/ viernes 10 de junio de 2022

ARTILUGIOS. | Dónde vas Alfonso Reyes, de Coral Aguirre

Una lectura de esta novela es verdaderamente curiosa. Me recuerda ese fragmento de otra, la de Jardiel Poncela, Amor se escribe sin hache, donde la bellísima Lady Silvia Brums, accede al amor del doctor Flagg. Lo hace porque ella es una mujer originalísima. La enamoran los hombres originales y el doctor Flagg es un gran mentiroso, un mitómano empedernido. Miente con un delirio digno de mejor causa. Miente sobre sus amistades, sus trabajos, sus conquistas, sus libros y sus pasiones. Claro, lady Silvia se siente atraída por este enano, gordo, sinuoso, pequeño y vocinglero. Se le entrega con pasión ruidosa provocando los celos de Zamb, a quien la inglesa desdeña porque no es nada original. En algún momento de la novela, la mujer pide al doctor que mienta, que mienta, que mienta, ¡que mienta!, provocando en el doctor torticolis pues ya no sabe qué inventar. Hasta las mentiras de Flagg son insuficientes. Huye el doctor de la ninfómana con la certeza de no volver a verla en su vida, dejando el campo libre a Zamb, que sí se derrite por la bella lady Silvia.

Algo parecido sucede en la historia, muy bien contada, por Coral Aguirre, Dónde vas Alfonso Reyes, edición de la UANL, 2021. Reyes es para Monterrey lo que para Tabasco es Pellicer. Son los santones de la literatura local, nacional, universal. Amigos ambos, no me resistí a adquirir la novela porque he escrito alguna cosa sobre ambos. Ahora bien, la novela de Aguirre se lanza a decirnos algo que nadie ha dicho. Esto es, las andanzas del autor de Visión de Anáhuac con hermosas mujeres que ceden a su inteligencia superior.

Recuerdo esa otra pareja extraña, la de María Félix y Agustín Lara. Parece que la doña sí amó al compositor hasta la locura. Él quizá no tanto. En una entrevista, preguntaron a Lara cuál era el secreto para andar con mujeres bellas, él que tan feo era. Las mujeres hermosas son de quien primero les habla. Sí. Me costó algo comprender la frase. Algo como veinte años, algo como lo que dice Po al entregarle a Tai Long el pergamino. Igual yo no lo entendí al principio. La receta secreta pareciera ser que no hay receta secreta. Si dudas ante una mujer bella, no serás aceptado. Ni visto. Dejémonos de preludios. Vamos al punto.

Con un genial ir y venir, Coral Aguirre nos cuenta la estancia de Reyes como embajador en Argentina y Brasil, a fines de la década de los años 30. Sus argucias, sus destellos, la fertilidad de su ingenio son las cosas que sabemos del escritor. No sabemos algunas cosillas de su vida privada. La más interesante es su relación con Nieves Gonnet. De esta relación, ya la novelista realizó un ensayo titulado Lenguaje y deseo, la correspondencia de Alfonso Reyes y Nieves Gonnet. En la novela, Reyes y Nieves se embarcan en un intenso tobogán de pasiones donde ella se apersona con la figura de Reyes, lo ama, se encandila, se…, bueno hay palabras en mexicano que no son muy decentes. Pero esa es la realidad. Asistimos en la novela al desarrollo de la ficción de lo que fuera el ensayo. Coral Aguirre impone la fábula sobre la realidad, lo cual es de agradecerse. Ella se encima en la cabecera de la cama y ve cómo se aman estos seres que no entenderíamos porqué están juntos en una historia de la vida real. Claro, esta es una historia de la vida real.

Reyes, como buen autor, consciente de su saber, de su brillantez, de su amplia figura, desluce la figura de Nieves. Dividida en tres partes, Dónde vas Alfonso Reyes es la crónica de amor, desamor, reencuentro, pérdida y resignación entre dos seres que la vida no debiera reunir y sin embargo, lo hace. No es la única que pasa por la vida del regiomontano universal. La lista es larga. Victoria Ocampo, la Iris, Puck, Anita, su secretaria. No sé bien, no quiero ser entrometido, si la Iris, la bataclana que aparece como otra de las hetairas regias, es nuestra Esperanza Iris, que correspondería por la época. Curioso es ese momento en que don Alfonso le dice a la Iris que está escribiendo la novela de su vida. La mujer está más pendiente de otras frivolidades que de los acomodos literarios de su amante. Ella le dice incluso “gordito” provocando uno de los instantes más humanos del texto. No me imagino a nadie diciéndole “gordito” al escritor. Por otro lado, son deliciosos esos momentos que pasa don Alfonso con Puck o con esa negrita de la cocina a quien Reyes hace posar para un cuadro. Esta es otra de las virtudes del texto.

