/ viernes 1 de abril de 2022

Artilugios | C(J)ODA

Eugenio Derbez es un actor, comediante, director y productor de cine y televisión, guionista y creativo. Tuvo algunos programas en la empresa TELEVISA donde demostró tener un ingenio de suculentos modos, lo que en la televisión comercial es de aquilatarse. En algún momento, hizo un comentario sobre su participación en el doblaje de la película Shrek (2001, Andrew Adamson). Derbez se quejaba de la prepotencia de la voz de Burro, personaje doblado al español por él, de Eddy Murphy, quien hizo la voz del mismo personaje en inglés. Pesadito, decía el comediante con su garbo igualmente pesado.

Pronto empezó Derbez a descollar en otros ámbitos. El cine, por ejemplo. En 2018 realiza Cascanueces y los cuatro reinos, dirigida por Lasse Hallström y Joe Johnston y en 2019, Dora y la ciudad perdida, dirigida por James Bobin. Ya había hecho en nuestro país, No se aceptan devoluciones, dirigida por él mismo; Cómo ser un latín lover, ¡Hombre al agua!, así como otras muchas que el lector seguramente sabrá de ellas, o sabe.

Con algunos disturbios de personalidad, el actor emigró de la industria del espectáculo mexicana a la hollywoodense. Se rumora que su matrimonio con la actriz Victoria Ruffo solamente fue un montaje de comedia, con un juez del registro civil apócrifo y testigos falsos, muy a la manera del teatro clásico de la Commedia dell’arte italiana. Otro dato curioso es que, al tener cierto éxito con la cinta La misma luna (2007), comenzó a decir que los tres amigous, como llaman en Hollywood a la triada de directores mexicanos, Cuarón, Iñárritu y Del Toro, ahora eran los cuatro amigous. Justo es decir que los tres directores nunca asumieron el dicho, haciéndole así con la manita, desdeñándolo, masomeneándolo. Estas cosas no le gustan al creador de esa mala copia de Yo amo a Lucy (1951) que se llamó La familia P. Luche (2002-2011), que estuvo casi diez años al aire, lo que en la televisión comercial no es de despreciarse.

Su natural rijoso lo ha hecho protagonista de muchos dramas de la vida real, ajenos o imbuidos en su trayectoria profesional. Por ejemplo, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas rechazó su elección para representar a México en las competencias del Oscar y Goya con la película No se Aceptan devoluciones y se mostró muy molesto por sentir que su país le dio la espalda. La presidenta en ese momento de la Academia, la actriz Diana Bracho, decía que cómo iba a representar a México el comiquito. A más que el distanciamiento con el hijo de la Ruffo, José Eduardo, así como las muchas compañeras sentimentales, lo han hecho verse inconstante y voluntarioso. En 2018 criticó que los jóvenes le pidieran dinero por manejar sus redes sociales. El comediante hizo el desafortunado comentario de que antes se valoraba la experiencia y ahora no. Por esto fue duramente criticado en las redes sociales. Sin embargo, en este último tramo, estoy de acuerdo. ¿Por qué debe acudir a managers de redes sociales quien, evidentemente, tiene ingenio, talento y personalidad propios para descollar por sí mismo?

A través de esas mismas redes sociales, los usuarios han hecho énfasis que el comediante tiene inclinación con la línea del partido Acción Nacional debido a que es familiar de un funcionario del sexenio de Vicente Fox. Eugenio Derbez es sobrino de Luis Ernesto Derbez, un economista que fungió como secretario de Economía del 2000 al 2003. Otra declaración desafortunada del actor fue un video publicado en 2019 en el que aseguraba que no toma leche porque implica el uso de litros de agua y afectaciones psicológicas y patológicas a las vacas cuando son separadas de sus crías. Aparte de que su instrucción científica anda por los suelos, igualmente, ¿cuál es el criterio para estar dentro de los gustos del público? ¿No pertenecer al partido de la derecha, ser ajeno a la política, verse siempre como defensor de lo bueno, lo noble, lo humanitario? ¿Tomar leche en polvo? ¿Queremos un artista o un franciscano? Pero permítanme termine esta radiografía.

