/ sábado 10 de julio de 2021

Democracia virtual | Victorias que denigran y derrotas que enaltecen

En la elección del 6 de junio pasaron algunas cosas bastante raras: Morena ganó la mayoría de las gubernaturas y congresos locales donde no gobernaba y perdió la mayoría en la Cámara de Diputados federal; ganó en Campeche, bastión del PRI, y perdió la mayor parte de las alcaldías en la ciudad de México, baluarte del partido vino tinto. Debiera presumir sus triunfos y no los cacarea porque pareciera que moralmente son ilegítimos.

Por ejemplo, en Tabasco, Ana Luisa Castellanos Hernández, abanderada del PRD, le “refinó” una derrota que, para efecto de la 4T, es emblemática, pues en el municipio de Paraíso se construye la Refinería Dos Bocas, y la candidata de lujo, Beatriz Milland Pérez, ex presidenta de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, mordió el polvo en una localidad que fue gobernada tres años por Morena. No es alarde, pero en su momento dijimos que Jesús Alejandro Almeida era quien garantizaba el triunfo al partido en el poder en esa localidad.

Quienes son observadores de los detalles electorales señalan que, en esta contienda, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador puso en marcha un ejercicio que en 2024 lo podría perpetuar en el poder. En esta ocasión el presidente de México habilitó a las policías municipales y estatales en entidades donde su partido es gobierno y, donde no, puso en marcha un operativo con elementos de la Guardia Nacional para que contuvieran a operadores de la oposición y dejarán en total libertad a los "mapaches" de Morena. Eso le permitió resultados favorables; sin considerar el apoyo del crimen organizado que denunció Silvano Aureoles. Eso ya sería un exceso.

Se comprobó también, al menos en Tabasco, que dos ex gobernadores bastante populares no pudieron ganar la alcaldía de Centro frente a una candidata impopular que les propinó una derrota de tres a uno, porque quienes ahora tienen el poder lo ejercieron como en su momento lo hicieron quienes fueron derrotados, probablemente, con las mismas armas del pasado solo que ahora reforzadas verdaderamente con el Estado.

A estas alturas ya no hay queja que valga, aquí el que ganó, ganó, y el que perdió, perdió, como dijo el ex gobernador de Tabasco, Manuel Andrade Díaz, cuando en 2003 el PRI cayó en algunos municipios y en varias diputaciones locales. Aunque en el INE han encontrado una cantidad extraordinaria de anomalías, es seguro que al final de cuentas van a cuadrar todo y no va a pasar nada.

Ahora bien, el pasado 6 de junio López Obrador no solo fue derrotado electoralmente al perder la mayoría en la Cámara de Diputados y en las alcaldías de la Ciudad de México donde millones le dijeron no a su proyecto, también fue derrotado moralmente porque ahora tendrá que negociar con partidos de oposición para obtener mayoría en materia legislativa y ahí el método puede no ser muy transparente.

¿Cómo va a negociar? ¿Los va a convencer con pura labia o tendrá que echar mano a los billetazos que sus antecesores utilizaron para persuadir a la oposición? ¿Cómo se sentará a negociar con el Partido Verde después que ha criticado e insultado a sus líderes y dueños? Será interesante ver la forma en que el incorruptible podría corromper a los corruptos y cómo el inmensamente moral se convertiría en inmoral para continuar su proyecto.

La gubernatura de Nuevo León se consideró la “joya de la corona” en los comicios del 6 de junio y, sin embargo, Morena la perdió frente a Samuel García Sepúlveda, de Movimiento Ciudadano, a quien intentaron descarrilar por todos los medios pero no pudieron. Eso quiere decir que la capital económica del país no está de acuerdo con el gobierno actual del partido vino tinto. Hace tres días se reunieron ambos. El presidente fue muy cálido con Samuel y éste salió loco de contento del Palacio Nacional.

El pueblo se irá desanimando y la 4T languideciendo, de tal forma que en 2024 muy probablemente la gente saldrá a votar masivamente por un nuevo proyecto que le ofrezca garantías para vivir mejor, más seguros, con empleo, menos corrupción e impunidad, acceso a la salud, la educación, desarrollo; en fin, muchas cosas. El punto es ¿estará dispuesto López Obrador a dejar el poder por la vía pacífica y democrática, o tendrá planeado usar otros métodos para que Morena permanezca en la presidencia? El ensayo le salió bien.

