/ lunes 7 de octubre de 2019

Cambios forzosos

A estas alturas del partido, el gobernador Adán Augusto López Hernández, está obligado no solo a implementar y aplicar nuevas estrategias de gobierno, sino también convencer a Andrés Manuel López Obrador de que los apoyos económicos de la Federación, no han dado los resultados esperados.

El exponencial desempleo, la imparable inseguridad pública, la crisis en el sector de la salud, y en otros rubros más de su administración que, por obvias y sobradas razones, se han convertido en las causas torales, de la creciente animadversión de los ciudadanos hacia su mandato constitucional, son la mejor prueba de que las cosas no andan nada bien.

De que la mayoría de las políticas públicas llevadas a cabo hasta ahora, no han funcionado de acuerdo a lo planeado. Y que afectan, en mayor o menor medida, el bolsillo de la población.

Si los escenarios continúan como hasta hoy, va a ser imposible que en las elecciones intermedias retengan las alcaldías y diputaciones federal y estatal que actualmente tienen.

Y no nada más el gobierno tiene que cambiar sus métodos de operación; también los partidos políticos opositores tendrán que hacer sus respectivos ajustes políticos, para aprovechar en las urnas las cascadas de errores gubernamentales, que deliberada o inopinadamente está cometiendo.

Que, de seguir dándose, estarían poniendo en bandeja de plata, las 17 alcaldías y las 21 diputaciones de mayoría relativa que se disputarán en el 2021.

Si el PRI y el PRD logran relevar aterciopeladamente sus dirigencias estatales, que, desde ahora, se ve dificilísimo, habrán dado un paso firme, para estar en mejores condiciones para la disputa que se avecina.

De lo contrario, van a ser de nueva cuenta avasallados, si no con el vendaval de julio de 2018, por la ausencia en las boletas electorales del paisano presidencial, sí, por culpa de sus mezquinos intereses grupales y personales.

Más aún, si el gobierno de Adán Augusto López Hernández logra en el 2020 aminorar el rápido desgaste gubernamental de su ejercicio público que, por ahora, está debiéndole mucho a la sociedad civil y política.

Al grado tal, que su desgaste en su primer año de gobierno es mayor que el que sufrió en el mismo periodo el inepto de Arturo Núñez Jiménez.

Los contextos, sin lugar a duda, son complicados, para unos y otros actores del quehacer político tabasqueño.

En los siguientes meses, veremos cuál de los dos supo aprovechar al máximo los desaciertos de sus adversarios, ya que de esto depende que la geografía política-electoral tenga un nuevo rostro en el 2021, tal y como ha ocurrido en las últimas décadas.

De lo que no hay duda, es que la actual situación de penuria por la que estamos atravesando desde hace años, no puede ni debe seguir como está.

Sería imperdonable.

El gobierno, como el responsable uno de todo lo que está ocurriendo, debe de hacer los ajustes en donde tenga qué hacerlo, para que no sigamos cayendo en picada libre y la oposición debe convertirse en una verdadera alternativa de solución.

Criticando, sí, pero de una manera constructiva.

Eso sí, reconociendo los aciertos, en donde los haya. Y en donde no, denunciándolos, sin miedo, sin cobardía, sin cortapisas.

“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”

(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)

Así como ya comenzaron los aspirantes a moverse, algunos abierta y otros de manera soterrada, para las presidencias municipales y curules federal y estatal y regidurías que estarán en juego en el 2012; así también los que aspiran a relevar en la rectoría a José Manuel Gutiérrez Piña, están haciendo lo suyo.

Mal harían que no lo hicieran, y menos cuando la elección es a mediadados del primer mes del próximo año.

Cuatro son los que se perfilan: Guillermo Narváez Osorio, Egla Cornelio Landero, Fernando Rabelo Hartmann y Miriam Carolina Martínez López.

Dicen que hasta el malagradecido ex funcionario granierista y desde hace algunos meses, director de la División Académica de Ciencias Económica y Administrativa (DACEA), Luis Manuel Govea.

