Por Ximena Tenorio
La practica de la danza folclórica es una herramienta muy útil al momento de aprender sobre cultura, además sirve para un buen desarrollo motriz; una practica que ayuda a brindar seguridad y confianza al mismo tiempo que permite a quien la practica conectar con la historia, las costumbres y tradiciones de nuestro país. ¿Qué pasaría si se deja de impartir en el ámbito educativo?
Cualquiera pensaría que la comprensión y el respeto a la diversidad cultural están garantizados e involucrados en la educación artística, pero ello no necesariamente es así, debido a los nuevos enfoques que les han dado a las artes. La educación artística de alguna manera confirma saberes correspondientes a ciertas corrientes o sectores sociales, dejando muchas otras formas de expresión artísticas fuera de los espacios del saber. (Jiménez, et al, 2010)
Tal es el caso de México, que a pesar de la gran riqueza cultural y artística que posee específicamente en la música y en la danza, existen muy pocas escuelas de arte que formen también en los géneros tradicionales mencionados, además de los costos que manejan los cuales no son accesibles para todo público, dejando como única alternativa el aprendizaje artístico cultural en las instituciones educativas de nivel básico (preescolar, primaria y secundaria).
De acuerdo con Marco Antonio Acosta (1998) con el paso de los años, el quehacer de la danza en nuestro país se volvió dependiente a situaciones económicas, técnicas, artísticas y docentes. Muchas de las compañías o grupos que surgieron lo hacen para obtener el subsidio del gobierno por encima de la propagación de la cultura. Pero no bastan estos subsidios, ya que es necesario programar la actividad de la danza con mayor responsabilidad, pensando en el desarrollo artístico del país por encima de cualquier interés extra personal o subalterno.
La ausencia de una práctica consistente de danza folclórica en el nivel básico educativo en México es un tema que merece atención urgente. Esta carencia no solo representa una pérdida de conexión con la rica herencia cultural del país, sino que también priva a los estudiantes de los muchos beneficios que esta forma de expresión artística y tradición puede aportar.
En primer lugar, la danza folclórica es una parte intrínseca de la identidad mexicana. Al no fomentar su enseñanza en las escuelas, estamos poniendo en riesgo la transmisión de esta valiosa herencia a las generaciones futuras. La danza folclórica es un medio para mantener viva la historia y la diversidad cultural de México.
Además, la falta de dicha práctica priva a los estudiantes de una oportunidad única de desarrollo personal. Es una herramienta que fomenta la disciplina, la coordinación, la autoestima y el trabajo en equipo. Estas habilidades son fundamentales para el crecimiento de los jóvenes y para su éxito en la vida.
Retomando a Marco Antonio Acosta, la creación de la danza contempla múltiples compromisos, primordialmente una técnica que requiere aprendizaje, debido a esto, el folclore fue una preocupación permanente en la metodología de la enseñanza y su aplicación en la formación de profesionales especialistas en esta materia por la especificidad de su objeto de estudio y la naturaleza de la actividad, para que así se propagara de manera correcta.
Es por ello por lo que surgieron en el pasado escuelas dirigidas específicamente a este sector de la danza, Instituciones como la de Amalia Hernández y las del INBA (Instituto Nacional de Bellas Artes) las cuales han sido referentes para la creación de los programas de educación artística en las escuelas de nivel básico, medio y superior, sobre todo para los programas enfocados en danzas folclóricas, en los que la enseñanza va más allá del cuerpo y sus movimientos, pues se concibe como un legado cultural un patrimonio intangible y vivo que se debería que preservar.
Esta identidad que nos brinda el folclore es importante porque puede expresar lo nuestro, lo que somos, nos permite encontrar lo universal por medio de técnicas que, si se desarrollan de manera óptima podría llevar a la danza en México y a la sociedad misma a alcanzar mejores metas.
Pero, lamentablemente, muchos demeritan a la danza folclórica por su naturaleza, sobreponiendo otros estilos como la salsa, el merengue, la danza clásica, la danza contemporánea el reggaetón e incluso otros géneros poco conocidos; y de acuerdo con el director general del CENART, Ricardo Calderón Figueroa (2020) la danza folclórica no es menos exigente que cualquier otra disciplina dancística, pues en ese rigor de transformación de lo totalmente autóctono a darle un tratamiento coreográfico exige todavía un nivel de entrenamiento del cuerpo mucho más exigente que da como resultado una fuerte identidad cultural a quien la practique.
Es por ello, que la omisión de dicha danza en el ámbito educativo tendría también implicaciones en la promoción de la diversidad y la inclusión. Al excluir esta forma de expresión cultural, estamos perdiendo una oportunidad valiosa para celebrar y respetar las diferentes tradiciones presentes en México, lo que contribuye a una educación más completa y enriquecedora.
Por último, es esencial que las autoridades educativas reconozcan la importancia de la danza folclórica y tomen medidas para incorporarla nuevamente de manera más amplia en sus planes de estudio. Esto requerirá una asignación de recursos adecuada y el compromiso de los educadores para asegurar que esta forma de arte y cultura ocupe el lugar que le corresponde en la educación de los jóvenes mexicanos.
*Apoyo de El Heraldo de Tabasco a una estudiante universitaria.