Por si fuera poco, la noche del 27 de marzo de este año, la película Coda, donde Eugenio Derbez participa como actor solamente, recibe el Óscar a la mejor cinta del 2022, en esta accidentada ceremonia más anímica e incluyente que artística. Viendo que el raiting se iba por los suelos, no dudó algún productor en hacer que Chris Rock hiciese el chiste sobre la esposa del actor Will Smith, Jada, y que el ex príncipe del rap tuviera una actitud poco principesca subiendo al escenario para darle una bofetada que sonó como las que doña Florinda daba al estulto don Ramón, casi como un efecto sonoro, ¿la oyeron?

En esta ceremonia, más incluyente que artística, no lo olvidemos, se premia Coda por sobre otras producciones de las que se auguraban premios y más premios. ¿Por qué no se premió El poder del perro, con un contenido más acorde con los tiempos, la discriminación y la cultura del revanchismo? O bien, ¿por qué no se llevó el Óscar a la mejor película Dunas sobre la cuestión ambientalista, o El callejón de las almas perdidas, o No miren arriba? Tela de donde cortar había.

Se lo llevó la única película que hacía ver la inclusión tomando como ejemplo una familia de sordos. La hija quiere incursionar en la música. Ahí aparece Eugenio Derbez como el maestro de la chica, dándole el apoyo que no recibe de parte de otros sectores de la sociedad. Ruby, la actriz Emilia Jones, tiene que demostrar su valía, a veces contra todo, a veces contra la misma familia. Ella es una CODA, child of deaf adult literalmente, Niños de padres sordos. Ruby decide probar suerte en el coro de su instituto, donde no sólo descubre una latente pasión por el canto, sino también una fuerte atracción física por el chico con el que debe realizar un dueto. Su entusiasta profesor, Eugenio Derbez, ve algo especial en ella y la anima a que piense en la posibilidad de entrar en la escuela de música, algo que la obligaría a tener que tomar una decisión de cara a su futuro. O sus estudios, o su familia. Suena mucho a Teletón o a un episodio gringo de La rosa de Guadalupe.

El caso es que poco antes de recibir el premio, Eugenio Derbez participa en un video que lleva por título uno que pareciera que él escribió, Sélvame del tren maya. En él, Derbez encabeza un grupo de creadores que advierten sobre los riesgos ecológicos de la obra en cuestión. Me sorprende ver ahí a Ofelia Medina, a Rubén Albarrán, a Natalia Lafourcade, a muchos otros que eran cercanos, al menos, acordes con la nueva administración. La reacción de los partidarios del presidente de México no se hizo esperar. Llaman seudo ambientalistas a estos que aparecen en el video, con Derbez a la cabeza. ¿Qué los mueve, digo? Por extraño que parezca, el Óscar a Coda donde aparece Derbez ha impermeabilizado su figura, le ha creado una coraza internacional que el actor utilizará a su conveniencia, ni dudarlo.

Hollywood hizo a Derbez héroe de su ceremonia incluyente. Es lógico, el sistema del estrellato hizo su labor, creó espectadores. No necesita sesudos analistas o cinéfilos. Esos no van al cine, una vez descubiertas las plataformas streaming. Necesita gente que vaya al cine, ¡mucho más en estos momentos! Que pague con platita contante y sonante su entrada, que se siente, llore, se emocione, coma palomitas y recomiende lo que acaba de ver, difundiendo, convirtiéndose en monitor permanente, en fan de la cinta, de los actores, del fenómeno de la pantalla, ahorrándole así una oficina de promoción, ya que estamos. Coda responde a estas instancias. Es el éxito con que llorarán los identificados con la trama, los personajes, la vida.

Es de señalar que, tan bien estuvo pensada la estatuilla, pues todos los actores son sordos. Se sienta con esto un antecedente peligrosamente económico en el mundo del espectáculo. La gente pide que, si el personaje es trans, sea un actor trans quien lo interprete. Ve como un insulto que un actor no trans (o gay, sordo, discapacitado, enfermo, mudo o feo) represente a quien no lo es. Pensemos qué va a pasar con Derbez después de esta vacuna que lo inmunizó contra la reacción por su video contra el tren maya. Derbez, con su histrionismo a toda prueba, dio con el bastón del bufón un estatequieto al presidente de México y sus seguidores. ¿Reprobable? Quizá. Pero en el mundillo del show bisnes se vale, se debe hacer y se hace. Tampoco quiero creer en una conspiración elaborada por Hollywood, el gobierno americano & Derbez contra el presidente de México, porque mi paranoia está domesticada, quiero creer. Solo que, según las sagradas escrituras, por sus obras los conoceréis. Por sus resultados, igual.

Qué joda, ¿verdad? Perdón, quise decir Coda. Es cuanto.

