunda crisis que le heredó el multicitado ex gobernante corrupto.

En tal coyuntura estuvo en Tabasco de nueva cuenta el Presidente Andrés López Obrador y no escatimó expresiones de afecto, reconocimiento y compromiso hacia quien llamó “mi hermano”. Vino a poner en marcha Sembrando Vida.

Se pudo corroborar que con todo y el golpeteo mediático del que ha sido blanco por las acciones emprendidas durante los dos primeros meses del sexenio, la muy alta expectativa política se mantiene a favor suyo.

Con una cuesta de enero que pasó a ser la de febrero (como ya se ha vivido en años anteriores) Obrador es visto aquí como la última oportunidad que tenemos de salir del muy hondo barranco en que caímos; de la pesadilla por la que atraviesan lo mismo los pobres, que los clasemedieros y también los inversionistas, en momentos en que el INEGI reportó que la desaceleración económica local -recesión, pues- alcanzó los menos 6.3 puntos.

Resulta entonces reiterativo señalar que hay mucha gente en serias dificultades para sobrevivir, al tiempo que las administraciones municipales y la estatal carecen de recursos suficientes para atender incluso requerimientos básicos, tal como sucede en el sector salud: la crisis hospitalaria se prolonga porque no se dispone de lo fundamental: suficiente dinero, mucho dinero.

¿Cuándo llegará el alivio? Evidentemente, Obrador tiene toda la voluntad política, toda la determinación de inyectarle a Tabasco recursos frescos que abatan los problemas y nos encaminen pronto hacia la salida de la crisis.

Pero no se puede soslayar el hecho de que el gobierno federal encontró, por su parte, una administración con datos macroeconómicos en apariencia buenos, pero que esconden la bancarrota ya citada por Obrador.

Así las cosas, cada quien hace lo que puede, hasta donde se puede. En última instancia, habrá que tener paciencia y recordar que todo inicio sexenal ha sido complicado y ahora, después de tanto saqueo, de tanto abuso, la problemática no podría ser menor.

No obstante, a la espera de los buenos resultados de gobierno en todos los niveles, hay aspectos que no deben descuidar las nuevas autoridades: mantener permanente comunicación con los ciudadanos y, como bien señaló “ya saben quién”: no robar, no mentir y no traicionar.

Los y las presidentas municipales debieron escuchar hace varios meses esa y otra lectura de cartilla: no utilizar la nómina como pista de aterrizaje para parientes y cuates, lo cual, lamentablemente, hoy casi todos desatienden, haciéndole daño con ello al Presidente Obrador, al gobernador Adán y, en general, al proyecto político a favor del cual votó la mayoría ciudadana el primero de julio.

Nos queda claro que debe meterse orden en ese rubro; que resulta apremiante el jalón de orejas, el ultimátum, a los nuevos alcaldes corruptos, porque están incurriendo en los abusos de poder que tanto se reprocharon a sus antecesores.

El colmo es ese edil de la región de los ríos que vendió a la Superior el carnaval y convirtió a nuestra principal ciudad fronteriza en gigantesca cantina.