/ martes 12 de julio de 2022

Brega en el Edén | Los 100 años de LEA

Muchos de nosotros no nacíamos cuando asumió el poder, años después en la escuela, cuando fuimos conociendo la historia, nos enteramos de la represión y autoritarismo que representó su gobierno, de la matanza de Tlatelolco en 1968 y del Halconazo del 71, por citar lo que marcó su gestión y sin dejar de lado la devaluación del peso al final de su sexenio.

Sin funeral de Estado, sin homenajes, sin tumultos ni manifestaciones, ni siquiera protestas de quiénes se habían anticipado en redes sociales que lo harían, ningún operativo policiaco, solo con sus familiares y algunos políticos de la llamada vieja guardia, se llevó a cabo el funeral del expresidente Luis Echeverria Álvarez. El Partido Revolucionario Institucional, partido donde militó el ex presidente, en un breve mensaje envió su pésame y condolencias a la familia.

El escritor e investigador Sergio Aguayo consideró que el fallecimiento de LEA representa la muerte física del viejo régimen y lamentó que el expresidente haya guardado silencio hasta el final de su vida.

Para Enrique Krauze, una sola obsesión guió a Luis Echeverría desde su toma de protesta en 1970 hasta el final de su larga vida: borrar su responsabilidad del 68. Dueño una doble politica: represión y cooptación, por un lado, mientras infiltraba grupos de universitarios para identificar líderes, reprimía manifestaciones como la del 10 de junio de 1971 y desataba la guerra sucia contra los estudiantes que habían optado por la guerrilla; por otro se ostentaba como izquierdista del tercer mundo, creando una atmósfera de polarización…”

Durante su presidencia, Echeverria se empeñó por fraguar una imagen de progresista. Amigo de Fidel Castro y la revolución cubana, fraterno con el presidente chileno Salvador Allende, y a partir de la oleada golpista en Sudamérica, protector de miles de refugiados.

Para Sergio Sarmiento, “concentró el poder tanto como pudo y descartó toda crítica, acusando de ella “a los emisarios del pasado”. En 1973 forzó la renuncia de su Secretario de Hacienda, Hugo Margain, acuñado el tristemente célebre argumento de que: “la economía se maneja desde los pinos” y poniéndo al mando del timón económico a su amigo José López Portillo. Nunca entendió, sin embargo, como funciona la economía, todos sabemos el catastrófico resultado de esa mancuerna. El gasto excesivo y la creación de elefantes burocráticos terminaron por estallarles en las manos”.

Héctor de Mauleon, “eran los días en que íbamos a dejar de depender del extranjero, los días en que íbamos a alcanzar la autosuficiencia”. El dinero se dilapidaba sobre todo en subsidios, pero como decía Monsivais, nadie consideraba aquello como una dádiva, sino como un “derecho social”.

Denis Dresser afirma, “Luis Echeverria murió pero el Echeverrismo sigue vivo. El pasado se repite en el presente. A la impunidad de antes se le suma la de ahora, ante los abusos de ayer, persisten los de ahora”.

En palabras de Raymundo Riva Palacio: “Echeverria cumplió recientemente 100 años y la historia no lo deja en paz. Ni lo dejará, si uno observa las reacciones de las redes sociales tras conocerse su muerte el viernes, pocos hablaron algo bueno de él y su velorio. El presidente López Obrador, que abreva tanto del gobierno de Echeverría, ni siquiera utilizó la cuenta de Presidencia para ofrecer sus condolencias, sino la personal.

Jorge Fernandez Menéndez considera que, “tuvo aciertos como gobernante, pero adoptó demasiadas desiciones erradas, creyendo o tratando de que creyéramos, que íbamos hacia un liderazgo global que nunca existió. Incluso saliendo de la Presidencia, en medio de una grandísima crisis politica y económica, aspiró a ser Secretario General de la ONU, terminó como embajador en Nueva Zelanda.

Con su gobierno acabó el mayor auge económico del siglo XX, conocido como “desarrollo estabilizador” que nos generó crecimiento real, promovió el reparto agrario y creó la Secretaria de Turismo, abrió el CCH, la UAM, el Colegio de Bachilleres y el Infonavit.