Eugenio Derbez es un actor, comediante, director y productor de cine y televisión, guionista y creativo. Tuvo algunos programas en la empresa TELEVISA donde demostró tener un ingenio de suculentos modos, lo que en la televisión comercial es de aquilatarse. En algún momento, hizo un comentario sobre su participación en el doblaje de la película Shrek (2001, Andrew Adamson). Derbez se quejaba de la prepotencia de la voz de Burro, personaje doblado al español por él, de Eddy Murphy, quien hizo la voz del mismo personaje en inglés. Pesadito, decía el comediante con su garbo igualmente pesado.

Pronto empezó Derbez a descollar en otros ámbitos. El cine, por ejemplo. En 2018 realiza Cascanueces y los cuatro reinos, dirigida por Lasse Hallström y Joe Johnston y en 2019, Dora y la ciudad perdida, dirigida por James Bobin. Ya había hecho en nuestro país, No se aceptan devoluciones, dirigida por él mismo; Cómo ser un latín lover, ¡Hombre al agua!, así como otras muchas que el lector seguramente sabrá de ellas, o sabe.

Con algunos disturbios de personalidad, el actor emigró de la industria del espectáculo mexicana a la hollywoodense. Se rumora que su matrimonio con la actriz Victoria Ruffo solamente fue un montaje de comedia, con un juez del registro civil apócrifo y testigos falsos, muy a la manera del teatro clásico de la Commedia dell’arte italiana. Otro dato curioso es que, al tener cierto éxito con la cinta La misma luna (2007), comenzó a decir que los tres amigous, como llaman en Hollywood a la triada de directores mexicanos, Cuarón, Iñárritu y Del Toro, ahora eran los cuatro amigous. Justo es decir que los tres directores nunca asumieron el dicho, haciéndole así con la manita, desdeñándolo, masomeneándolo. Estas cosas no le gustan al creador de esa mala copia de Yo amo a Lucy (1951) que se llamó La familia P. Luche (2002-2011), que estuvo casi diez años al aire, lo que en la televisión comercial no es de despreciarse.

Su natural rijoso lo ha hecho protagonista de muchos dramas de la vida real, ajenos o imbuidos en su trayectoria profesional. Por ejemplo, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas rechazó su elección para representar a México en las competencias del Oscar y Goya con la película No se Aceptan devoluciones y se mostró muy molesto por sentir que su país le dio la espalda. La presidenta en ese momento de la Academia, la actriz Diana Bracho, decía que cómo iba a representar a México el comiquito. A más que el distanciamiento con el hijo de la Ruffo, José Eduardo, así como las muchas compañeras sentimentales, lo han hecho verse inconstante y voluntarioso. En 2018 criticó que los jóvenes le pidieran dinero por manejar sus redes sociales. El comediante hizo el desafortunado comentario de que antes se valoraba la experiencia y ahora no. Por esto fue duramente criticado en las redes sociales. Sin embargo, en este último tramo, estoy de acuerdo. ¿Por qué debe acudir a managers de redes sociales quien, evidentemente, tiene ingenio, talento y personalidad propios para descollar por sí mismo?

A través de esas mismas redes sociales, los usuarios han hecho énfasis que el comediante tiene inclinación con la línea del partido Acción Nacional debido a que es familiar de un funcionario del sexenio de Vicente Fox. Eugenio Derbez es sobrino de Luis Ernesto Derbez, un economista que fungió como secretario de Economía del 2000 al 2003. Otra declaración desafortunada del actor fue un video publicado en 2019 en el que aseguraba que no toma leche porque implica el uso de litros de agua y afectaciones psicológicas y patológicas a las vacas cuando son separadas de sus crías. Aparte de que su instrucción científica anda por los suelos, igualmente, ¿cuál es el criterio para estar dentro de los gustos del público? ¿No pertenecer al partido de la derecha, ser ajeno a la política, verse siempre como defensor de lo bueno, lo noble, lo humanitario? ¿Tomar leche en polvo? ¿Queremos un artista o un franciscano? Pero permítanme termine esta radiografía.

Por si fuera poco, la noche del 27 de marzo de este año, la película Coda, donde Eugenio Derbez participa como actor solamente, recibe el Óscar a la mejor cinta del 2022, en esta accidentada ceremonia más anímica e incluyente que artística. Viendo que el raiting se iba por los suelos, no dudó algún productor en hacer que Chris Rock hiciese el chiste sobre la esposa del actor Will Smith, Jada, y que el ex príncipe del rap tuviera una actitud poco principesca subiendo al escenario para darle una bofetada que sonó como las que doña Florinda daba al estulto don Ramón, casi como un efecto sonoro, ¿la oyeron?

