/ jueves 13 de agosto de 2020

De Primera Mano | El “grupo Buchanan’s” de Morena

Por lo general en el segundo año de una administración se conserva buena parte de la aprobación con la que llegan al poder las autoridades. El declive empieza en el cuarto año y en el quinto se agudiza. Hoy día hay datos que apuntan al descrédito a destiempo mientras crece la soberbia oficial.

Hay actitudes que muestran que la cabeza anda perdida:

1.- Un año antes de las elecciones de 2012, cuando era evidente que el PRI ya era un partido insepulto, priístas importantes se acercaron al gobernador Andrés Granier Melo para preguntarle qué haría para mantener el poder; el exmandatario Roberto Madrazo Pintado fue uno de los que platicó con el inquilino de la Quinta Grijalva.

Las encuestas demostraban que el Revolucionario Institucional iba en caída libre y que no tenía oportunidad de crecer. Pero Granier sonrió pícaramente cuando le contestó a Madrazo con un gesto de su dedo índice apuntando hacia su propio pecho.

El entonces jefe del Ejecutivo parecía sentirse satisfecho de que su popularidad sería el antídoto para revertir el desplome del tricolor.

2.- El 20 de noviembre de 2017, durante el desfile deportivo en Villahermosa, un grupo de maestras protestó ante el gobernador Arturo Núñez Jiménez. El contingente femenino se acercó al palco que ocupaba y lo cuestionó:

–Señor gobernador, no vemos el cambio que usted prometió en campaña –le soltaron en la cara.

–Pues si no lo miran vayan al oculista y cómprense unos lentes –les respondió el marido de Martha Lilia López Aguilera, quien siempre escoltaba en los principales actos oficiales al letrado perredista.

Con Granier en 2011 y con Núñez en 2017 se pudo observar que las cabezas de un gobierno son los últimos en enterarse que el pueblo los repudia.

El priísta terminó con un rechazo de 80 por ciento, lo que significó que ocho de cada 10 tabasqueños lo despreciaban; mientras el “político de izquierda” se fue al basurero de la historia con una reprobación del 90 por ciento, lo cual nunca antes se había visto en la historia de Tabasco.

3.- Estos episodios vienen a cuenta porque en las últimas semanas en el régimen de la llamada ‘Cuarta transformación’ ha comenzado a sentirse la misma confianza que en su momento sintieron Granier y Núñez.

En chats de mensajería instantánea, funcionarios del gobierno de Adán Augusto López Hernández han comenzado a sembrar la idea de que en Tabasco la 4T va a gobernar ¡tres sexenios!

En broma a los servidores públicos que se la viven en redes sociales abanderando esas causas imposibles ya los conocen como los ‘Buchanan’s’, por eso de los 18 años de añejamiento del whisky.

Decir que a la actual administración le quedan 12 años en el poder es un despropósito del tamaño del mundo: las encuestas previas al año electoral no ponen al partido en el gobierno con la misma holgura que llegó a 2017.

Es cierto que el presidente Andrés Manuel López Obrador ya no tiene la misma aceptación con que ganó en 2018, pero tampoco se encuentra en niveles altos de rechazo.

Sin embargo, la popularidad de AMLO no es la misma del gobernador de Tabasco.

Por eso no se entiende esa borrachera de algunos cuadros de la 4T que pierden tiempo “operando” en redes sociales para acrecentar la imagen del jefe.

El problema es que si los autores de la campaña de los “18 años en el poder” en verdad creen que el respaldo ciudadano al gobierno les dará para perpetuarse dos sexenios más, entonces hay un serio problema de miopía política.

Por lo general en el segundo año de una administración se conserva buena parte de la aprobación con la que llegan al poder las autoridades. El declive empieza en el cuarto año y en el quinto se agudiza. Hoy día hay datos que apuntan al descrédito a destiempo mientras crece la soberbia oficial.

Hay actitudes que muestran que la cabeza anda perdida:

1.- Un año antes de las elecciones de 2012, cuando era evidente que el PRI ya era un partido insepulto, priístas importantes se acercaron al gobernador Andrés Granier Melo para preguntarle qué haría para mantener el poder; el exmandatario Roberto Madrazo Pintado fue uno de los que platicó con el inquilino de la Quinta Grijalva.

Las encuestas demostraban que el Revolucionario Institucional iba en caída libre y que no tenía oportunidad de crecer. Pero Granier sonrió pícaramente cuando le contestó a Madrazo con un gesto de su dedo índice apuntando hacia su propio pecho.

El entonces jefe del Ejecutivo parecía sentirse satisfecho de que su popularidad sería el antídoto para revertir el desplome del tricolor.

2.- El 20 de noviembre de 2017, durante el desfile deportivo en Villahermosa, un grupo de maestras protestó ante el gobernador Arturo Núñez Jiménez. El contingente femenino se acercó al palco que ocupaba y lo cuestionó:

–Señor gobernador, no vemos el cambio que usted prometió en campaña –le soltaron en la cara.

–Pues si no lo miran vayan al oculista y cómprense unos lentes –les respondió el marido de Martha Lilia López Aguilera, quien siempre escoltaba en los principales actos oficiales al letrado perredista.

Con Granier en 2011 y con Núñez en 2017 se pudo observar que las cabezas de un gobierno son los últimos en enterarse que el pueblo los repudia.

El priísta terminó con un rechazo de 80 por ciento, lo que significó que ocho de cada 10 tabasqueños lo despreciaban; mientras el “político de izquierda” se fue al basurero de la historia con una reprobación del 90 por ciento, lo cual nunca antes se había visto en la historia de Tabasco.

3.- Estos episodios vienen a cuenta porque en las últimas semanas en el régimen de la llamada ‘Cuarta transformación’ ha comenzado a sentirse la misma confianza que en su momento sintieron Granier y Núñez.

En chats de mensajería instantánea, funcionarios del gobierno de Adán Augusto López Hernández han comenzado a sembrar la idea de que en Tabasco la 4T va a gobernar ¡tres sexenios!

En broma a los servidores públicos que se la viven en redes sociales abanderando esas causas imposibles ya los conocen como los ‘Buchanan’s’, por eso de los 18 años de añejamiento del whisky.

Decir que a la actual administración le quedan 12 años en el poder es un despropósito del tamaño del mundo: las encuestas previas al año electoral no ponen al partido en el gobierno con la misma holgura que llegó a 2017.

Es cierto que el presidente Andrés Manuel López Obrador ya no tiene la misma aceptación con que ganó en 2018, pero tampoco se encuentra en niveles altos de rechazo.

Sin embargo, la popularidad de AMLO no es la misma del gobernador de Tabasco.

Por eso no se entiende esa borrachera de algunos cuadros de la 4T que pierden tiempo “operando” en redes sociales para acrecentar la imagen del jefe.

El problema es que si los autores de la campaña de los “18 años en el poder” en verdad creen que el respaldo ciudadano al gobierno les dará para perpetuarse dos sexenios más, entonces hay un serio problema de miopía política.