Narrada con muchas voces, no voy a escribir polifónicamente, lo siento, la novela se deslíe, se desmembra, se arrejunta o separa de los escenarios predecibles. Coral Aguirre cuenta desde la perspectiva de nuestro tiempo, cuando todo parece ser un ruido impertinente, estridente, sonando a la vez. Reyes, Nieves, Henríquez Ureña, la Ocampo, Alfonsito, el hijo, la niña Mariana (Puck) así como todos los que aparecen, desaparecen, regresan, vuelven, recorren esta novela tienen un momento de lucidez, casi, casi como en una buena ópera o un bien tramado texto dramático. Hay momentos en que es difícil seguir la pista, la pesquisa, la retórica denodada con la que la autora se sirve con la cuchara grande. Ese es otro momento interesante. Evade, no por temor supongo, sino porque ya un pecado capital a la vez es más que suficiente, la lujuria. Los banquetes de don Alfonso se circunscriben a referencias tonales. Los restaurantes, sitios, bolines como le llaman los argentinos, algún menú brasileño, pero nada más.

Uno de los acercamientos más graciosos a las letras de don Alfonso, fue la puesta en escena de Luis de Tavira con texto de Alfonso de Maria y Campos, La conspiración de la cucaña, donde se habla de esos banquetes ofrecidos por el escritor en España y México para celebrar su cumpleaños, 17 de mayo por cierto, san Pascual Bailón, santo de las cocinas. El maestro Alberto Enríquez Perea me dice que esto es falso. Lo del banquete, claro, el maestro Enríquez tiene su hagiografía bien sabida. Lo interesante es el elenco de ambos festines. En España, Valle-Inclán, Borges, Jean Cocteau y la cantante Imperio Argentina. En México, muchos años después, Novo, Cosío Villegas, Valle Arizpe. Enríquez me dice que no es realidad sino aparato de la ficción. Ahí vendría quizá un buen motivo para ir concluyendo.

¿Puede tomarse el escritor la libertad de aprovechar la biografía, que no la vida, de otros artistas para recrearla a su entero gusto? Por supuesto. Es lo que hacen las novelas históricas que todos creen ser reales a pies juntillas. Es lo que hizo De Maria y Campos con su obra. es lo que hace Coral Aguirre. Entrometerse en la vida privada de hombres y mujeres célebres es parte de la vida del creador. Si nos asomamos al mundo literario, a decir de Calderón de la Barca, encontraremos las verdades llenas de mentiras y las mentiras llenas de verdades. En esta ocasión, tenemos una autora de buen nivel literario, de buen tono, de exquisito contenido histórico, pues nos recuerda que es en el Encuentro Interamericano, realizado para sobrellevar de la mejor manera posible los embates del Eje, donde Reyes ciñe sus sienes de gloria. Ese viso de realidad, en medio de las conquistas de don Alfonso, es enaltecedor pues nos recuerda Coral Aguirre que no estamos ante cualquier petimetre.

Leer Dónde vas Alfonso Reyes es una experiencia decididamente literaria, es arte imponiendo su verdad frente a lo que la Historia quiere disimular. Muchas más novelas, Coral Aguirre, por favor. Dejo algunos datos suyos por aquí. Tomo esta biografía de la página de la Fundación para las Letras Mexicanas.

Coral Aguirre es una narradora argentina nacionalizada mexicana, dramaturga, directora teatral, música y catedrática de literatura y actuación en la Universidad Autónoma de Nuevo León UANL. Fue miembro de la Orquesta Sinfónica de Bahía Blanca, en Argentina, y de la Orquesta de la Ópera de Turín, en Italia.

Premio nacional de dramaturgia en su país, en los años de 1987 y 1997. En México, obtuvo el Premio de guion cinematográfico concedido por la Univeridad Nacional Autónoma de México y el Instituto de Estudios Históricos de la Revolución mexicana, en el año de 1993. Fue finalista en el Premio Nuevo León de Literatura 2003 por su primera novela.

Tanto sus obras dramáticas como sus puestas en escena han sido motivo de distinciones en Colombia, Venezuela y México. Ha publicado artículos y ensayos de carácter teatral, literario, histórico y antropológico en Argentina, Cuba, Estados Unidos y México.