En esta ceremonia, más incluyente que artística, no lo olvidemos, se premia Coda por sobre otras producciones de las que se auguraban premios y más premios. ¿Por qué no se premió El poder del perro, con un contenido más acorde con los tiempos, la discriminación y la cultura del revanchismo? O bien, ¿por qué no se llevó el Óscar a la mejor película Dunas sobre la cuestión ambientalista, o El callejón de las almas perdidas, o No miren arriba? Tela de donde cortar había.

Se lo llevó la única película que hacía ver la inclusión tomando como ejemplo una familia de sordos. La hija quiere incursionar en la música. Ahí aparece Eugenio Derbez como el maestro de la chica, dándole el apoyo que no recibe de parte de otros sectores de la sociedad. Ruby, la actriz Emilia Jones, tiene que demostrar su valía, a veces contra todo, a veces contra la misma familia. Ella es una CODA, child of deaf adult literalmente, Niños de padres sordos. Ruby decide probar suerte en el coro de su instituto, donde no sólo descubre una latente pasión por el canto, sino también una fuerte atracción física por el chico con el que debe realizar un dueto. Su entusiasta profesor, Eugenio Derbez, ve algo especial en ella y la anima a que piense en la posibilidad de entrar en la escuela de música, algo que la obligaría a tener que tomar una decisión de cara a su futuro. O sus estudios, o su familia. Suena mucho a Teletón o a un episodio gringo de La rosa de Guadalupe.

El caso es que poco antes de recibir el premio, Eugenio Derbez participa en un video que lleva por título uno que pareciera que él escribió, Sélvame del tren maya. En él, Derbez encabeza un grupo de creadores que advierten sobre los riesgos ecológicos de la obra en cuestión. Me sorprende ver ahí a Ofelia Medina, a Rubén Albarrán, a Natalia Lafourcade, a muchos otros que eran cercanos, al menos, acordes con la nueva administración. La reacción de los partidarios del presidente de México no se hizo esperar. Llaman seudo ambientalistas a estos que aparecen en el video, con Derbez a la cabeza. ¿Qué los mueve, digo? Por extraño que parezca, el Óscar a Coda donde aparece Derbez ha impermeabilizado su figura, le ha creado una coraza internacional que el actor utilizará a su conveniencia, ni dudarlo.

Hollywood hizo a Derbez héroe de su ceremonia incluyente. Es lógico, el sistema del estrellato hizo su labor, creó espectadores. No necesita sesudos analistas o cinéfilos. Esos no van al cine, una vez descubiertas las plataformas streaming. Necesita gente que vaya al cine, ¡mucho más en estos momentos! Que pague con platita contante y sonante su entrada, que se siente, llore, se emocione, coma palomitas y recomiende lo que acaba de ver, difundiendo, convirtiéndose en monitor permanente, en fan de la cinta, de los actores, del fenómeno de la pantalla, ahorrándole así una oficina de promoción, ya que estamos. Coda responde a estas instancias. Es el éxito con que llorarán los identificados con la trama, los personajes, la vida.

Es de señalar que, tan bien estuvo pensada la estatuilla, pues todos los actores son sordos. Se sienta con esto un antecedente peligrosamente económico en el mundo del espectáculo. La gente pide que, si el personaje es trans, sea un actor trans quien lo interprete. Ve como un insulto que un actor no trans (o gay, sordo, discapacitado, enfermo, mudo o feo) represente a quien no lo es. Pensemos qué va a pasar con Derbez después de esta vacuna que lo inmunizó contra la reacción por su video contra el tren maya. Derbez, con su histrionismo a toda prueba, dio con el bastón del bufón un estatequieto al presidente de México y sus seguidores. ¿Reprobable? Quizá. Pero en el mundillo del show bisnes se vale, se debe hacer y se hace. Tampoco quiero creer en una conspiración elaborada por Hollywood, el gobierno americano & Derbez contra el presidente de México, porque mi paranoia está domesticada, quiero creer. Solo que, según las sagradas escrituras, por sus obras los conoceréis. Por sus resultados, igual.

Qué joda, ¿verdad? Perdón, quise decir Coda. Es cuanto.