A estas alturas del partido, el gobernador Adán Augusto López Hernández, está obligado no solo a implementar y aplicar nuevas estrategias de gobierno, sino también convencer a Andrés Manuel López Obrador de que los apoyos económicos de la Federación, no han dado los resultados esperados.

El exponencial desempleo, la imparable inseguridad pública, la crisis en el sector de la salud, y en otros rubros más de su administración que, por obvias y sobradas razones, se han convertido en las causas torales, de la creciente animadversión de los ciudadanos hacia su mandato constitucional, son la mejor prueba de que las cosas no andan nada bien.

De que la mayoría de las políticas públicas llevadas a cabo hasta ahora, no han funcionado de acuerdo a lo planeado. Y que afectan, en mayor o menor medida, el bolsillo de la población.

Si los escenarios continúan como hasta hoy, va a ser imposible que en las elecciones intermedias retengan las alcaldías y diputaciones federal y estatal que actualmente tienen.

Y no nada más el gobierno tiene que cambiar sus métodos de operación; también los partidos políticos opositores tendrán que hacer sus respectivos ajustes políticos, para aprovechar en las urnas las cascadas de errores gubernamentales, que deliberada o inopinadamente está cometiendo.

Que, de seguir dándose, estarían poniendo en bandeja de plata, las 17 alcaldías y las 21 diputaciones de mayoría relativa que se disputarán en el 2021.

Si el PRI y el PRD logran relevar aterciopeladamente sus dirigencias estatales, que, desde ahora, se ve dificilísimo, habrán dado un paso firme, para estar en mejores condiciones para la disputa que se avecina.

De lo contrario, van a ser de nueva cuenta avasallados, si no con el vendaval de julio de 2018, por la ausencia en las boletas electorales del paisano presidencial, sí, por culpa de sus mezquinos intereses grupales y personales.

Más aún, si el gobierno de Adán Augusto López Hernández logra en el 2020 aminorar el rápido desgaste gubernamental de su ejercicio público que, por ahora, está debiéndole mucho a la sociedad civil y política.

Al grado tal, que su desgaste en su primer año de gobierno es mayor que el que sufrió en el mismo periodo el inepto de Arturo Núñez Jiménez.

Los contextos, sin lugar a duda, son complicados, para unos y otros actores del quehacer político tabasqueño.

En los siguientes meses, veremos cuál de los dos supo aprovechar al máximo los desaciertos de sus adversarios, ya que de esto depende que la geografía política-electoral tenga un nuevo rostro en el 2021, tal y como ha ocurrido en las últimas décadas.

De lo que no hay duda, es que la actual situación de penuria por la que estamos atravesando desde hace años, no puede ni debe seguir como está.

Sería imperdonable.

El gobierno, como el responsable uno de todo lo que está ocurriendo, debe de hacer los ajustes en donde tenga qué hacerlo, para que no sigamos cayendo en picada libre y la oposición debe convertirse en una verdadera alternativa de solución.

Criticando, sí, pero de una manera constructiva.

Eso sí, reconociendo los aciertos, en donde los haya. Y en donde no, denunciándolos, sin miedo, sin cobardía, sin cortapisas.

“SQUOD SCRIPSI, SCRIPSI”

(LO ESCRITO, ESCRITO ESTÁ)

Así como ya comenzaron los aspirantes a moverse, algunos abierta y otros de manera soterrada, para las presidencias municipales y curules federal y estatal y regidurías que estarán en juego en el 2012; así también los que aspiran a relevar en la rectoría a José Manuel Gutiérrez Piña, están haciendo lo suyo.

Mal harían que no lo hicieran, y menos cuando la elección es a mediadados del primer mes del próximo año.

Cuatro son los que se perfilan: Guillermo Narváez Osorio, Egla Cornelio Landero, Fernando Rabelo Hartmann y Miriam Carolina Martínez López.

Dicen que hasta el malagradecido ex funcionario granierista y desde hace algunos meses, director de la División Académica de Ciencias Económica y Administrativa (DACEA), Luis Manuel Govea.