Una lectura de esta novela es verdaderamente curiosa. Me recuerda ese fragmento de otra, la de Jardiel Poncela, Amor se escribe sin hache, donde la bellísima Lady Silvia Brums, accede al amor del doctor Flagg. Lo hace porque ella es una mujer originalísima. La enamoran los hombres originales y el doctor Flagg es un gran mentiroso, un mitómano empedernido. Miente con un delirio digno de mejor causa. Miente sobre sus amistades, sus trabajos, sus conquistas, sus libros y sus pasiones. Claro, lady Silvia se siente atraída por este enano, gordo, sinuoso, pequeño y vocinglero. Se le entrega con pasión ruidosa provocando los celos de Zamb, a quien la inglesa desdeña porque no es nada original. En algún momento de la novela, la mujer pide al doctor que mienta, que mienta, que mienta, ¡que mienta!, provocando en el doctor torticolis pues ya no sabe qué inventar. Hasta las mentiras de Flagg son insuficientes. Huye el doctor de la ninfómana con la certeza de no volver a verla en su vida, dejando el campo libre a Zamb, que sí se derrite por la bella lady Silvia.

Algo parecido sucede en la historia, muy bien contada, por Coral Aguirre, Dónde vas Alfonso Reyes, edición de la UANL, 2021. Reyes es para Monterrey lo que para Tabasco es Pellicer. Son los santones de la literatura local, nacional, universal. Amigos ambos, no me resistí a adquirir la novela porque he escrito alguna cosa sobre ambos. Ahora bien, la novela de Aguirre se lanza a decirnos algo que nadie ha dicho. Esto es, las andanzas del autor de Visión de Anáhuac con hermosas mujeres que ceden a su inteligencia superior.

Recuerdo esa otra pareja extraña, la de María Félix y Agustín Lara. Parece que la doña sí amó al compositor hasta la locura. Él quizá no tanto. En una entrevista, preguntaron a Lara cuál era el secreto para andar con mujeres bellas, él que tan feo era. Las mujeres hermosas son de quien primero les habla. Sí. Me costó algo comprender la frase. Algo como veinte años, algo como lo que dice Po al entregarle a Tai Long el pergamino. Igual yo no lo entendí al principio. La receta secreta pareciera ser que no hay receta secreta. Si dudas ante una mujer bella, no serás aceptado. Ni visto. Dejémonos de preludios. Vamos al punto.

Con un genial ir y venir, Coral Aguirre nos cuenta la estancia de Reyes como embajador en Argentina y Brasil, a fines de la década de los años 30. Sus argucias, sus destellos, la fertilidad de su ingenio son las cosas que sabemos del escritor. No sabemos algunas cosillas de su vida privada. La más interesante es su relación con Nieves Gonnet. De esta relación, ya la novelista realizó un ensayo titulado Lenguaje y deseo, la correspondencia de Alfonso Reyes y Nieves Gonnet. En la novela, Reyes y Nieves se embarcan en un intenso tobogán de pasiones donde ella se apersona con la figura de Reyes, lo ama, se encandila, se…, bueno hay palabras en mexicano que no son muy decentes. Pero esa es la realidad. Asistimos en la novela al desarrollo de la ficción de lo que fuera el ensayo. Coral Aguirre impone la fábula sobre la realidad, lo cual es de agradecerse. Ella se encima en la cabecera de la cama y ve cómo se aman estos seres que no entenderíamos porqué están juntos en una historia de la vida real. Claro, esta es una historia de la vida real.

Reyes, como buen autor, consciente de su saber, de su brillantez, de su amplia figura, desluce la figura de Nieves. Dividida en tres partes, Dónde vas Alfonso Reyes es la crónica de amor, desamor, reencuentro, pérdida y resignación entre dos seres que la vida no debiera reunir y sin embargo, lo hace. No es la única que pasa por la vida del regiomontano universal. La lista es larga. Victoria Ocampo, la Iris, Puck, Anita, su secretaria. No sé bien, no quiero ser entrometido, si la Iris, la bataclana que aparece como otra de las hetairas regias, es nuestra Esperanza Iris, que correspondería por la época. Curioso es ese momento en que don Alfonso le dice a la Iris que está escribiendo la novela de su vida. La mujer está más pendiente de otras frivolidades que de los acomodos literarios de su amante. Ella le dice incluso “gordito” provocando uno de los instantes más humanos del texto. No me imagino a nadie diciéndole “gordito” al escritor. Por otro lado, son deliciosos esos momentos que pasa don Alfonso con Puck o con esa negrita de la cocina a quien Reyes hace posar para un cuadro. Esta es otra de las virtudes del texto.

