/ martes 6 de noviembre de 2018

Ayer edén, hoy infierno

De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”. El refrán, que aplica a la trágica realidad que vivimos, citado en reiteradas ocasiones por el gobernador Arturo Núñez Jiménez a lo largo de las últimas décadas, es una variante de otras frases:

“El infierno está lleno de buenas voluntades o deseos”, se le atribuye a San Bernardo de Claraval (1091, Borgoña), aunque también al literato Samuel Johnson (1709, Londres), y al teólogo George Herbert (1593, Cambridge), quien en su obra Jacula Prudentum (compilación de 1,200 proverbios) dice en inglés: “Hell is full od good meanings and wishings”.
Esto es: “El infierno está lleno de buenos significados y deseos”.
La cuestión es que hace seis años escuchamos en campaña y un poco después en el discurso de toma de protesta del jefe del Ejecutivo, una serie de propósitos, de buenas intenciones en momentos en que ya se sabía que Andrés Granier Melo tenía problemas financieros para su cierre sexenal.
Granier y varios de sus funcionarios fueron acusados de incurrir en lo que en lenguaje popular se llama saqueo. Núñez afirma que esta vez no lo hay y ha reconocido, válgase la expresión, algo así como que: “debo, no niego; pago no tengo”.
Tan pronto culmine el proceso de entrega-recepción que ahora se realiza, la administración entrante podrá informar qué fue lo que encontró y qué implicaciones tiene. Por lo pronto, todos somos testigos de una realidad que es como el sol que no se puede tapar con un dedo, o como la preñez que llegado cierto momento es inocultable.
Y ciertamente han sido seis años de camino pedregoso, hoy para muchos infernal.
A la espera de escuchar qué nos dirá el gobernador en su último informe y del análisis consecuente, sorprendió entonces que el pasado fin de semana, de cara a protestas de servidores públicos y proveedores de gobierno (muy pronto, también de los socios del Transbús) el secretario de Finanzas, Amet Ramos, nos dijera: “Tenemos solvencia, transparencia y certeza”.
En la hora en que los secretarios de Salud, de Educación y otros “torean” a los reclamantes como los que este lunes volvieron a bloquear vialidades en Villahermosa, Ramos también aseguró que “todas las dependencias han tenido sus recursos en tiempo y forma, de acuerdo a las necesidades y requerimientos”.
Más aún, el funcionario de mayor confianza del gobernador dijo que “el manejo de las finanzas públicas en Tabasco ha sido mesurado y prudente”, y prometió que “se cumplirán todos los compromisos y obligaciones”.
¿En serio?
Por su parte, Andrés Granier, a quien ahora algunos colocan en un altar, al igual que el siempre soberbio José Sáiz Pineda ha vivido su propio infierno. Tampoco son ángeles caídos del cielo por accidente.
Antes que ellos hubo otros que disfrutan de la vida porque supieron hacer lo suyo y protegerse. Entre los últimos, hay quienes se atreven a llenarse el buche de moralidad y tirar la primera, la segunda y la tercera piedra.
Sí. Es el edén convertido en infierno para los más y la gloria para unos cuantos.
A la vuelta de pocas semanas, Adán Augusto López Hernández asumirá el cargo de gobernador.
Va a recibir un estado no solo con las finanzas quebradas, sino también con carreteras despedazadas, escuelas a las que urge que se les dé mantenimiento y con aulas insuficientes; un sector salud colapsado, la delincuencia desbordada, las nuevas administraciones municipales gestionando recursos para el pago de beneficios de fin de año y la prestación de servicios públicos.
Tendremos Presidente tabasqueño, sí, pero por lo pronto hay que resistir.


De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”. El refrán, que aplica a la trágica realidad que vivimos, citado en reiteradas ocasiones por el gobernador Arturo Núñez Jiménez a lo largo de las últimas décadas, es una variante de otras frases:

“El infierno está lleno de buenas voluntades o deseos”, se le atribuye a San Bernardo de Claraval (1091, Borgoña), aunque también al literato Samuel Johnson (1709, Londres), y al teólogo George Herbert (1593, Cambridge), quien en su obra Jacula Prudentum (compilación de 1,200 proverbios) dice en inglés: “Hell is full od good meanings and wishings”.
Esto es: “El infierno está lleno de buenos significados y deseos”.
La cuestión es que hace seis años escuchamos en campaña y un poco después en el discurso de toma de protesta del jefe del Ejecutivo, una serie de propósitos, de buenas intenciones en momentos en que ya se sabía que Andrés Granier Melo tenía problemas financieros para su cierre sexenal.
Granier y varios de sus funcionarios fueron acusados de incurrir en lo que en lenguaje popular se llama saqueo. Núñez afirma que esta vez no lo hay y ha reconocido, válgase la expresión, algo así como que: “debo, no niego; pago no tengo”.
Tan pronto culmine el proceso de entrega-recepción que ahora se realiza, la administración entrante podrá informar qué fue lo que encontró y qué implicaciones tiene. Por lo pronto, todos somos testigos de una realidad que es como el sol que no se puede tapar con un dedo, o como la preñez que llegado cierto momento es inocultable.
Y ciertamente han sido seis años de camino pedregoso, hoy para muchos infernal.
A la espera de escuchar qué nos dirá el gobernador en su último informe y del análisis consecuente, sorprendió entonces que el pasado fin de semana, de cara a protestas de servidores públicos y proveedores de gobierno (muy pronto, también de los socios del Transbús) el secretario de Finanzas, Amet Ramos, nos dijera: “Tenemos solvencia, transparencia y certeza”.
En la hora en que los secretarios de Salud, de Educación y otros “torean” a los reclamantes como los que este lunes volvieron a bloquear vialidades en Villahermosa, Ramos también aseguró que “todas las dependencias han tenido sus recursos en tiempo y forma, de acuerdo a las necesidades y requerimientos”.
Más aún, el funcionario de mayor confianza del gobernador dijo que “el manejo de las finanzas públicas en Tabasco ha sido mesurado y prudente”, y prometió que “se cumplirán todos los compromisos y obligaciones”.
¿En serio?
Por su parte, Andrés Granier, a quien ahora algunos colocan en un altar, al igual que el siempre soberbio José Sáiz Pineda ha vivido su propio infierno. Tampoco son ángeles caídos del cielo por accidente.
Antes que ellos hubo otros que disfrutan de la vida porque supieron hacer lo suyo y protegerse. Entre los últimos, hay quienes se atreven a llenarse el buche de moralidad y tirar la primera, la segunda y la tercera piedra.
Sí. Es el edén convertido en infierno para los más y la gloria para unos cuantos.
A la vuelta de pocas semanas, Adán Augusto López Hernández asumirá el cargo de gobernador.
Va a recibir un estado no solo con las finanzas quebradas, sino también con carreteras despedazadas, escuelas a las que urge que se les dé mantenimiento y con aulas insuficientes; un sector salud colapsado, la delincuencia desbordada, las nuevas administraciones municipales gestionando recursos para el pago de beneficios de fin de año y la prestación de servicios públicos.
Tendremos Presidente tabasqueño, sí, pero por lo pronto hay que resistir.