/ martes 19 de noviembre de 2019

Asesor Jurídico | Divide y vencerás 

El primer año del gobierno federal ha sido de muchos retos y pocas estrategias. La 4T en la realidad se queda corta, pues para transformar a México se necesita diálogo, acuerdos y muchas cosas más que hacen del proceso un camino complejo.

Hoy más que nunca pareciera que el cambio de gobierno y rumbo político ha traído confusión y no certeza. Más allá del triunfalismo de la presidencia de la República, la realidad es que las acciones de gobierno en muy poco cambian la situación de inseguridad y estancamiento económico del país.

¿Es suficiente con los programas sociales? Hasta ahora no están funcionando, ahí están los números y es que a pesar de que el presidente insista en ver a un México diferente, la realidad es que el país está estancado. La economía no crece, cuando antes crecía, aunque fuese poco. Se requieren tasas de crecimiento de 5% anual para generar el millón de empleos que se necesitan, para incorporar a los jóvenes que cada año se integran al mercado laboral.

Qué bien por los programas sociales, pero la generación de empleos y de emprendedores da también paz y combate a la pobreza. El crecimiento económico es la asignatura pendiente en México. Si bien es cierto que el sector privado es quien debe de detonar esas condiciones, no podemos ignorar que el gobierno federal no está otorgando certidumbre a la inversión privada. Por ello, no tenemos niveles de crecimiento, porque la inversión privada nacional e internacional no está fluyendo en los niveles que debería tener.

El gobierno federal ha demostrado poco interés en programas para alentar a las micro, pequeñas y medianas empresas, cuando generan 72% del empleo y 52% del Producto Interno Bruto del país. El apoyo económico a emprendedores continuará en descenso en 2020 -de acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación-, toda vez que el capital que se destinará a los microcréditos para el bienestar, registrará una caída de más del 20%.

El capital político del presidente no lo hace intocable a la hora de analizar su toma decisiones, y mucho menos ajeno a las críticas por la inviabilidad de sus proyectos y por ende tampoco le da el derecho de denostar a quien no piensa como él, haciéndolo con algo que a los mexicanos desafortunadamente les gusta: minimizar a sus oponentes con apodos.

En el análisis del discurso del presidente prevalece la polarización y los juicios de valor y está llevando al país a una división, de liberales contra conservadores, chairos contra fifís, indígenas contra mestizos. Cada vez la política mexicana se asemeja a la del siglo XIX, donde un joven país definía su futuro en una lucha entre liberales y conservadores que dividió a toda una generación y como consecuencia se vivieron muchas guerras e inestabilidad, incluso una fragilidad que fue aprovechada por potencias extranjeras para invadirnos y quitarnos la mitad del territorio.

En el siglo XXI, México tiene por delante muchos retos que exigen que sean tomados en cuenta muchos actores de la sociedad: empresarios y sociedad civil. Hay que saber darle a cada uno su lugar e importancia en una visión de gobierno que busque la unidad y no la división.

Contrario a quienes alientan la estrategia y la máxima política del “divide y vencerás”, recordemos que la historia nos dice que cuando las sociedades lograron unirse -cualquiera que fuera la razón-, pudieron avanzar y eso hizo la diferencia.

Email: memo.arias.tabasco@gmail.com

Twitter: @memo_arias_

El primer año del gobierno federal ha sido de muchos retos y pocas estrategias. La 4T en la realidad se queda corta, pues para transformar a México se necesita diálogo, acuerdos y muchas cosas más que hacen del proceso un camino complejo.

Hoy más que nunca pareciera que el cambio de gobierno y rumbo político ha traído confusión y no certeza. Más allá del triunfalismo de la presidencia de la República, la realidad es que las acciones de gobierno en muy poco cambian la situación de inseguridad y estancamiento económico del país.

¿Es suficiente con los programas sociales? Hasta ahora no están funcionando, ahí están los números y es que a pesar de que el presidente insista en ver a un México diferente, la realidad es que el país está estancado. La economía no crece, cuando antes crecía, aunque fuese poco. Se requieren tasas de crecimiento de 5% anual para generar el millón de empleos que se necesitan, para incorporar a los jóvenes que cada año se integran al mercado laboral.

Qué bien por los programas sociales, pero la generación de empleos y de emprendedores da también paz y combate a la pobreza. El crecimiento económico es la asignatura pendiente en México. Si bien es cierto que el sector privado es quien debe de detonar esas condiciones, no podemos ignorar que el gobierno federal no está otorgando certidumbre a la inversión privada. Por ello, no tenemos niveles de crecimiento, porque la inversión privada nacional e internacional no está fluyendo en los niveles que debería tener.

El gobierno federal ha demostrado poco interés en programas para alentar a las micro, pequeñas y medianas empresas, cuando generan 72% del empleo y 52% del Producto Interno Bruto del país. El apoyo económico a emprendedores continuará en descenso en 2020 -de acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación-, toda vez que el capital que se destinará a los microcréditos para el bienestar, registrará una caída de más del 20%.

El capital político del presidente no lo hace intocable a la hora de analizar su toma decisiones, y mucho menos ajeno a las críticas por la inviabilidad de sus proyectos y por ende tampoco le da el derecho de denostar a quien no piensa como él, haciéndolo con algo que a los mexicanos desafortunadamente les gusta: minimizar a sus oponentes con apodos.

En el análisis del discurso del presidente prevalece la polarización y los juicios de valor y está llevando al país a una división, de liberales contra conservadores, chairos contra fifís, indígenas contra mestizos. Cada vez la política mexicana se asemeja a la del siglo XIX, donde un joven país definía su futuro en una lucha entre liberales y conservadores que dividió a toda una generación y como consecuencia se vivieron muchas guerras e inestabilidad, incluso una fragilidad que fue aprovechada por potencias extranjeras para invadirnos y quitarnos la mitad del territorio.

En el siglo XXI, México tiene por delante muchos retos que exigen que sean tomados en cuenta muchos actores de la sociedad: empresarios y sociedad civil. Hay que saber darle a cada uno su lugar e importancia en una visión de gobierno que busque la unidad y no la división.

Contrario a quienes alientan la estrategia y la máxima política del “divide y vencerás”, recordemos que la historia nos dice que cuando las sociedades lograron unirse -cualquiera que fuera la razón-, pudieron avanzar y eso hizo la diferencia.

Email: memo.arias.tabasco@gmail.com

Twitter: @memo_arias_