Narrada con muchas voces, no voy a escribir polifónicamente, lo siento, la novela se deslíe, se desmembra, se arrejunta o separa de los escenarios predecibles. Coral Aguirre cuenta desde la perspectiva de nuestro tiempo, cuando todo parece ser un ruido impertinente, estridente, sonando a la vez. Reyes, Nieves, Henríquez Ureña, la Ocampo, Alfonsito, el hijo, la niña Mariana (Puck) así como todos los que aparecen, desaparecen, regresan, vuelven, recorren esta novela tienen un momento de lucidez, casi, casi como en una buena ópera o un bien tramado texto dramático. Hay momentos en que es difícil seguir la pista, la pesquisa, la retórica denodada con la que la autora se sirve con la cuchara grande. Ese es otro momento interesante. Evade, no por temor supongo, sino porque ya un pecado capital a la vez es más que suficiente, la lujuria. Los banquetes de don Alfonso se circunscriben a referencias tonales. Los restaurantes, sitios, bolines como le llaman los argentinos, algún menú brasileño, pero nada más.

Uno de los acercamientos más graciosos a las letras de don Alfonso, fue la puesta en escena de Luis de Tavira con texto de Alfonso de Maria y Campos, La conspiración de la cucaña, donde se habla de esos banquetes ofrecidos por el escritor en España y México para celebrar su cumpleaños, 17 de mayo por cierto, san Pascual Bailón, santo de las cocinas. El maestro Alberto Enríquez Perea me dice que esto es falso. Lo del banquete, claro, el maestro Enríquez tiene su hagiografía bien sabida. Lo interesante es el elenco de ambos festines. En España, Valle-Inclán, Borges, Jean Cocteau y la cantante Imperio Argentina. En México, muchos años después, Novo, Cosío Villegas, Valle Arizpe. Enríquez me dice que no es realidad sino aparato de la ficción. Ahí vendría quizá un buen motivo para ir concluyendo.

¿Puede tomarse el escritor la libertad de aprovechar la biografía, que no la vida, de otros artistas para recrearla a su entero gusto? Por supuesto. Es lo que hacen las novelas históricas que todos creen ser reales a pies juntillas. Es lo que hizo De Maria y Campos con su obra. es lo que hace Coral Aguirre. Entrometerse en la vida privada de hombres y mujeres célebres es parte de la vida del creador. Si nos asomamos al mundo literario, a decir de Calderón de la Barca, encontraremos las verdades llenas de mentiras y las mentiras llenas de verdades. En esta ocasión, tenemos una autora de buen nivel literario, de buen tono, de exquisito contenido histórico, pues nos recuerda que es en el Encuentro Interamericano, realizado para sobrellevar de la mejor manera posible los embates del Eje, donde Reyes ciñe sus sienes de gloria. Ese viso de realidad, en medio de las conquistas de don Alfonso, es enaltecedor pues nos recuerda Coral Aguirre que no estamos ante cualquier petimetre.

Leer Dónde vas Alfonso Reyes es una experiencia decididamente literaria, es arte imponiendo su verdad frente a lo que la Historia quiere disimular. Muchas más novelas, Coral Aguirre, por favor. Dejo algunos datos suyos por aquí. Tomo esta biografía de la página de la Fundación para las Letras Mexicanas.

Coral Aguirre es una narradora argentina nacionalizada mexicana, dramaturga, directora teatral, música y catedrática de literatura y actuación en la Universidad Autónoma de Nuevo León UANL. Fue miembro de la Orquesta Sinfónica de Bahía Blanca, en Argentina, y de la Orquesta de la Ópera de Turín, en Italia.

Premio nacional de dramaturgia en su país, en los años de 1987 y 1997. En México, obtuvo el Premio de guion cinematográfico concedido por la Univeridad Nacional Autónoma de México y el Instituto de Estudios Históricos de la Revolución mexicana, en el año de 1993. Fue finalista en el Premio Nuevo León de Literatura 2003 por su primera novela.

Tanto sus obras dramáticas como sus puestas en escena han sido motivo de distinciones en Colombia, Venezuela y México. Ha publicado artículos y ensayos de carácter teatral, literario, histórico y antropológico en Argentina, Cuba, Estados Unidos y México.