En la elección del 6 de junio pasaron algunas cosas bastante raras: Morena ganó la mayoría de las gubernaturas y congresos locales donde no gobernaba y perdió la mayoría en la Cámara de Diputados federal; ganó en Campeche, bastión del PRI, y perdió la mayor parte de las alcaldías en la ciudad de México, baluarte del partido vino tinto. Debiera presumir sus triunfos y no los cacarea porque pareciera que moralmente son ilegítimos.

Por ejemplo, en Tabasco, Ana Luisa Castellanos Hernández, abanderada del PRD, le “refinó” una derrota que, para efecto de la 4T, es emblemática, pues en el municipio de Paraíso se construye la Refinería Dos Bocas, y la candidata de lujo, Beatriz Milland Pérez, ex presidenta de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, mordió el polvo en una localidad que fue gobernada tres años por Morena. No es alarde, pero en su momento dijimos que Jesús Alejandro Almeida era quien garantizaba el triunfo al partido en el poder en esa localidad.

Quienes son observadores de los detalles electorales señalan que, en esta contienda, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador puso en marcha un ejercicio que en 2024 lo podría perpetuar en el poder. En esta ocasión el presidente de México habilitó a las policías municipales y estatales en entidades donde su partido es gobierno y, donde no, puso en marcha un operativo con elementos de la Guardia Nacional para que contuvieran a operadores de la oposición y dejarán en total libertad a los "mapaches" de Morena. Eso le permitió resultados favorables; sin considerar el apoyo del crimen organizado que denunció Silvano Aureoles. Eso ya sería un exceso.

Se comprobó también, al menos en Tabasco, que dos ex gobernadores bastante populares no pudieron ganar la alcaldía de Centro frente a una candidata impopular que les propinó una derrota de tres a uno, porque quienes ahora tienen el poder lo ejercieron como en su momento lo hicieron quienes fueron derrotados, probablemente, con las mismas armas del pasado solo que ahora reforzadas verdaderamente con el Estado.

A estas alturas ya no hay queja que valga, aquí el que ganó, ganó, y el que perdió, perdió, como dijo el ex gobernador de Tabasco, Manuel Andrade Díaz, cuando en 2003 el PRI cayó en algunos municipios y en varias diputaciones locales. Aunque en el INE han encontrado una cantidad extraordinaria de anomalías, es seguro que al final de cuentas van a cuadrar todo y no va a pasar nada.

Ahora bien, el pasado 6 de junio López Obrador no solo fue derrotado electoralmente al perder la mayoría en la Cámara de Diputados y en las alcaldías de la Ciudad de México donde millones le dijeron no a su proyecto, también fue derrotado moralmente porque ahora tendrá que negociar con partidos de oposición para obtener mayoría en materia legislativa y ahí el método puede no ser muy transparente.

¿Cómo va a negociar? ¿Los va a convencer con pura labia o tendrá que echar mano a los billetazos que sus antecesores utilizaron para persuadir a la oposición? ¿Cómo se sentará a negociar con el Partido Verde después que ha criticado e insultado a sus líderes y dueños? Será interesante ver la forma en que el incorruptible podría corromper a los corruptos y cómo el inmensamente moral se convertiría en inmoral para continuar su proyecto.

La gubernatura de Nuevo León se consideró la “joya de la corona” en los comicios del 6 de junio y, sin embargo, Morena la perdió frente a Samuel García Sepúlveda, de Movimiento Ciudadano, a quien intentaron descarrilar por todos los medios pero no pudieron. Eso quiere decir que la capital económica del país no está de acuerdo con el gobierno actual del partido vino tinto. Hace tres días se reunieron ambos. El presidente fue muy cálido con Samuel y éste salió loco de contento del Palacio Nacional.

El pueblo se irá desanimando y la 4T languideciendo, de tal forma que en 2024 muy probablemente la gente saldrá a votar masivamente por un nuevo proyecto que le ofrezca garantías para vivir mejor, más seguros, con empleo, menos corrupción e impunidad, acceso a la salud, la educación, desarrollo; en fin, muchas cosas. El punto es ¿estará dispuesto López Obrador a dejar el poder por la vía pacífica y democrática, o tendrá planeado usar otros métodos para que Morena permanezca en la presidencia? El ensayo le salió bien.