/ sábado 30 de marzo de 2019

De ‘prensa vendida’ a ‘prensa fifí’

Hace 7 años, en este mismo espacio, se comentó que Andrés Manuel López Obrador, desde 1988, “se dio cuenta que la única manera de prosperar en el mundo de la política era emular a los artistas que viven del escándalo mediático para ganar espacios gratuitos y acrecentar su fama, solo que sus actos han perjudicado a terceros, a los largo de 23 años, y han causado una terrible división entre millones de mexicanos que creen en sus mitos.

“Después de haber perdido la gubernatura en 1988 frente al extinto priista Salvador Neme Castillo, en el ‘edén del trópico’, López Obrador inició una serie de acciones entra las cuales la historia registra marchas, plantones, mítines, cierres de carreteras federales y bloqueo a pozos petroleros en el Sureste mexicano, pero eso no habría tenido impacto sin la ayuda de los medios de comunicación a los cuales acusó de vendidos con el régimen priista, para que, lastimados en su orgullo, le dieran los espacios que hasta hoy conserva en Tabasco, México y el mundo”. Hasta aquí un fragmento de aquella columna.

Al crecer Andrés Manuel y colocarse en el plano nacional, usó la misma estrategia que al principio en su estado natal, solo que como candidato y ahora presidente de la república, cambió aquella arenga de: “¡prensa vendida cuéntanos bien, no somos uno no somos cien!” por la de “prensa fifí”, en referencia a periodistas que, a su criterio, no respaldan los dichos que quiere magnificar en el país y, por el contrario, critican algunos de sus proyectos a los que algunos analistas suelen llamar “ocurrencias”.

Muy probablemente el presidente de México tiene calculado todo y busca entretener a medios de comunicación y sociedad en general en temas irrelevantes, para que, con toda la tranquilidad del mundo, su equipo trabaje en lo que para él es verdaderamente importante. Pregunto ¿qué importancia tiene exigir a los españoles que se disculpen con México por las atrocidades generadas por la conquista hace 500 años? Ninguna. Sería mejor que encarcelara y confiscara bienes a ex gobernantes que han saqueado las arcas nacionales a lo largo de la historia.

Sinceramente hay temas más importantes, tales como por ejemplo: la gasolina no ha bajado ni bajará de precio; del escándalo del “huachicol” no existe, hasta hoy, un solo responsable detenido; los recortes de personal en las dependencias gubernamentales son extraordinarios, en un país en el que lo más abundante es el desempleo; la economía no repunta y se mantiene tembleque ante acciones y declaraciones temerarias del presidente de México.

Lo malo de todo esto es que Andrés Manuel mantiene a una gran cantidad de medios de comunicación embelesados en sus conferencias mañaneras (esperan, quizá, un buen acuerdo publicitario) y analistas que tratan de encontrar la verdad, mientras el presidente de la república organiza una súper estructura con representantes de programas sociales, entre otros, para conquistar el éxito en su próxima consulta de revocación de mandato y, de esa forma, conservar la mayoría en el Congreso de la Unión y los gobiernos estatales, por si más adelante ocupa una reforma que adecúe la Constitución a sus intereses.

Hace 7 años, en este mismo espacio, se comentó que Andrés Manuel López Obrador, desde 1988, “se dio cuenta que la única manera de prosperar en el mundo de la política era emular a los artistas que viven del escándalo mediático para ganar espacios gratuitos y acrecentar su fama, solo que sus actos han perjudicado a terceros, a los largo de 23 años, y han causado una terrible división entre millones de mexicanos que creen en sus mitos.

“Después de haber perdido la gubernatura en 1988 frente al extinto priista Salvador Neme Castillo, en el ‘edén del trópico’, López Obrador inició una serie de acciones entra las cuales la historia registra marchas, plantones, mítines, cierres de carreteras federales y bloqueo a pozos petroleros en el Sureste mexicano, pero eso no habría tenido impacto sin la ayuda de los medios de comunicación a los cuales acusó de vendidos con el régimen priista, para que, lastimados en su orgullo, le dieran los espacios que hasta hoy conserva en Tabasco, México y el mundo”. Hasta aquí un fragmento de aquella columna.

Al crecer Andrés Manuel y colocarse en el plano nacional, usó la misma estrategia que al principio en su estado natal, solo que como candidato y ahora presidente de la república, cambió aquella arenga de: “¡prensa vendida cuéntanos bien, no somos uno no somos cien!” por la de “prensa fifí”, en referencia a periodistas que, a su criterio, no respaldan los dichos que quiere magnificar en el país y, por el contrario, critican algunos de sus proyectos a los que algunos analistas suelen llamar “ocurrencias”.

Muy probablemente el presidente de México tiene calculado todo y busca entretener a medios de comunicación y sociedad en general en temas irrelevantes, para que, con toda la tranquilidad del mundo, su equipo trabaje en lo que para él es verdaderamente importante. Pregunto ¿qué importancia tiene exigir a los españoles que se disculpen con México por las atrocidades generadas por la conquista hace 500 años? Ninguna. Sería mejor que encarcelara y confiscara bienes a ex gobernantes que han saqueado las arcas nacionales a lo largo de la historia.

Sinceramente hay temas más importantes, tales como por ejemplo: la gasolina no ha bajado ni bajará de precio; del escándalo del “huachicol” no existe, hasta hoy, un solo responsable detenido; los recortes de personal en las dependencias gubernamentales son extraordinarios, en un país en el que lo más abundante es el desempleo; la economía no repunta y se mantiene tembleque ante acciones y declaraciones temerarias del presidente de México.

Lo malo de todo esto es que Andrés Manuel mantiene a una gran cantidad de medios de comunicación embelesados en sus conferencias mañaneras (esperan, quizá, un buen acuerdo publicitario) y analistas que tratan de encontrar la verdad, mientras el presidente de la república organiza una súper estructura con representantes de programas sociales, entre otros, para conquistar el éxito en su próxima consulta de revocación de mandato y, de esa forma, conservar la mayoría en el Congreso de la Unión y los gobiernos estatales, por si más adelante ocupa una reforma que adecúe la Constitución a sus intereses.