Y de Caton…Antes de irse de este mundo Echeverría vió lo que estaba pasando actualmente y dijo como el poeta: “Nom omnis moríart”, no moriré del todo…

Muchos de nosotros no nacíamos cuando asumió el poder, años después en la escuela, cuando fuimos conociendo la historia, nos enteramos de la represión y autoritarismo que representó su gobierno, de la matanza de Tlatelolco en 1968 y del Halconazo del 71, por citar lo que marcó su gestión y sin dejar de lado la devaluación del peso al final de su sexenio.

Sin funeral de Estado, sin homenajes, sin tumultos ni manifestaciones, ni siquiera protestas de quiénes se habían anticipado en redes sociales que lo harían, ningún operativo policiaco, solo con sus familiares y algunos políticos de la llamada vieja guardia, se llevó a cabo el funeral del expresidente Luis Echeverria Álvarez. El Partido Revolucionario Institucional, partido donde militó el ex presidente, en un breve mensaje envió su pésame y condolencias a la familia.

El escritor e investigador Sergio Aguayo consideró que el fallecimiento de LEA representa la muerte física del viejo régimen y lamentó que el expresidente haya guardado silencio hasta el final de su vida.

Para Enrique Krauze, una sola obsesión guió a Luis Echeverría desde su toma de protesta en 1970 hasta el final de su larga vida: borrar su responsabilidad del 68. Dueño una doble politica: represión y cooptación, por un lado, mientras infiltraba grupos de universitarios para identificar líderes, reprimía manifestaciones como la del 10 de junio de 1971 y desataba la guerra sucia contra los estudiantes que habían optado por la guerrilla; por otro se ostentaba como izquierdista del tercer mundo, creando una atmósfera de polarización…”

Durante su presidencia, Echeverria se empeñó por fraguar una imagen de progresista. Amigo de Fidel Castro y la revolución cubana, fraterno con el presidente chileno Salvador Allende, y a partir de la oleada golpista en Sudamérica, protector de miles de refugiados.

Para Sergio Sarmiento, “concentró el poder tanto como pudo y descartó toda crítica, acusando de ella “a los emisarios del pasado”. En 1973 forzó la renuncia de su Secretario de Hacienda, Hugo Margain, acuñado el tristemente célebre argumento de que: “la economía se maneja desde los pinos” y poniéndo al mando del timón económico a su amigo José López Portillo. Nunca entendió, sin embargo, como funciona la economía, todos sabemos el catastrófico resultado de esa mancuerna. El gasto excesivo y la creación de elefantes burocráticos terminaron por estallarles en las manos”.

Héctor de Mauleon, “eran los días en que íbamos a dejar de depender del extranjero, los días en que íbamos a alcanzar la autosuficiencia”. El dinero se dilapidaba sobre todo en subsidios, pero como decía Monsivais, nadie consideraba aquello como una dádiva, sino como un “derecho social”.

Denis Dresser afirma, “Luis Echeverria murió pero el Echeverrismo sigue vivo. El pasado se repite en el presente. A la impunidad de antes se le suma la de ahora, ante los abusos de ayer, persisten los de ahora”.

En palabras de Raymundo Riva Palacio: “Echeverria cumplió recientemente 100 años y la historia no lo deja en paz. Ni lo dejará, si uno observa las reacciones de las redes sociales tras conocerse su muerte el viernes, pocos hablaron algo bueno de él y su velorio. El presidente López Obrador, que abreva tanto del gobierno de Echeverría, ni siquiera utilizó la cuenta de Presidencia para ofrecer sus condolencias, sino la personal.

Jorge Fernandez Menéndez considera que, “tuvo aciertos como gobernante, pero adoptó demasiadas desiciones erradas, creyendo o tratando de que creyéramos, que íbamos hacia un liderazgo global que nunca existió. Incluso saliendo de la Presidencia, en medio de una grandísima crisis politica y económica, aspiró a ser Secretario General de la ONU, terminó como embajador en Nueva Zelanda.

Con su gobierno acabó el mayor auge económico del siglo XX, conocido como “desarrollo estabilizador” que nos generó crecimiento real, promovió el reparto agrario y creó la Secretaria de Turismo, abrió el CCH, la UAM, el Colegio de Bachilleres y el Infonavit.

Y de Caton…Antes de irse de este mundo Echeverría vió lo que estaba pasando actualmente y dijo como el poeta: “Nom omnis moríart”, no moriré del todo…